Ian Hunter en un fotograma del videoclip de 'All of the Good Ones Are Taken'

Ian Hunter en un fotograma del videoclip de 'All of the Good Ones Are Taken'

Música

Ian Hunter

El talento y el carisma no lo son todo para triunfar en el mundo de la música pop, este músico británico pudo reinar en su género aunque su único hit, 'All the Young dudes', ni siquiera es suyo

12 junio, 2022 23:00

No basta con andar sobrado de talento y carisma para triunfar en el mundo de la música pop. Y si no, que se lo pregunten al británico Ian Hunter (Shropshire, 1939), cantante, guitarrista, compositor y héroe de culto a su pesar cuyo único hit, All the Young dudes, data de 1972 y ni siquiera se trata de una canción suya, sino de David Bowie, quien tuvo el detalle de regalársela a través de su guitarrista, Mick Ronson, en atención a la vieja amistad que unía a éste con el señor Hunter. Por aquel entonces, Ian Hunter estaba al mando de un grupo llamado Mott the Hoople (nombre sacado del título de una novela de Willard Manus) que llevaba en activo desde 1968 sin haberse comido un rosco con ninguno de sus cuatro elepés publicados entre 1969 y 1971.

Gracias a Bowie, el grupo se integró, más bien a regañadientes (nunca se les vio muy contentos vestidos de lagarterana), en el llamado glam rock y escaló las listas de éxitos por amor de una canción ciertamente excelente y con muchas posibilidades de convertirse en una especie de himno juvenil, como así sucedió. Entre 1972 y 1974, Mott the Hoople vivió una etapa de cierto esplendor --aunque nunca pasaron de gloriosos segundones en el olimpo glam donde reinaban Bowie y Roxy Music--, publicando cuatro álbumes excelentes: All the young dudes (1972), Mott (1973), The Hoople (1974) y Live (1974, grabado en directo, como su nombre indica). En esos pocos años, el señor Hunter dejó para la historia un puñado de canciones espléndidas que oscilaban entre el rock duro y las baladas sin asomo de cursilería, como All the way from Memphis, Honaloochie boogie, Ballad of Mott the Hoople, I wish I was your mother o Roll away the stone (la primera tuvo el honor de ser incluida por Martin Scorsese en su película Alicia ya no vive aquí, si no recuerdo mal).

No le sirvió de mucho. El grupo se disolvió a mediados de los 70 a causa de unas ventas que iban bajando disco a disco y entre un cierto desinterés generalizado: Hunter tenía un público fiel (entre el que me incluyo), pero más bien escaso. Y las cosas continuaron más o menos igual a lo largo de su carrera en solitario: nuestro hombre sigue en activo a sus 83 años, pero no sé si hay mucha gente que se haya dado por enterada. Aunque considerablemente más arrugado que en 1972, Hunter sigue luciendo su imagen de marca: melena escarolada, gafas de sol y chupas de cuero. Parafraseando a Gloria Swanson en Sunset Boulevard, podría afirmar que él sigue siendo grande y es el rock el que se ha hecho pequeño.

Dos discos destacan especialmente en su obra en solitario: All american alien boy (1976) y You´re never alone with a schizophrenic (1979). El primero es un álbum de resonancias muy americanas y ciertas tendencias funky, lo cual no quitaba para que se incluyera en él una de las baladas más bonitas del señor Hunter, Irene Wilde, tardío homenaje a una chica de su instituto. Destacaba en el segundo la impresionante Is there life after death, así como las colaboraciones del gran John Cale y de su viejo amigo Mick Ronson, que fallecería pocos años después a causa de un cáncer. Vinieron luego un montón de discos no tan relevantes, aunque siempre interesantes y ocasionalmente brillantes. No pudo impedir que el cursi de Barry Manilow versionara su canción Ships, pero intuyo que no les hizo ascos a los royalties.

Ian Hunter es el ejemplo prototípico del hombre que pudo reinar, pero nunca acabó de conseguirlo. Tras All the young dudes, parecía que se iba a comer el mundo, pero solo vino una carrera tan meritoria como ignorada o seguida por una base de fans no muy nutrida. Hubo, claro está, alguna reunión de Mott the Hoople, aunque más por motivos económicos y de explotar la nostalgia por los gloriosos años del glam rock que por una compartida necesidad artística entre los miembros del grupo. Y así es como Ian Hunter ha acabado pasando a la historia como una especie de pariente pobre de Bowie o Ferry que, eso sí, nunca militó en el sector más cutre del glam, tan bien representado por gente como The Sweet, Slade, Geordie o Gary Glitter, aquel mamarracho tripón embutido en lamé que acabó cubierto de oprobio (y detenido por la policía) por su amor a las niñas de los burdeles de Tailandia o Vietnam.

Algunos creemos que Ian Hunter ha sido uno de los grandes del pop, pero no hay mucha gente dispuesta a darnos la razón. En fin, como decían los estoicos, soporta y renuncia.