Pepe Vila San-Juan, en una imagen con Leo Basi / PPVILASANJUAN.BLOGSPOT

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Letra Clásica

El gran Pepus

Pepe Vila San-Juan puso pasión a todo, y con todos, y nadie vio venir cómo acabó cayendo con todo el equipo en una depresión

13 abril, 2020 00:00

Me lo presentó su primo Sergio a finales de los 70 y me pareció el tipo más seguro de sí mismo que había visto en mi vida. Pepe Vila San-Juan trabajaba en TVE como realizador, se desplazaba en Vespa por Barcelona, lucía barba de profeta y tenía justa fama de seductor y globetrotter, pues las mujeres y los viajes constituían para él dos asuntos prioritarios. Nos fuimos haciendo amigos poco a poco, y creo que lo que yo más valoraba en él era esa manera que tenía de ir por la vida pisando fuerte, esa habilidad para los equilibrios sin red en el espacio, ese mensaje sin palabras que te lanzaba de que, como dijo el clásico, no había nada que temer salvo al miedo en sí mismo. Para alguien como yo, tendente a la melancolía (disimulada o tamizada por un sentido del humor que algunos han definido piadosamente como peculiar, por no decir siniestro), la presencia de Pepus, como le llamábamos los amigos, era la garantía evidente de que nada malo podría pasarte en las siguientes horas.

Pepus se metía en todo a fondo y con su acostumbrada vehemencia. En diferentes fases, le dio por el arte contemporáneo, la arquitectura, el videoarte, Miles Davis y otros temas que ya no recuerdo, pero sobre los que no podía evitar aleccionarte cuando te veía. A medias con Lulú Martorell, consiguió rodar una de las pocas entrevistas que existen con Jean-Michel Basquiat (si no la única) y puso en marcha algunas iniciativas que salieron o no salieron, pero que les mantuvieron entretenidos durante un buen rato. Yo trabajé con él en un programa para la televisión gallega, Atlántico --versión galaica de Pleitaguensam, el espacio de videoclips de Pepe y Lulú para TVE- y en una serie de televisión sobre las islas de la Polinesia Francesa que produjo el difunto José María García Arnalot --personaje divertido, atrabiliario y bigger than life que acabará saliendo en estas páginas tarde o temprano-- y que TVE emitió tantas veces que aún me llega de vez en cuando algún euro por el guion (la presentaba Vaitiare, una ex novia de Julio Iglesias, a la que Pepus, evidentemente, se benefició). Por esa época se casó con una mallorquina encantadora con la que acabó fatal, pero de ahí salió esa estupenda persona y estupenda directora de fotografía que es Andalu Vila San-Juan.

Si de alguno de mis amigos pensaba yo que jamás se deprimiría, ése era el gran Pepus. Sin embargo, cuando se hundió lo hizo a lo grande y de manera irreversible. Hasta la depresión se la tuvo que tomar, para su desgracia y la de sus camaradas, con la vehemencia habitual. Vivía en Nueva York, trabajando para BTV, cuando se le rompió la cámara e inició así su descenso a los infiernos. Yo nunca había visto algo igual. Ni lo había visto ni lo había visto venir: toda una vida flirteando con la melancolía no me había preparado para tanta devastación moral. A día de hoy, sigo sin entender muy bien qué le pasó, pero supongo que ya da igual porque Pepus acabó falleciendo hace algunos años en el piso tutelado que compartía con otros tres seres hundidos. Nunca he sabido con exactitud de qué murió, pero puede que la costumbre de automedicarse tuviese algo que ver. Parecía haberse recuperado un poco, volvía a tener ideas y trabajaba para la pequeña productora Alguién Voló, dirigida al alimón por su primo Morrosko y Josep Antoni Salgot. Parecía que estaba saliendo por fin del hoyo y, de repente, murió cual personaje de la canción de Jim Carroll People who died.

Suelo recordarle al frente del equipo en Tahití, repartiendo órdenes y algún chorreo, o en el centro de Salud de al lado de mi casa en el que pasó una temporada extrañamente serena: en esa época, lo sacaba a comer de vez en cuando, aunque era imposible animarle y, con su vehemencia habitual, lograba deprimirte a ti, que te las veías y deseabas para verle alguna lógica a la existencia. Pepus se entregó a la depresión con tanta pasión como les puso previamente a las mujeres, los viajes, Miles Davis y el videoarte. Ya he dejado de preguntarme qué le pasó para caerse con todo el equipo de repente y, simplemente, me limito a echarle de menos de vez en cuando, como a los demás difuntos de mi biografía: Those are people who died, died…They were all my friends, they just died…