Imagen de la Feria del Libro de Guadalajara (México) / © Cortesía FIL

Imagen de la Feria del Libro de Guadalajara (México) / © Cortesía FIL

Letra Clásica

Guadalajara, el paraíso de la edición (en español)

La ciudad mexicana acoge estos días la Feria Internacional del Libro, donde la cultura y la industria editorial se dan la mano. Portugal es el país invitado en esta edición

25 noviembre, 2018 23:55

Última del año, tras la de Fráncfort y el Liber, y antes de que lleguen Jaipur, Londres o Buenos Aires, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara se inauguró el pasado sábado (la cita se prolongará hasta el 2 de diciembre) en la capital del Estado mexicano de Jalisco. Esta XXXII edición está dedicada al país vecino (no, no se trata de Estados Unidos o Guatemala, sino del nuestro, Portugal).

Las letras lusas son el pretexto de un programa de actividades con presentaciones de libros, entrevistas, mesas redondas, conciertos, cine y teatro. En estos actos tendrá, cómo no, un destacado protagonismo Pessoa (son varios los actos relacionados con él), pero también hay espacio para la literatura más joven o las relaciones entre poesía y fado, sin desatender el fútbol, el cine, el rock o el papel de la mujer en las letras portuguesas, así como las relaciones con México. La legación portuguesa está formada por autores como António Lobo Antunes, Maria de Rosário Pedreira, Núno Judice, Lídia Jorge y Gonçalo M. Tavares.

Desde que se decidió designar a un invitado de honor, el ciclo de actos monográficos se ha convertido en uno de los principales activos de la Feria. Aunque su presencia sea poco menos que inexistente por la crisis política y económica que atraviesa ese país, Venezuela fue el primer país invitado en 1995. Otros han sido Colombia (dos veces, la segunda en 2007), Canadá, Argentina (también en dos ocasiones, la última en 2014), Chile (en 1999 y de nuevo en 2012), España, Brasil, Cuba (desde luego, potencia en cuanto a autores, aunque de paupérrimo tejido editorial o librero), Perú, Italia, Alemania y Reino Unido. También han sido homenajeados el Estado de Nuevo México (EEUU) y Puerto Rico, o las ciudades de Los Ángeles y Madrid. También se ha invitado a la comunidad de América Latina (en su conjunto) y a tres regiones españolas: Cataluña, Andalucía y Castilla León.

El recinto donde se celebra la Feria de Guadalajara / © Cortesía FIL

El recinto donde se celebra la Feria de Guadalajara / © Cortesía FIL

El recinto donde se celebra la Feria de Guadalajara / © Cortesía FIL

Hablar de Guadalajara no es hacerlo de una feria del libro más; es referirse a la más importante del mundo en cuanto a calidad literaria. Es cierto que hay negocio de compra de derechos, con una sección para los agentes; que los traductores aguzan sus estrategias y ponen en común sus cuitas; que hay contactos profesionales, reuniones con distribuidores y libreros; que hay, por así decirlo, business.

Pero contradiciendo esta palabra inglesa, o gringa –hablemos el español de México–, el público desborda el recinto en busca de publicaciones en español sobre todos los temas, llegando a colapsar determinadas zonas como una caravana que evacuara un mundo sin libros, con escolares que acuden en tropel y se tiran a descansar sobre la moqueta o atascando los pasillos, márgenes de la gran página de apretada tipografía en que se convierte el recinto. Hay programas de radio y televisión que se emiten desde la Feria, suplementos especiales de periódicos, programaciones paralelas en la Universidad (este año habrá unas jornadas sobre Arreola en su centenario) y en los bares y cafés del centro de la ciudad. Se presta, además, atención a la ciencia, y al urbanismo, a la política.

Asistentes a la FIL / © Cortesía FIL

Asistentes a la FIL / © Cortesía FIL

Asistentes a la Feria / © Cortesía FIL

También se otorgan premios. Este año el Sor Juana de la Cruz (para una autora) se lo ha llevado la española Clara Usón. El galardón FIL de Literaturas Romances ha recaído en la uruguaya Ida Vitale (el año pasado fue para Carrere), ganadora del Cervantes. Se celebran homenajes a las figuras del bibliotecario y el bibliófilo, y toda una larga panoplia de reconocimientos, algunos en colaboración, como el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil o el Premio de Poesía Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco.

El Homenaje al Mérito Editorial lo recibirá la colombiana María Osorio Caminata (el año pasado fue para Juan Casamayor, de la madrileña Páginas de Espuma). El Salón de la Poesía contará con Juan Kruz Igerabide, el escritor vasco ganador solo hace unas semanas del Premio Nacional de Literatura Infantil. Entre los autores mexicanos estarán casi todos los grandes, desde Álvaro Enrigue a Juan Villoro. De España acuden J.J. Armas Marcelo, María Dueñas, Manel Loureiro, Arturo Pérez-Reverte, Cristina Sánchez-Andrade y Javier Sierra. También autores iberoamericanos e internacionales, como Orhan Pamuk, Nobel de Literatura 2006.

