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Los que permiten que los mayores no tengan que salir de casa

Los empleados de reparto de los mercados municipales llevan las compras hechas por teléfono a los domicilios, una gran ayuda para la población de riesgo

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Los empleados de reparto de los mercados municipales llevan las compras hechas por teléfono a los domicilios, una gran ayuda para la población de riesgo, son sus escudos humanos. "Hasta ahora, el servicio se había ido manteniendo, aunque hay mucha gente que es partidaria de la compra presencial. Precisamente, los mayores son a los que más les gusta venir al mercado y pasear por las paradas para ver los artículos expuestos, aunque siempre terminen comprando en los mismos puestos de toda la vida". Así se explica Noé Alcides Mena, que desde hace seis años trabaja llevando a domicilios particulares, y también a restaurantes, los pedidos del mercado municipal de Sagrada Família, en el Eixample de Barcelona.

"Desde que se decretó el estado de alarma, el servicio se ha disparado. Si de normal se hacían 20 viajes al día, ahora son 70. De hecho, hemos tenido que limitar la zona geográfica que atendemos porque no damos abasto, y menos mal que ahora no trabajamos con restaurantes, que están cerrados. Si no, sería imposible", dice Noé. Hasta el 14 de marzo, el mercado atendía pedidos con transporte de cualquier punto de la ciudad, incluso del área metropolitana, pero se ha visto obligado a dar preferencia a los clientes más cercanos y habituales. Ha reforzado la plantilla del reparto, pero aun así ha tomado medidas de contención para evitar situaciones de abuso, como la de un cliente que hizo una compra de 10 euros la semana pasada para que se la enviaran a su casa de la Vila Olímpica.

Medidas de precaución

El comprador hace el pedido a través del teléfono en las tiendas, a las que informa de su nombre. Después, se pone en contacto con la consigna de la plaza donde, además de identificarse, da su dirección y la referencia de las paradas donde ha comprado. Cuando el repartidor llega a su domicilio, deja las bolsas en el rellano, a una distancia prudente --antes las entraba hasta la cocina-- y cobra. El mercado liquida las cuentas con cada vendedor unas horas después, o al día siguiente.

Noé es de El Savador. Llegó a Barcelona en 2001, y desde el año siguiente trabaja en el mercado de Sagrada Família. Primero lo hizo en una de sus pescaderías, después en los servicios de mantenimiento y desde 2014 en el reparto a domicilio siempre con una sonrisa en la boca.