Nuestra querida alcaldesa cada día me recuerda más al célebre gato de Schrodinger, el minino cuántico que está y no está o se encuentra en dos sitios a la vez. Ante la inminencia de la Diada de la Marmota, Ada dice que hay más motivos para ir que para no ir, pero eso no quiere decir que finalmente acuda al desahogo independentista, aunque tal vez sí, pero puede que no. Supongo que es la actitud más lógica a adoptar cuando eres independentista, pero también eres unionista, cuando no aspiras a la presidencia de la Generalitat, pero igual sí y cuando consideras que Madrid es, al mismo tiempo, la capital del Estado que te oprime y el rompeolas de las Españas al que algún día te trasladarás para presidir la tercera república, si es que antes no te da por aspirar a ser Papisa de Roma, puesto que eres una ferviente católica, pero también una agnóstica que coquetea con el ateísmo.
La esquizofrenia cuántica de Ada Colau empieza a resultar un pelín pesada, francamente
La esquizofrenia cuántica de Ada Colau empieza a resultar un pelín pesada, francamente. Un día les hace un desaire a los indepes, pero enseguida les suelta un sopapo a los unionistas, puede que en busca de una supuesta ecuanimidad que se confunde alarmantemente con el oportunismo y la falta de criterio. A día de hoy, seguimos sin saber qué piensa de la independencia de Cataluña, tema que no se presta mucho a las medias tintas: por regla general, o estás a favor o estás en contra. Personalmente, yo creo que a la señora Colau lo de la independencia se la suda, pero se ve obligada a disimular para no perder votantes y, sobre todo, para “no hacer el juego a la derecha”. No es que crea que España se divide entre catalanes y fachas, como aseguran los soberanistas pata negra, pero imposta cierto catalanismo pusilánime, como hizo su secuaz tucumano cuando el famoso episodio de las banderitas en el ayuntamiento: Pisarello no intentó impedir que Alberto Fernández Díaz exhibiera la bandera española porque él fuese independentista, sino porque se le activó el gen del medro y le obligó a hacerlo: ¡Sigue la corriente y pilla lo que puedas, Gerardo!
No sabemos qué piensa la alcaldesa cuántica del soberanismo. Tampoco sabemos si acudirá a la Diada, si se quedará en casa o si estará en ambos sitios a la vez, de la misma manera que los días pares detiene a manteros y los impares hace la vista gorda. También cabe la posibilidad, claro está, de que no piense en nada que no sea ella misma, cuyo lema debería ser el que hizo célebre en Star Trek el señor Spock: Live long and prosper.