Mientras los antaño convergentes de JuntsxCatalunya, PDeCAT, y otros cats, y ERC se pelean, o lo hacen ver, y se tiran, cual matrimonio mal avenido que son, los trastos a la cabeza, pactando con el PSC en municipios clave y en la Diputación de Barcelona --porque la pasta y el poder son siempre pasta y poder, aunque éste sea solo autonómico--, los de la ANC viven instalados en un permanente estado de perplejidad y cabreo que va in crescendo. Casi puedo escuchar a Elisenda Paluzie, su presidenta, despotricar por pasillos y despachos gritando “Ens han traït, companys!” --“¡Nos han traicionado, compañeros!”--, desencajada y furiosa ante el sindiós en que se ha instalado el mundo independentista, en el que cada cual ya va por su lado, todo parece valer y la consigna general bien podría ser aquello tan viejo de "maricón el último".

Lo de facilitar a Núria Marín del PSC la presidencia de la Diputación le ha sentado al independentismo de socarrel, ése que ni olvida ni perdona, peor que una piedra en el riñón. De ahí que hayamos visto lo nunca visto: ¡La ANC organizando escraches a las sedes de JxCat y ERC, con centenares de independentistas airados tildando a los de Cocomocho y Junqueras de sinvergüenzas y de vendidos al oro del 155! Y es que en la interminable y siempre sorprendente saga del procés “cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras”, que escribiría, esta vez sí, Cervantes.

A día de hoy el horizonte del nacionalismo separatista es absolutamente desolador. Echemos un vistazo rápido al asunto. Artur Mas, como bien saben, mangonea todo lo que puede y le dejan, a fin de regresar en loor de multitudes. Quim Torra ha vuelto a dejar bien claro que no habrá adelanto electoral, a pesar de la previsible dureza de las sentencias del TS. Ya lo adelanté: El astuto, que fue el 129 Presidente de la Generalitat, quiere ser también el 132. Y eso lo aplaza todo hasta la primavera del próximo año. Carles Puigdemont, por su parte, se desespera y se mesa el flequillo, porque el Supremo desestima todos sus recursos, mantiene su inhabilitación y se ratifica en considerarlo rebelde fugado. Además, no le llega la camisa al cuello, porque reunir cada mes los 40.000 euracos --según ha revelado ABC-- que necesita para mantener los fastos de su corte en Waterloo, y su nivel de vida high standing, resulta prácticamente imposible; de ahí que haya permanecido tan calladito durante la negociación de la presidencia de la Diputación de Barcelona, que paga religiosamente 6.000 machacantes mensuales a su esposa, doña Marcela Topor, por soltar cuatro paridas toporíferas en pikinglish que no ve ni Dios. Finalmente, lo de Quim Torra es aterrador, porque amenaza con trabajar. Sí, lo han leído bien. Harto de que le acusen de ser un haragán de tomo y lomo, un simple vicario, quiere trabajar, sentirse útil. A tal fin está reuniendo a un equipo de asesores en comunicación, especialistas en protocolo, y técnicos en sonido e imagen, que puedan viajar y trabajar en fin de semana. Así que prepárense, porque le veremos en todas las fiestas, romerías, ferias medievales, concursos gastronómicos y muestras de artesanía local de toda la geografía catalana. De entrada, este pasado fin de semana se ha enfundado hasta las cejas su calzón de baño, estilo Fraga en Palomares, y se ha mojado por la esclerosis.

Estando así el patio se hace comprensible que el desaliento se generalice y que el consumo de antidepresivos se dispare. El que las hordas amarillas no acudan ni a protestar cuando se presentan agentes judiciales a solicitar documentación en la Generalitat, es síntoma de que la cosa está muy mal. Y digo yo que será por ese motivo por el cual los de la ANC, conscientes del bajón de azúcar en sangre, se han apresurado este año a presentar la moda prêt-à-porter que causará furor el próximo 11S, última Diada autonómica.

El diseño de la camiseta de marras es, como siempre, horrible, aunque algo más de lo habitual. De un color azulón anodino, que no es ni azul cielo, ni azafata, ni cobalto, pero que inspira esperanza; con ribete amarillo, ¡cómo no!, en el cuello y las mangas. En la parte frontal destaca una estrella blanca --que simboliza, una vez más, la esperanza: to reach a star!--, marcando el centro geográfico de la Plaza de España de Barcelona, que es la ubicación elegida (se les ha ido la pinza, menuda herejía) para el aquelarre de este año; centro en el que confluyen seis importantes arterias urbanas --Gran Vía, autovía al aeropuerto, Paralelo, Tarragona, carretera de Sants y avenida María Cristina--, de unos 34.000 metros cuadrados. La idea de la ANC es que los tractorianos desborden la plaza y todas las calles que en ella desembocan. Lo mejor de la camiseta, el lema: Objectiu, independència, que a mí me recuerda el título de uno de los grandes álbumes de Tintín, Objetivo, la luna.

No sabemos, a día de hoy, en qué consistirá la performance o el flashmob, aunque yo sugeriría, por si andan faltos de ideas, que todos los asistentes, que fácilmente superarán los dos o tres millones, porten sobre sus cabezas cartulinas plateadas, tipo espejo, de modo en que desde el espacio exterior el destello rutilante de esa estrella resulte cegador y pueda ser captado en Ganímedes y Raticulín, planetas que vienen apoyando con entusiasmo la independencia de Cataluña.

Y mientras llega ese día glorioso, hagan el favor de pasar por caja. Son solo 15 euritos por camiseta. Vamos, rápido, que se las quitan de las manos y hay que seguir viviendo del cuento.