Laurence Debray durante la entrevista con 'Letra Global' / LUIS MIGUEL AÑÓN (LETRA)

Laurence Debray durante la entrevista con 'Letra Global' / LUIS MIGUEL AÑÓN (LETRA)

Democracias

Debray: "Si el rey Juan Carlos muere fuera, España quedará muy mal en la esfera internacional"

La autora de 'Mi rey caído' señala que el país debería mostrar orgullo por su transición política y la evolución social y económica de los últimos 50 años

28 abril, 2022 22:45

Laurence Debray (París, 1976) asegura que ha tenido y tiene toda la libertad para escribir sobre el rey Juan Carlos, el emérito, que vive ahora en Abu Dabi. Historiadora, --estudió en la Universidad Sorbona—Debray es hija del filósofo Régis Debray y de la antropóloga Elizabeth Burgos, dos revolucionarios hijos del 68 que ella retrató en Hija de revolucionarios (Anagrama, 2019). Y lo hizo con crudeza, con la convicción de que a los que se ama hay que contarles la verdad. Vivió de adolescente en Sevilla, con su madre, y de esa estancia surgió su interés “político” por España, con toda su atención puesta en el jefe del estado, el rey Juan Carlos I. Y en su figura ha centrado gran parte de su obra, con la realización de un documental y ahora con la publicación de Mi rey caído (Debate), un libro en el que señala que España debería defender “el patrimonio” que supone el rey emérito.

Debray, en esta entrevista con Letra Global, no duda en defender la transición española. Y tiene algo muy claro: "Si el rey Juan Carlos muere fuera, España quedará muy mal en la esfera internacional". Sobre Francia, --la entrevista se realizó en Barcelona antes de las elecciones presidenciales francesas-- considera que el verdadero problema puede llegar cuando Macron --de quien no dudaba que iba a ganar las elecciones-- se vea forzado --si sucede-- a una cohabitación con Marine Le Pen, en el caso de que la ultraderecha gane las elecciones legislativas, en dos meses. "Esa cohabotación, si llegara, sí sería muy complicada, porque la V República no está pensada para esas circunstancias, aunque se hayan dado varios casos". 

--Pregunta: ¿Por qué esa fascinación por el rey Juan Carlos I, más allá de buscar lo contrario que encontró en su familia de intelectuales franceses de izquierda?

--Respuesta: Hay, en primer lugar, un interés por la historia política. Es mi gran interés, que ahora se ha puesto de manifiesto con las elecciones presidenciales francesas. Francia ha salido de la gran historia política. Somos el país de la Ilustración, y del General De Gaulle. Pero desde hace décadas hemos sufrido un proceso doloroso, en el que el país ha salido de esa historia política. Eso lo viví en casa, con la desilusión de mis padres en los años ochenta. Francia dejaba de ser lo que había representado en el mundo. En cambio, España comenzaba en ese momento. Yo me encontré en Sevilla, con mi madre, en un periodo único para España. Se salía de la transición, había habido un golpe de estado, Semprun era ministro de Cultura y comenzaba una nueva España. La historia estaba en marcha. Eso me fascinó. Y en lo más alto, en la cabeza del estado, había un rey, mucho más simpático y sociable que nuestro Mitterrand, que tenía un cariz mucho más monárquico y con más boato. Y eso es lo que me interesó. Tuve la suerte de ver a España en un momento histórico y era algo muy excepcional. Y no sé si los españoles son conscientes de eso.

El Rey Juan Carlos se considera una pieza clave en esa transición a la democracia, pero hay voces que sostienen que no tenía otro camino. Que hubiera hecho lo mismo cualquier otro mandatario.

