Sigrid Rausing, editora de la revista 'Granta Internacional', en Madrid / YOLANDA CARDO.

Sigrid Rausing, editora de la revista 'Granta Internacional', en Madrid / YOLANDA CARDO.

Letra Clásica

Sigrid Rausing: "Lo que no deberíamos hacer nunca es simplificar la cultura"

La editora de la revista británica 'Granta' anuncia que el próximo año publicarán una nueva selección en inglés de los mejores escritores en español

1 abril, 2019 00:05

Corría la primavera de 1979 cuando vio la luz el primer número de Granta. Fundada inicialmente en 1889, la revista británica renacía con ansias de innovar y reinventar el ámbito literario convertida en una publicación trimestral con un formato similar al de un libro. Tan sólo cuatro años después sería concebido --y ampliamente celebrado-- el primer número de la serie Los mejores narradores jóvenes, que incluyó nombres que serían mundialmente reconocidos, como Martin Amis, Julian Barnes, Kazuo Ishiguro, Ian McEwan, Joyce Carol Oates o Salman Rushdie.

Cuarenta años después de su lanzamiento, su actual editora, Sigrid Rausing (Lund, Suecia, 1962), quien se hizo con las riendas de Granta en 2005, visita Madrid y nos recibe en uno de los salones de la Casa de América, antiguo Palacio de Linares, cuya decoración de estilo italiano y francés, sus tapices y dorados, sus maderas exóticas, amplias alfombras y techos abovedados, nos remiten a otros tiempos. Sus leyendas nos acompañan. También está presente la editora neoyorquina Valerie Miles, afincada en Barcelona y fundadora en 2003 de la edición española de Granta.  

–En 2005 se hizo con las riendas de Granta. ¿Qué es lo que más ha cambiado desde que asumió el cargo?

–Uno de los aspectos que ha evolucionado muchísimo desde que asumí el puesto es la mayor presencia de mujeres. Anteriormente, los números de la revista contaban con numerosos escritores hombres, muchos más de los que hay ahora: por cada diez hombres podía haber dos o tres mujeres escritoras. Tales eran las circunstancias que en 2003 fue lanzado un número sobre crimen y delincuencia social en el que todos los textos fueron realizados por hombres. No había ni una sola autora.

Sigrid Rausing, editora de la revista 'Granta Internacional', en Madrid / YOLANDA CARDO.

Valerie Miles, a la izquierda, junto a Sigrid Rausing / YOLANDA CARDO.

Sin embargo, cuando miramos el archivo nos dimos cuenta de que, en realidad, lo que se había hecho muy bien a lo largo del tiempo eran los reportajes y las crónicas, centrados en los momentos más importantes desde el Holocausto, pasando por cuestiones más sociales como las relacionadas con Sudáfrica. Hay, de hecho, algunos textos muy famosos a nivel internacional, como el de James Fenton sobre la caída de Saigon, que es mundialmente conocido. Tengo que destacar que, tras estos cuarenta años, hay previsto un número muy especial: es la primera vez que llevamos a cabo una edición con textos del archivo histórico de Granta que mostrarán la evolución de la revista. Lo acabamos de enviar a imprenta.

–Su trabajo antes de convertirse en editora de Granta se centró en la antropología y la filantropía. ¿Qué fue lo que le llevó a interesarse por el mundo de la edición?

–Cuando miro hacia atrás y analizo mis tiempos como antropóloga me doy cuenta de que ya entonces me interesaban mucho la escritura y la literatura. No en vano, en 2005 fundé, junto a mi marido, la editorial Portobello Books. Fue en esa época cuando Rea Hederman, propietario de The New York Review of Books, se aproximó a nosotros para hablar y nos presentó la posibilidad de adquirir Granta. He sido una lectora de Granta toda mi vida, por lo que, evidentemente, el proyecto me interesaba mucho.

–¿Cuál fue su mayor desafío?

–Tras comprar la editorial Granta, en 2013, empecé a editar también la revista. Uno de los grandes retos estaba enfocado en la organización de la oficina y en cómo trabajaríamos juntos, cómo nos entenderíamos. Estoy muy satisfecha porque la relación con todos los profesionales es muy buena, y eso es algo muy importante para una revista literaria, que la parte humana funcione muy bien. Y ya no sólo dentro de la revista, sino también fuera, con el mundo editorial.

