Tobias Smollett (1770) ANÓNIMO

Tobias Smollett (1770) ANÓNIMO

Letra Clásica

Tobias Smollet, autor del Quijote

El mítico traductor de la fábula de Cervantes, que vertió al inglés del siglo XVIII su humor y su ironía, sumerge al lector en la lengua de los sucesores del novelista

22 julio, 2021 00:00

En la columna con la que se cierra la edición semanal del Times Literary Supplement, el escritor agazapado bajo las iniciales N. B. (traza de cuando la publicación cultural británica ofrecía anónimamente sus reseñas) escribía a comienzos de este 2021 lo siguiente: “No esperamos muchas fiestas en la calle para honrar a Tobias Smollett (nacido el 19 de marzo de 1721)”. Trescientos años ya del nacimiento del autor de la más popular traducción del Quijote al inglés. No fue, por supuesto, la primera.  Shelton publicó la suya en vida de Cervantes y hubo otra bastante chapucera. Después de Smollett, naturalmente, han venido otras en Gran Bretaña, Estados Unidos e Irlanda, pero la suya quedaría como un hito, cercana, en su lengua, del español de Cervantes. No en vano Smollett vio la luz transcurrido un siglo desde la muerte de nuestro manco de Lepanto.

El escocés residió parte de su vida en el Caribe (cómo no recordar a Cervantes, que no pudo –contra su deseo– marchar a América, ese otro don que no quiso darle el Cielo). En Jamaica aprendió español y, como médico naval, participó en el sitio de Cartagena de Indias, ese Lepanto tropical en que, en vez de un manco tuvimos a un “medio hombre”, el varón entero Blas de Lezo. Smollett narró la batalla de su novela de 1748 Las aventuras de Roderick Random. Haber combatido contra los españoles no impidió, o acaso propició, que quisiera hacerse con uno de nuestros tesoros.

Don Quijote según Doré

Grabado de Gustav Doré para una edición de Don Quijote

Con su inglés sabroso y dieciochesco aderezó una traducción de la novela cervantina que ha sufrido altibajos en la apreciación crítica pero que sigue siendo leída y, al margen de inexactitudes y de los logros alcanzados por otras versiones, conserva la virtud del estilo y de llevar al lector en un viaje en el tiempo hasta un estadio de la lengua en el que vocabulario y hasta sintaxis se asemejan a los que empleaban los inmediatos sucesores de Cervantes en el abigarrado panorama de las letras inglesas.

A veces, si el traductor desea dotar de cierto empaque al fruto de sus desvelos propicia un cierto tono arcaizante cuando la obra, si juvenil de ímpetu, ya peina canas. Es una manera de falsificación que simula proximidad, aunque sea cronológica, al verdadero autor. A Smollett eso no le hace falta. Escrito en un limpio inglés contemporáneo (¡de 1755!) hoy ha envejecido, de modo que el narrador, Alonso Quijano, Sancho y el resto de voces que intervienen en tamaña maravilla se expresan con el dejo del XVII.

Don Quixote

“In a certain corner of La Mancha, the name of which I do not choose to remember, there lately lived one of those country gentlemen who adorn their halls with a rusty lance and worm-eaten target, and ride forth on the skeleton of a horse, to course with a sort of a starved greyhound”. Así hubiese escrito en inglés las aventuras de don Quijote. Su versión amplifica lo escrito por Cervantes. Más que un rasgo de alejamiento, puede considerarse un hipercervantismo. ¿No fue el autor de la segunda parte del Quijote alguien que quiso que la obra creciera con nuevas aventuras? Sabemos que quería acallar a Avellaneda, pero no a Smollett, que no es amigo de dejar en reposo a los sustantivos y los dota de verbos, en un caso brioso, en el otro debilitado: el hidalgo “cabalga” en el rocín flaco y el galgo corredor “está muerto de hambre”. El escocés declaró en la introducción a su trabajo: “Me he afanado por retener el espíritu y las ideas del original, sin aferrarme servilmente a su expresión literal”.

Smollett no solo es el autor de esta traducción del Quijote. También llevó alguna otra obra al inglés y, sobre todo, compuso una serie de novelas picarescas y de aventuras. En la cuarta de estas, la siguiente a la publicación de su Quijote, decidió crear dos personajes que son claramente trasunto de Alonso Quijano y Sancho, y con el tema de la locura aliado al de la sátira social. El título evoca el nombre de Lanzarote del Lago, flor de la caballería andante: Vida y aventuras de Sir Launcelot Greaves. La crítica ha distinguido con el epíteto cervantina a la quinta y última de las novelas de Smollett: La expedición de Humphry Clinker (1771).

Cervantes o la crítica de la lectura

El Quijote de Smollett no se ha reeditado tantas veces como el de Charles Jarvis (que en realidad se llamaba Jarves). En 1986 volvió a echarse al camino con Carlos Fuentes como escudero, que le firmó el prólogo en inglés (en español se puede leer en Cervantes o la crítica de la lectura, de 1976). No solo eso, fue quien hizo que la novela se volviera a publicar después de no estar disponible durante una centuria. El escritor mexicano halló un ejemplar en la sección de libros antiguos y raros en la biblioteca de la Universidad de Virginia y convenció a la editorial Farrar, Straus & Giroux para que diera una oportunidad a la traducción de Smollett, que le pareció la mejor al inglés. 

Fuentes escribió que la traducción que Smollett hizo es el homenaje de un novelista a un novelista. Curiosamente, Borges aseguró haber leído el Quijote en inglés antes que en español, en un ejemplar que poseía su padre, no sabemos obra de cuál traductor, y agregó que cuando por fin leyó el original le pareció una mala traducción. Una boutade más del escritor argentino. Puestos a fabular, por qué no pensar que fuera de la Smollett.