No creo para nada en esa teoría. El rey es el motor del cambio. Cuando muere Franco, los estudios de la época y los archivos extranjeros lo que muestran es que hay una gran preocupación y miedo por otra guerra civil. No se ve bien que se pueda producir una transición rápida. No se conoce al rey Juan Carlos ni se sabe cómo actuará. Es un momento de opacidad. Los norteamericanos tenían miedo al Partido Comunista, que todavía era una especie de mito. No se sabía quién estaba detrás, y no se deseaba la legalización de los comunistas. Estados Unidos no empujaba para lograr una transición rápida. Y todos los países europeos estaban muy preocupados. No era obvio ni natural que se caminara hacia una democracia. Después de 40 años de dictadura es cierto que el sentido de la historia iba en esa dirección, pero no estaba claro ni el cómo ni en cuánto tiempo. La transición, por tanto, sigue siendo un modelo increíble. Con el gran acierto de encontrar a una figura como Suárez, un nombramiento del que se dijo que había sido ‘un error, un inmenso error’. (Ricardo de la Cierva). Nadie dijo, por tanto, que sería un éxito. Y lo fue.

Portada del nuevo libro de Laurence Debray / LUIS MIGUEL AÑÓN

Portada del nuevo libro de Laurence Debray / LUIS MIGUEL AÑÓN

¿El gran mérito del rey Juan Carlos es la elección de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno?

Sin duda. Suárez actúa como hombre político que dice lo que va a hacer y lo aplica. En un año acomete una reforma detrás de otra. Cumple con su programa. Lo que pasa es que los españoles mantienen su particular leyenda negra sobre su historia, cuando deberían ir por el mundo exhibiendo todo lo que han hecho, el mejor ejemplo de transición democrática. Si hubiera pasado en Francia, había diez comisiones con los mejores intelectuales difundiendo todo ese legado. Y el que conduce esa operación es el rey, un rey joven, pero muy astuto que consigue alinear todas las piezas. El rey elige a Suárez y a Torcuato Fernández Miranda, desde las Cortes. Y sabe esperar. Deja un tiempo a Arias Navarro. Sabe que no puede aplicar cambios bruscos. Es un juego de ajedrez.

Pero el rey Juan Carlos arrastra ahora una vida particular llena de excesos, con una doble vida, con el cobro de dinero de distintas fuentes. ¿Cómo se puede acometer un juicio ponderado?

Creo que hay que saber distinguir la obra pública de la vida privada. No debería afectar tanto. Pensemos en Francia y en Mitterrand. Fue amado y también muy criticado. Pero se valora su rol como un buen jefe de Estado. Tuvo, sin embargo, una vida privada muy complicada, con dos familias, una de ellas secreta hasta el final. Ningún francés puso en cuestión su obra política. Existe esa idea de los dos cuerpos del rey. Cuando se muere, decimos Viva el Rey, porque el cuerpo físico no tiene tanta importancia como la institución de la monarquía. Por eso creo que hay que saber distinguir una vida privada fatal con una gran obra pública. Y menos mal. Prefiero eso que al revés, aunque ya sé que lo ideal sería otra cosa. Pero no existen los santos. En política, por lo menos, yo no los conozco. Es mejor ser un gran jefe de Estado y un pésimo marido que al revés.

¿El gran secreto de España es el pacto que establecen el rey Juan Carlos y el presidente Felipe Gónzalez?

No solo con Felipe González. El rey conecta con toda la izquierda, con una generación de españoles de izquierdas, con la oposición antifranquista.

Con Santiago Carrillo.

Sí, y eso que Carrillo era un hombre muy fuerte, con valores muy claros y establecidos. El Partido Comunista era algo muy rígido, a pesar del llamado eurocomunismo. Pero el rey consigue esa relación con el antifranquismo, con el convencimiento de que puede haber un plan conjunto para el país. Y, además, conecta humanamente con todos ellos.

Laurence Debray / LUIS MIGUEL AÑÓN

Laurence Debray / LUIS MIGUEL AÑÓN

¿El 23F supone su gran aportación a la democracia, o puede resultar un mito que se vaya desgastando?

Es su gran aportación. Le deben la vida. Porque todo podía haber sido muy diferente. Es un mito, sí, pero es que realmente hay que reconocer su papel, porque en ese momento entra en la categoría de los héroes.

¿Se desentiende el rey de su papel público tras el 23F y pacta con la clase política española que le dejen hacer en su vida privada?