Aunque la lista de autores es siempre apabullante, la FIL fomenta sus intervenciones públicas –en actos como el que en la pasada edición protagonizó Paul Auster en el salón Juan Rulfo, donde una hora antes ya no cabía un alfiler– más que las firmas de ejemplares, como sucede en la Feria del Libro de Madrid o en el San Jordi catalán. El público abarrota estos espacios, en buena medida incapaces de acoger la alta demanda de asistentes.

El recinto de la FIL ocupa casi 40.000 metros cuadrados en Expo Guadalajara, una zona de la ciudad que está en realidad en las puertas del municipio de Zapopan (la urbe se extiende, difuminando lindes). Allí se congregan estos días unos 800 autores y 20.000 profesionales del libro. Son 47 los países representados, y el presupuesto suma 5.225.000 euros. Las cifras de ventas del año pasado (ventas al menor y operaciones mayoristas) ascendieron a 36 millones de euros, y fueron 815.000 los asistentes. La demanda es creciente: este año desde primavera ya no quedaba un salón libre para organizar presentaciones y las habitaciones del hotel Hilton, epicentro de la Feria, han estado bloqueadas hasta hace pocos días, cuando se han puesto a la venta las habitaciones sobrantes. 

Marisol Schulz, directora de la FIL / © Cortesía FIL

Marisol Schulz, directora de la FIL / © Cortesía FIL

Marisol Schulz, directora de la FIL / © Cortesía FIL

Otra característica de la cita editorial de Guadalajara es la intensa atención que presta a la mujer. Aunque desde su fundación la presidencia la ha ostentado Raúl Padilla, ex rector de la Universidad de Guadalajara, organizadora de la Feria, todos los directores han sido en realidad directoras. Ahora lo es Marisol Schulz (de familia española de republicanos exiliados). Previamente editora en el grupo Santillana, ocupa este puesto desde 2013, cuando sucedió a Nubia Macías, ahora al frente del Grupo Planeta México.

Su predecesora fue María Luisa Armendáriz, y previamente ocupó el cargo Margarita Sierra. Se cumple con ellas la verdad de que las mujeres son grandes lectoras y buena parte de la industria se asienta sobre sus gustos e intereses. También sobre su buen hacer. Estos días es difícil conseguir hablar con Schulz: siempre está camino de algún plató de televisión o de algún estudio de radio. Su equipo trabaja a destajo, y ella no es menos. Atiende a salto de mata, pero responde con profesionalidad mientras supervisa el montaje, contenta de poder compartir lo mucho y bueno que se cuece en la capital tapatía.

Pero también hay tristeza. Estos días de vísperas la Feria ha sufrido el golpe del fallecimiento de Fernando del Paso, Premio FIL 2007, alguien que galvanizaba el afecto de los lectores. Y es que hay que recordar que el gran triunfo del modelo de la FIL es el equilibrio entre el festival y la feria profesional, donde los libros no solo hablan desde sus páginas, sino que se puede atender, presenciándolos, a sus autores, contradiciendo el celebérrimo soneto de Quevedo en que este declara a propósito de sus lecturas: “Vivo en conversación con los difuntos, / y escucho con mis ojos a los muertos.”

© Cortesía FIL

© Cortesía FIL

La edición de la FIL de 2017, donde intervino Paul Auster © Cortesía FIL

Fiesta de la literatura, la Feria de Guadalajara se ha convertido también en motivo de algunas obras literarias, como Guadalajara 2006, novela policiaca de Salvador Gutiérrez Solís en clave de humor, sin olvidar las páginas de La cosa en sí, el diario de Andrés Trapiello publicado en 2006, que recogen su visita a Guadalajara seis años antes, cuando España fue el país invitado. También, cómo no, la novela de suspense Los usurpadores, del escritor Jorge Zepeda Patterson, que narra una masacre –afortunadamente ficticia– durante la inauguración de la FIL.

El año que viene la FIL estará dedicada a la India. Portugal, país de navegantes y descubridores, le cederá el testigo como en recuerdo de la expedición de Vasco de Gama, en el siglo XVI, de aquellos marinos que ensancharon el mundo y fueron luego a inspirar los versos de Sophia de Mello o Fernando Pessoa. Este escribió en un poema sobre el descubridor: Primeiro um movimento e depois um assombro. Navegación del orbe de las letras, así es también la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde se anudan lazos de amistad, principian relaciones amorosas, se deponen enemistades literarias y en noches de ebriedad puede ocurrir de todo, como  tomar un tentempié en los actos del Instituto Nacional Electoral, deleitarse con vasitos de mezcal en el espacio de la editorial Almadía o beber tequila en el Salón de la Poesía mientras se asiste a un recital.