Pensamiento

¿A dónde nos lleva el acuerdo TTIP?

30 enero, 2015 08:49

Es curiosa la terminología que utilizan los iniciados en las cuestiones referentes a UE. Aunque es hasta cierto punto comprensible que predominen los nombres en inglés, sin embargo pretender que el ciudadano normal pueda saber lo que se esconde tras unas letras, o un acrónimo, es irreal y bastante arrogante. No sé qué porcentaje de ciudadanos españoles saben lo que significan estas siglas y la importancia que puede tener, en caso de que llegue a aprobarse, el Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP). Este “Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión” es un tratado comercial que se está negociando en la actualidad entre los Estados Unidos y la Unión Europea para “aumentar el comercio y la inversión entre la UE y los EE.UU., haciendo realidad el potencial sin explotar de un autentico mercado transatlántico que genere nuevas oportunidades económicas de creación de empleo y crecimiento, mediante un mejor acceso al mercado y una mayor compatibilidad reglamentaria y marcando una pauta en materia de normas mundiales”.

Nuestros aspirantes a europarlamentarios se pasan el tiempo hablando de la corrupción de España y de tópicos sobre Europa: que si los eurodiputados vuelan en Business o en clase turista

No es mi intención hacer ni siquiera un breve resumen de las ideas fundamentales de este tratado, sobre el que podéis encontrar información en los links que van al pie de estas líneas. Pero lo que quiero preguntarme es ¿a dónde nos lleva la UE con este tratado? Es curioso que este acuerdo, que se viene negociando desde hace ya muchos meses y que ha despertado tanto revuelo en otros países, no haya sido objeto del menor debate durante la campaña a las elecciones europeas. Claro que eso de elecciones europeas es un eufemismo, pues de Europa, lamentablemente, va quedando cada vez menos, incluso en el Parlamento Europeo, por no mencionar las campañas electorales a dicha institución, en las que nuestros aspirantes a europarlamentarios se pasan el tiempo hablando de la corrupción de España y de tópicos sobre Europa: que si los eurodiputados vuelan en Business o en clase turista. Y no es que no dé importancia a esto, cuando uno de los principios de mi partido es la austeridad en los gastos de los partidos políticos, pero hay temas mucho más importantes.

Y uno de los muchos temas importantes de que nos deberían hablar nuestros parlamentarios es de las consecuencias que va a tener este acuerdo TTIP para la industria y la agricultura española. No pueden contentarse con jugar un papel secundario en todo este proceso y dejar toda la iniciativa a la Comisión Europea, que no ha sido elegida directamente por los ciudadanos, y a los Estados Unidos, que normalmente tienen unos intereses diferente a los intereses de los ciudadanos europeos (véase Irak, Ucrania, Palestina y un largo etc.). Puede ser que alguna rama de la economía europea salga beneficiada con este acuerdo, pero no me atrevería a decir lo mismo de los ciudadanos en general y muchísimo menos de la economía española. Nuestros eurodiputados deben explicarnos qué compensaciones van a tener los países que salgan perjudicados de este acuerdo. ¿Dónde está la solidaridad de la Unión Europea? Si algunos países van a salir beneficiados, es lógico exigir que haya una compensación para los países o las ramas que sufran el perjuicio.

El secreto y la falta de transparencia con que se están llevando a cabo las conversaciones no es excusa para que nuestros representantes en el Parlamento Europeo no nos hablen de esto y digan que no tienen información, pues su obligación es tenerla. Estamos ante algo trascendental, pues este acuerdo podría significar el adiós definitivo a la Unión Europea (Por cierto, que estamos utilizando abusivamente los conceptos, pues estamos hablando de Unión, cuando lo que realmente tenemos es poco más que un intento de mercado interior). Este acuerdo va mucho más allá de lo que aparentemente debería ser un acuerdo comercial. Una vez que desde hace tiempo han desaparecido prácticamente los aranceles con los EE.UU., se trata ahora, en la práctica, de dar entrada –por la puerta falsa- a los Estados Unidos en este intento de mercado interior que constituye la UE, equiparando, es decir depreciando todos los estándares de calidad en los alimentos y en el sector medioambiental que tiene la UE . Tendríamos una especie de Naciones Unidas, en las que estaríamos todos dentro, pero sin posibilidad alguna de tomar la menor decisión. No, este tratado no supone un cambio de dirección del tren de la UE. Hace ya muchos años que la UE está dando marcha atrás. Hace ya muchos años que lo único que ha interesado ha sido la ampliación, porque esto favorecía a las grandes empresas, pero no se ha buscado una mayor unión de los ciudadanos, que son los grandes olvidados tanto en la política nacional como en la política de la UE. Y esto deben saberlo nuestros europarlamentarios. ¿O es que lo saben y callan?

Somos muchos los que queremos una verdadera unión política y económica de Europa y , según las encuestas, son sobre todo los jóvenes los que lo exigen.

Son varios puntos los que ha descendido la calidad de vida de los ciudadanos de la Unión desde que en la UE se da un vacío de poder

Los interrogantes los que nos provoca la negociación de este acuerdo son muchos y todos van en la misma dirección: la ausencia absoluta del ciudadano en todos los asuntos y en todo el proceso de la Unión Europa. Y esto tiene un nombre: “secuestro de la democracia” o, si preferís, “partitocracia”. Son varios puntos los que ha descendido la calidad de vida de los ciudadanos de la Unión desde que en la UE se da un vacío de poder.

Los Gobiernos de los Estados miembros son incapaces de ponerse de acuerdo y de gobernar la UE, pero se resisten a crear una auténtica unión económica y fiscal, aunque nada más fuera con los países de la eurozona, porque se resisten a ceder un poder que los ciudadanos les han otorgado para que los gobiernen y que ellos están dilapidando, porque no son capaces de ejercerlo. Se han olvidado de que son los apoderados de los ciudadanos y de que, si no son capaces de ejercer bien su misión, están obligados a ceder el mando.

Por eso, es muy importante que nuestros representantes directos en la UE estén vigilantes y exijan responsabilidades a los gobernantes de sus países. Pero ¿cómo van a exigir responsabilidades a Rajoy los eurodiputados del PP o cómo van a exigir los socialistas franceses responsabilidades a Hollande? Ahí está el problema: un Parlamento Europeo que es una sucursal de los partidos nacionales, un Parlamento Europeo que es el representante de sus respectivos partidos nacionales y no representantes de los ciudadanos.

El tratado que se está negociando con los Estados Unidos no es el principio ni la causa de los males de la UE. Es más bien la expresión de una Europa que los gobiernos nacionales y los partidos políticos desde hace ya mucho tiempo están forzando a navegar a la deriva al haber monopolizado la representación política y al haber excluido a los ciudadanos de todo el juego democrático. Unos partidos transeuropeos que escapen del monopolio de los partidos tradicionales podría ser el comienzo de la regeneración que también Europa necesita.

Estoy seguro de que muchos de vosotros estaréis pensando que lo que ahora realmente os preocupa es la situación de Cataluña, pero mientras no nos enfrentemos a la raíz de todos los males políticos, que es la misma tanto para Cataluña, como para España y para la Unión Europea, y que se llama secuestro de la democracia, no adelantaremos nada. Es hora de acabar con el monopolio de los partidos políticos. El siglo XXI es la hora de la mayoría de edad del ciudadano, que no necesita constantemente de apoderados, porque muchas cosas las sabe resolver por sí mismo.