No lo veo así. El rey mantiene muchos otros objetivos, como la integración en Europa, en lo que después será la Unión Europea. Abre puertas, posibilita la cumbre de jefes de estado y de presidentes de gobierno de Madrid en 1991, que es algo extraordinario. Busca los Juegos Olímpicos de Barcelona, en los que ya pensaba cuando Franco estaba vivo. Y mantiene una agenda para el país. Eso lo hace junto a Felipe González.

Laurence Debray / LUIS MIGUEL AÑÓN 

Laurence Debray / LUIS MIGUEL AÑÓN 

Pero, ¿no ha fallado España al no plantear en su momento una ley de la Corona como sí tienen los países nórdicos con monarquías?

Puede ser, pero no era una prioridad en su momento. Había muchas cosas por hacer. Yo estaba en Andalucía y había un gran trecho en distintos ámbitos, en carreteras, en  aeropuertos…Se construía el porvenir. No era como ahora. También se reprocha que el varón prime en la línea sucesoria. Pero en aquellos años no creo que cambiar eso fuera una prioridad. La Constitución española no es perfecta, la transición tampoco, pero al mismo tiempo han resultado un milagro.

¿La monarquía ha quedado más protegida con el PSOE que con la derecha?

La monarquía no habría podido funcionar sin la cohabitación con el PSOE.

¿Debe volver el rey de Abu Dabi?

Es que no entiendo por qué se fue. Su sitio está en España. Un jefe de estado debe estar en su país. Me parece insólito. Mandarlo al exilio para quitarse el problema es lo mismo que hace un niño cuando se tapa los ojos. Para España, que el rey esté en un desierto es un problema. Mejor que esté en España.

Pero la Corona no parece interesada.

Ni tampoco muchos españoles o el gobierno. Pero es peor que esté fuera. La verdad es que los españoles deberían asumir su propia historia. Si el rey muere fuera, España quedará muy mal en la esfera internacional. Y no es bueno para la propia familia del rey. Yo tuve problemas con mi familia, pero al final es mi familia, y me reúno con ellos cuando toca. El estado español tiene que ser lo suficientemente fuerte para tenerlo en casa. Sarkozy tiene dos condenas y puede tener dos más, pero nadie le ha dicho que se deba ir del país. Está en el consejo constitucional, con todos sus privilegios. Es una parte del estado francés.

Laurence Debray durante la entrevista con 'Letra Global' / LUIS MIGUEL AÑÓN (LETRA)

Laurence Debray durante la entrevista con 'Letra Global' / LUIS MIGUEL AÑÓN (LETRA)

¿España es más fuerte con el rey en casa?

Sí, por supuesto. España será más fuerte si el rey vuelve. No veo que gane fortaleza con él fuera del país. Es una posición que denota, de hecho, fragilidad y cobardía.

¿Debería ofrecer una explicación a los españoles, como ha dicho el presidente Pedro Sánchez?

No lo sé, pero, en todo caso, no creo que la deba dar a partir de la orden de Pedro Sánchez. Pero si la quisiera ofrecer, adelante. El problema es que la Casa Real no dice nada. Su comunicación es muy limitada. Ni el hijo ni el padre dicen nada.

¿El rey Juan Carlos tiene ganas de volver?

¿Ganas? Tiene muchísimas ganas de volver. Hay gente que dice que no volverá nunca. Sería muy triste que eso sucediera. Y sería fatal para la imagen internacional de España. Hay que tener en cuenta que entonces, en la transición, había muy pocas personas españolas que contaran en el mundo. Estaba el rey Juan Carlos, Julio Iglesias y Almodóvar. Poco más. ¡Picasso ya era francés! Miró era de otro tiempo. Los que contaban, después de Franco y hasta los años 90, no eran muchos. Y todos conocían a Juan Carlos. El patrimonio de España es también el rey Juan Carlos. Despojarse de ese patrimonio debilita a España.

Retrato de Laurence Debray en la entrevista con 'Letra Global' / LUIS MIGUEL AÑÓN (LETRA)

Retrato de Laurence Debray en la entrevista con 'Letra Global' / LUIS MIGUEL AÑÓN (LETRA)

¿La monarquía puede ser considerada como un elemento de estabilidad en las democracias liberales contemporáneas a pesar de su papel, en principio, anacrónico? 

