Libros sobre una maleta / congerdesign en PIXABAY

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Letra Clásica

Los libros en mi maleta

Repaso de algunas de las obras literarias que llevo en mi equipaje para leer este verano

8 agosto, 2021 00:00

He metido en la maleta algunos libros para leer junto a la piscina. Dónde está esa piscina es cosa que aún no sé, pero sé que me está esperando en algún lugar. Me veo allí, con claridad meridiana.

He seleccionado “Ghachar Ghochar”, de Shanbhag Vivek (Literatura Random House): la historia de la súbita ascensión de una familia en una ciudad del sur de la India, desde la miseria a la riqueza, y que explica cómo el dinero actúa por sí mismo, dirige a la familia. Para que me interese leer esta novela tengo varios motivos. El primero es su buena reputación literaria entre la crítica anglosajona; el segundo es que me interesa, por motivos que no vienen al caso, adquirir algunos conocimientos sobre diferentes estilos y niveles de vida en India; el tercero, su brevedad: ciento treinta páginas más o menos. El cuarto y último motivo es de carácter personal: éste es uno de los últimos libros que contrató el editor Claudio López Lamadrid, más o menos por las mismas fechas en que sostuvimos una conversación breve pero, para mí, inolvidable, y poco antes de morir prematuramente.

Me llevo también, con mucha curiosidad, “La última niebla” y “La amortajada”, las dos novelas que publicó María Luisa Bombal (1910-1980), que ahora rescata del olvido Seix Barral (en una edición que además incorpora textos de Lucía Guerra, José Bianco y Jorge Luis Borges). Sé de Bombal que fue una autora original, que Borges le gustaba y la respetaba, y que se la considera precursora olvidada del realismo mágico, porque, antes que “Pedro Páramo”, puso a hablar a una muerta, precisamente en “La amortajada”. Además, la vida desarraigada de Bombal tiene ecos de leyenda maldita; siendo el más chocante de esos ecos su juvenil reenactment de la ruptura a tiros que protagonizaron en el siglo anterior Verlaine y Rimbaud, afortunadamente también sin consecuencias irreparables en el caso de Bombal y su amante. Todo la hace irresistible para mí.

Como Xórdica ha vuelto a editar “Anna la dulce”, discreta obra maestra de Dezsö Kosztolányi (1885-1936), he tenido que comprarla, porque perdí mi ejemplar de hace veinte años, cuando Ediciones B, por meritoria iniciativa de Susana Andrés, rescató varias novelas de Kosztolányi, un clásico de la literatura húngara, tan ameno como penetrante. Meto en la maleta a “Anna, la dulce”. Por cierto que me sorprendió leer en alguna parte que esta desgarrada, claustrofóbica historia de una criada doméstica a la que acaba desquiciando la mezquindad de la familia burguesa a la que sirve, eso ha sido, hasta hace muy poco, lectura obligatoria en los colegios húngaros.

Me llevo también el libro de Emmanuel CarrèreYoga”, que publicó Anagrama en marzo pasado y que hasta ahora no había encontrado momento para leer. Sigo siempre a este autor francés tan hábil y seductor en el género híbrido entre novela y testimonio. Me gustará ver cómo ha salido del desafío que supone contar su crisis matrimonial y consiguiente depresión con tendencias suicidas… sin poder mencionar a su exesposa, por prohibición legal. Entiendo muy bien a esa exesposa: nadie quiere ser un personaje secundario en la novela de otro, todos queremos ser el protagonista de nuestra novela, de nuestra vida.

Compré el otro día en la librería Pasajes, y meto en la maleta, “Les soixante-quinze feuillets et autres manuscrits inédits” de Marcel Proust y el Cahier de l’Herne dedicado a Proust con otros textos inéditos y ensayos dedicados al autor, según la fórmula tradicional de L’Herne, y que también se acaba de publicar. Las “setenta y cinco cuartillas” son un primer esbozo de “Por el camino de Swann” que quedó interrumpido, porque el autor estaba descontento y confuso sobre la continuación que debía darle. No quería escribir una autobiografía más, quería hacer algo colosal, un texto para entrar en la historia de la literatura. Entiendo que en vez de leer estos libros haría mejor en releer otra vez la Recherche, pero no puedo resistirme a este fetichismo mío, un poco ridículo, de obseso proustiano, que me obliga a comprar y leer todo lo que lleve su nombre en la portada.

'Dioses de época', libro de Valentí Puig

'Dioses de época', libro de Valentí Puig

Meto en la maleta Dioses de época, 1993-2006 (Destino), de Valentí Puig, autor del que leo sistemáticamente todo lo que publica: novelas, cuentos, poemas, ensayos y, por supuesto, sus dietarios, género en el que es maestro sin par. Tiene un fraseo majestuoso, de clásico. Me admira tanto lo que dice como lo que calla. A diferencia de previos textos memorialísticos, publicados en catalán, este libro que acaba de salir está en castellano y es una “memoria”, fundición de los diarios (inéditos) de unos años en que Puig, que actualmente vive retirado en un pueblo de la provincia de Barcelona, se subía a los aviones como quien toma el taxi y trababa conocimiento con políticos y personalidades destacadas, los “dioses” de aquella época.

En Pasajes he encontrado el famoso “Say nothing” (“Una verdadera historia de asesinato y memoria en Irlanda del Norte”, de Patrick Radden Keefe (Doubleday; hay edición en español: “No digas nada”, Reservoir books), una celebrada investigación sobre los troubles o “disturbios” en Irlanda del Norte, que empieza con el secuestro y asesinato de Jean McConville, viuda y madre de diez niños, a manos del IRA. Recuerdo que Andrea Aguilar lo recomendaba en un convincente artículo. Me lo llevo, sé que me hará pasar un mal rato, asomado a la abyección del terrorismo y la necedad nacionalista.

Y meto también en la maleta “Breviario del olvido: apuntes para dejar atrás el pasado”, de Lewis Hyde (Siruela), una colección de textos de diferente extensión y distintos autores desde la antigüedad contra el conocido dogma de Santayana según el cual quien olvida el pasado está obligado a repetirlo. O sea, sobre lo que Brassens, en su “Carte du tendre” (mapa del amor) llama “la terre promise de l’oubli”: la tierra prometida del olvido.

Y finalmente me llevo también “Valle inquietante” de Anna Wiener (El Asteroide), las memorias de una escritora que trabajó durante unos años en Silicon Valley, entre los magos y locos de las empresas que han comprado el mundo. No sé si el libro es bueno, pero supongo que sí, porque esa editorial suele acertar y porque lo recomienda con entusiasmo Marta Peirano, cuyos escritos siempre me iluminan en los temas relativos a la revolución tecnológica, a las potentes luces y a las sombras tétricas de la transformación del mundo a la que asistimos como conejos en medio del camino, deslumbrados por los focos de un coche inesperado.