Sigrid Rausing, editora de la revista 'Granta Internacional', en Madrid / YOLANDA CARDO.

Granta ha dado a conocer a escritores como Martin Amis, Ian McEwan, Julian Barnes, Graham Swift… ¿Qué busca en un autor que aún está por descubrir?

–Es una muy buena pregunta. En primer lugar buscamos siempre la calidad literaria, aunque esto no es siempre fácil de definir. Nos interesan mucho las historias originales y particularmente interesantes. Por supuesto, pesa la parte de la historia, pero también la forma en que está contada. Los dos elementos tienen que funcionar. 

–¿Cree que la originalidad es un riesgo en el mundo editorial?

–Hay mucha escritura trivial y es muy difícil hablar de estas cosas sin caer en las banalidades culturales. Por eso no es un tema sobre el que me guste mucho conversar y, además, los gustos varían de una persona a otra. No obstante, diré que, por ejemplo, me encanta la obra de Anne Carson, que es una escritora canadiense muy desafiante en las formas. En la editorial acabamos de recibir, además, las galeradas de un joven escritor, Ben Lerner: se trata de una obra titulada The Topeka School y es una de las novelas que más me han entusiasmado en muchísimo tiempo. 

Sigrid Rausing, editora de la revista 'Granta Internacional', en Madrid / YOLANDA CARDO.

–¿Qué destaca de la edición española de Granta?

–Es la más antigua de las ediciones internacionales y, al estar publicada en un idioma transatlántico como es el castellano, es una de las ediciones más activas. No tiene nada que ver con otras publicaciones con una lengua para un solo país, como la edición búlgara.

–¿Considera que el mercado internacional apuesta por la literatura en castellano?

–Sí, claro que apuesta. De hecho, la edición de Granta en inglés tiene previsto publicar el próximo año la segunda selección de los mejores jóvenes narradores en español. Es como cuando Granta descubrió a Barnes y a otros autores, pero en este caso será una selección en inglés de escritores en castellano. 

–¿Qué autores en lengua castellana se han ganado un hueco destacado en los últimos años en la literatura anglosajona?

–El chileno Alejandro Zambra me interesa particularmente, y es uno de los mejores narradores de la selección en español que Granta llevó a cabo en 2010. Nos sumergimos en su obra y nos gustó muchísimo. Es un escritor cada día más influyente que, realmente, ha trascendido más allá del castellano.

Sigrid Rausing, editora de la revista 'Granta Internacional', en Madrid / YOLANDA CARDO.

–¿Por qué se traduce más a autores latinoamericanos que a españoles en EEUU?

–Supongo que es más por cercanía entre los países forman parte del Nuevo Mundo. Geográficamente hay un interés evidente. 

–Valerie Miles ha comentado en varias ocasiones que los jóvenes autores deben haber leído a Bolaño antes de comenzar a escribir.

–Sí, por supuesto. Estoy totalmente de acuerdo con ella. Su obra, realmente, gira en torno a cómo vivimos en el mundo hoy en día, es muy experimental y su narrativa es tan diversa que ofrece muchas posibilidades. Es un autor que ha influido mucho en el mundo anglosajón. ¿Este tipo de experimentación funcionaría en la actualidad? No creo que ahora seamos más experimentales, aunque hay una revolución constante en la escritura, y cuando piensas en los grandes modernistas de finales del XIX te das cuenta de que eran más experimentales en realidad de lo que son los escritores de hoy en día. Por ejemplo, Virginia Woolf fue extremadamente experimental en su día. Los escritores están continuamente revolucionando la literatura.

Sigrid Rausing, editora de la revista 'Granta Internacional', en Madrid / YOLANDA CARDO.

–También Miles ha hecho suya una máxima de la literatura anglosajona: "hay que ofrecer al público lo que todavía no sabe que quiere". ¿De eso depende el éxito?

–Es una cita muy buena. En la actualidad, en Inglaterra y EEUU, se ha producido una gran simplificación de la cultura y hay una tendencia por parte de muchos editores a buscar qué es lo que los lectores quieren para, finalmente, darles exclusivamente eso. Pero lo que justamente no deberíamos hacer nunca es simplificar la cultura. Nos hemos olvidado de que la cultura siempre debería ser un desafío.