El mundo entero padece una inesperada y muy grave crisis sanitaria, con todo tipo de efectos devastadores: además de miles y miles de víctimas mortales, un colapso económico de consecuencias todavía imprevisibles y que sin lugar a dudas provocará una crisis social que agudizará aún más la desprotección y la precaridad de los sectores más vulnerables. Cataluña sufre esta situación pero ello no parece ser ningún impedimento para que una parte del movimiento independentista catalán siga mareando la perdiz con sus ensoñaciones. Buen ejemplo de ello es la información publicada el pasado día 14 por Crónica Global: Independentistas radicales anuncian una escuela de verano para diseñar el Ejército catalán 

No es esta la primera vez que el secesionismo catalán plantea la necesidad de una política de Defensa para la futura República Catalana. Se lo plantearon ya, en 2014, en la autoproclamada Assemblea Nacional Catalana (ANC), y de hecho es una escisión de esta organización, la denominada Societat d’Estudis Militars (SEM) la que vuelve a plantear esta cuestión. Ahora lo hacen a través del anuncio de la convocatoria de una escuela de verano para los días 14 y 16 del próximo mes de agosto “en un lugar del Montseny todavía por confirmar”. Ignoro si la elección del lugar donde se celebrará esta escuela de verano tiene alguna relación con la posibilidad de llevar a cabo alguna clase de ejercicios prácticos, aunque a lo sumo hacen referencia a “wargaming”, es decir a los populares “juegos de guerra”.

Lo realmente anunciado en la convocatoria de esta escuela de verano del SEM se limita a referirse a clases y conferencias sobre curiosos temas militares históricos --el Ejército de Cataluña 1936-37-- pero también sobre algunas propuestas geoestratégicas de futuro:  viejas y nuevas amenazas al concepto de de seguridad nacional; teoría de la guerra; viejas y nuevas amenazas al concepto de seguridad nacional; aspectos socioculturales de la creación de unas fuerzas de defensa en un nuevo Estado; la definición de la dimensión cuantitativa del supuesto futuro Ejército de la República Catalana, compuesto por las correspondientes fuerzas terrestres, navales y aéreas, los servicios militares de inteligencia y también servicios de control y vigilancia cibernética.

Está claro que esta convocatoria, así como la misma existencia del propio SEM, no es más que una muestra más del creciente radicalismo de los sectores más hiperventilados del movimiento separatista catalán, cada vez más confrontado y dividido, incluso en el mismo seno del Gobierno de la Generalitat que preside todavía Quim Torra. Se trata, por tanto, de una simple anécdota. Pero se trata de una anécdota muy reveladora sobre la ensoñación en la que vive permanentemente instalado una parte importante del complejo universo del independentismo catalán. Lejos de plantearse los urgentes y muy graves desafíos económicos y sociales a los que debemos enfrentarnos ya ahora y a las que deberemos hacer frente cuando comencemos a superar esta primera gran pandemia global, en Cataluña como en todo el mundo.

Es aquí donde lo que en apariencia es simplemente una anécdota se eleva ya y se convierte en categoría. En sectores muy significativos del movimiento independentista catalán subsiste la confusión permanente entre lo que son sus meros deseos con la realidad, que confunde sus ensoñaciones basadas en una Cataluña virtual con lo que es, hoy y aquí, un país que, como tantos otros en todo el mundo, se debate ahora por la pura y simple supervivencia.

Pienso que poco o ningún interés o atención prestarán a este curso de verano del SEM los más de 800.000 ciudadanos de Cataluña en paro o amparados por ERTE, los más de 150.000 ciudadanos de Cataluña que acuden a entidades solidarias a recibir comida para sus familias, o los innumerables autónomos y pequeños y medianos empresarios catalanes que se verán obligados a cerrar sus negocios.