Lo más interesante, lo más novedoso esta semana, lo que se me ocurre que puede arrojar un poco de luz sobre el porvenir, es la exposición Después del fin del mundo que se inaugura hoy en el CCCB, obra de José Luis de Vicente y de Rosa Ferré.

El título, tan provocador, tiene el acierto de situarnos más allá de las despreocupadas ilusiones correctivas o paliativas sobre el futuro. En efecto, dicen todos los expertos que las primeras consecuencias del calentamiento global ya son irreparables y, por más acuerdos que se firmen en París o en Tombuctú, ya llegamos tarde. El cambio climático, que hace unos pocos años podía parecer un milenarismo discutible, ahora es una evidencia científica. Los artistas y científicos que contribuyen con sus obras, sus especulaciones y sus prognosis a la exposición nos proponen relatos y estrategias para sobrevivir en el mundo cataclísmico, robótico, postlaboral, que ya vemos emerger en un horizonte al que nos vamos acercando a una velocidad que sería aterradora si fuésemos conscientes de sus implicaciones.

"Esta civilización se ha acabado. Y todo el mundo lo sabe", sostiene una máxima de McKenzie Wark bajo cuya advocación se sitúa Después del fin del mundo. Como es natural, aún no he podido visitar la exposición, ni puedo describirla a los lectores de Crónica Global, pues tal como he dicho unas líneas más arriba se inaugura hoy, pero habida cuenta de la tradición de las expos de los últimos años en el CCCB, y conociendo a sus organizadores, sé que será, como + Humanos, Big Bang Data, La máquina de pensar o Metamorfosis, entre otras invitaciones al asombro y a la meditación sobre nuestra naturaleza y nuestro devenir, una fuente de inspiración sostenida. Quizá el domingo próximo podré decir algo más concreto.

Las irreparables consecuencias del calentamiento global deberían ayudarnos a entender la verdadera dimensión de los acontecimientos de la política catalana y española del próximo fin de semana y ponerlos en su correcta perspectiva

De momento me estimula saber que Timothy Morton, el pensador de moda, el creador del concepto "ecología oscura", el autor de Ecología sin naturaleza, haya sido nombrado, en el marco de esta exposición, "Ministro del Futuro", en sintonía, supongo, con el oxfordiano Future of the Humanity Institute, porque precisamente la inexistencia de una política futurista, el cortoplacismo, la cortedad de la mirada, constituyen la mayor debilidad y la peor carencia del sistema democrático.

Estamos los barceloneses --los catalanes, los españoles-- lógicamente neurotizados con los acontecimientos de la política del próximo fin de semana. Después del fin del mundo puede ayudarnos a entender la verdadera dimensión de esos acontecimientos tan nerviosos y a ponerlos, junto con todo lo demás, en su correcta perspectiva.