Sí, son muy democráticas. Lo vemos en el índice que elabora The Economist. Lo comprobamos también en un país como el Reino Unido, con la reina como pieza central, como parte de la historia británica. A los británicos les da espesor, y es un elemento también sentimental. Y no se podrá decir que el Reino Unido no es un país moderno. La nación se construye con su propia historia. Uno no puede ser moderno sin identidad. En Francia, el presidente Hollande quería aparecer como un presidente normal, y eso cayó fatal a los franceses, que quieren que el presidente trascienda. Es la representación del estado francés. 

¿Macron lo sabe y va en esa dirección?

Macron lo sabe y trata de conseguirlo. Es joven, y está delante de una Francia que yo creo que es irreformable. Tiene más quesos que días del año, como decía De Gaulle. Es un país muy dividido, que salió conmocionado tras los atentados islamistas, que España también ha sufrido. El islamismo ha dividido mucho. Y nunca pensé que todo ello derivara en el derrumbe de los partidos tradicionales. Ese es el gran cambio que se ha producido. Lo que hay ahora son movimientos detrás de dirigentes. No hay intermediarios, porque los partidos y los sindicatos han desaparecido. Ahora hay el líder y el pueblo. 

¿Tras las elecciones presidenciales, con el triunfo de Macron, se puede pensar, sin embargo, en la necesidad de reformar la V República? ¿El sistema da todavía de sí?

El sistema da. Yo, que tengo una madre venezolana, creo que no se deben cambiar las constituciones. Puedes abrir una caja de pandora que resulte fatal. Puede haber modificiaciones, pero no reformas profundas. Menos mal que se mantiene el sistema. 

¿Y en España?

Creo que sería peligroso. Hay que tener una cierta madurez, con mayorías responsables, para abordar cambios en la Constitución. Solo hay que pensar en lo que ha pasado en Venezuela. 

¿Qué le dice a los que señalan que al Rey Juan Carlos nadie lo votó?

Sí se le votó, a través de la Constitución. Y se votó antes la reforma política. Y hubo mayorías importantes. Creo que el debate sobre la forma de Estado en España es un falso problema. Me parece que como embajador en el extranjero, Felipe VI ha hecho y hará más por España que un Pablo Iglesias, por ejemplo. Hay otras prioridades que cuestionar la forma de Estado. 

¿Y la idea de que, en realidad, no ha cambiado gran cosa en España desde el final del franquismo?

A todos los que sostienen eso, les diría que vayan a Corea, porque manifestar cualquier crítica en España prueba que es una democracia plena. También diría a todos los que critican que hay elites que no cambian y que son las que mandan que las elites son un motor, y que están en todos los países. Que vayan a Cuba, donde también hay elites. Deberían estar orgullosos los españoles de sus elites. España está reconocida como una buena democracia en el ámbito internacional. Es ideología y retórica sin fundamentos lo que se expresa con esas críticas. 

Usted, con lazos familiares con Latinoamérica, ¿le sorprende que partidos como Podemos hayan trasladado a España modelos políticos de aquel continente?

Me sorprende, porque se han visto que son fracasos notables. Venezuela, que conozco bien, era de los países con más riqueza del mundo y hoy es de los más pobres, con un tercio de sus habitantes que pasan hambre. Creo que se manejan los que siguen esos modelos con un lenguaje del siglo pasado, con historias sobre la guerra fría. Y estamos en otro mundo. En todo caso pueden hacer soñar, crear esperanzas, pero está claro que cuando se intentan aplicar no funcionan. 

¿Ha leído el rey su libro?

Sí, lo ha leído en francés, un idioma que concoce y que lee muy bien. Pero no me comentó nada y eso está bien. Me da más libertad. Siempre he tenido esa libertad con él, que tuve para realizar el documental. No me pidió nada. Lo vio cuando ya estaba acabado. Me da mucha libertad saber eso. Y mantengo el contacto, porque cuando uno está mal, me parece normal poder hablarle y no juzgarlo. Me parece que es lo mínimo que se puede hacer.