María Fasce

María Fasce YOLANDA CARDO

Letras

María Fasce: "El nuevo 'boom' latinoamericano está protagonizado por mujeres"

La autora argentina, directora de los sellos Lumen, Alfaguara y Reservoir Books, reflexiona sobre el proceso de escritura de su última novela –El final del bosque (Siruela), galardonada con el Premio Gijón– y analiza el sector editorial

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María Fasce vive literalmente entre páginas escritas. Editora y escritora. Siempre está escribiendo, reconoce, pero ejercer como editora es para ella dedicarse al más bonito de los oficios. Responsable de tres sellos –Lumen, Alfaguara y Reservoir Books– Fasce ha sido reconocida con el Premio Gijón por El final del bosque, una novela oscura en la que, después de un arranque propio del género negro, nos adentra en una casa en medio del bosque donde se han reunido tres hermanos, dos mujeres y un varón. Lola, editora, mujer separada y con un hijo, es la protagonista. A través de ella vemos y dejamos de ver lo que acontece. El final del bosque es una novela que, más que contar, insinúa y deja entrever; una novela sobre las herencias materiales y emocionales, sobre el deseo y la frustración, sobre el amor, las relaciones elegidas y las impuestas, como las familiares.

Tras la concesión del premio, usted dijo: “Lo que no te mata te hace más libre”. ¿Se refería a ser más libre para escribir?

Esta frase, en ese momento, hace referencia al hecho de que yo siempre escribo ficción. Es verdad que parto de un hecho, de una vivencia, de una situación o de una circunstancia concreta, pero luego aparece la ficción. En los escritores encontramos habitualmente esa actitud algo patológica que hace que, en medio de un dolor muy grande o de una ruptura, estén pensando que aquello que están viviendo puede ser un libro o puede convertirse en la escena de una novela. Yo funciono así. No hago autoficción, pero la realidad siempre es el detonante. Me gusta mucho lo que decía a sus alumnos Flannery O'Connor en sus cursos de escritura de relatos: "Una buena historia cuenta lo que hace una persona determinada en una circunstancia determinada".

Esta es la clave. Cuando tengo esa especie de pantallazo, que se convierte en el detonante de una historia, empiezo a tirar de ese hilo y, entonces, por más que el disparador haya sido real, lo único que importa es la historia que se inventa. Porque de lo que se trata es de construir una historia que interese y que el lector sienta que es real, es decir, que el lector se crea. 

María Fasce

María Fasce YOLANDA CARDO

Sin embargo, usted sabe como editora que se está tendiendo mucho a una literatura que se presenta a sí misma como biográfica o de no ficción.

Sí, pero lo que se considera autoficción, por ejemplo, es también ficción. Esto es algo que dicen muchos documentalistas: el documental es ficción en cuanto, desde el momento en el que e decides dónde pones la cámara o qué toma eliges y cuál descartas, ya estás creando. Esto pasa también en los libros; los de Carrère son un buen ejemplo de lo que comento; él se basa es un hecho real, pero luego crea un relato. Desde el momento en que hay escritura es lícito hablar de ficción, aunque la fuente sea un hecho. La escritura opera así, pero no solo ella, también la memoria, porque lo que hace la memoria es reescribir, ocultar… A mí me fascina la obra de Annie Ernaux, que hace poco se publicó en Francia en un único volumen titulado Escribir la vida. Ya desde el título se subraya que no está escribido su vida, sino la vida. 

En El final del bosque usted nos hace creer que estamos delante de una novela policiaca, pero en el segundo capítulo nos lleva a una trama que tiene como fin indagar en las relaciones familiares.

Sí, esto tiene que ver con el origen de la novela. Su embrión fue una pesadilla de la que me desperté agitada. De inmediato, apunté en mi bloc de notas lo que estaba soñando: mis dos hermanos y yo en una cabaña en el bosque, desde la cual veo a un hombre tendido en el suelo. Este es el origen de la novela. Empecé a escribirla con mucho entusiasmo y también con perplejidad porque creía que por fin tenía entre manos una novela negra, porque, si bien siempre construyo todas mis tramas pensando en que hay algo que resolver o que desvelar, nunca he escrito una novela de género y nunca había narrado un crimen.  Así comencé a escribir la historia de estos tres hermanos en el bosque, pero, como sucede siempre, una escribe y va armando la trama sin saber cómo va a progresar, porque hay cosas que se descubren mientras se escribe. Esto es lo divertido.

'El final del bosque'

'El final del bosque' SIRUELA

¿Se tiene que divertir escribiendo?

Siempre. Si tú te diviertes, entonces consigues que el lector se divierta y se interese por lo que has escrito. Cuando tuve el primer borrador fui repasando los distintos hilos narrativos; no me terminaba de convencer el final. Yo creía tener una novela de suspense y, por tanto, debía ser sorprendente para el lector. Así que hice la prueba de poner la escena del crimen al comienzo y, después, empezar desde el principio la trama. Asimismo, decidí retomar en la mitad de la novela esa escena. Y así la novela funciona mejor. Me acordé de La amiga estupenda, novela que admiro mucho y que pertenece a la saga de Elena Ferrante, que empieza toda la saga con dos páginas en las que nos encontramos con Elena, siendo ya una mujer de más de 60 años, que pregunta dónde está Lila. Luego empieza la novela, donde se nos narra la infancia de estas dos niñas en Nápoles. Ferrante habría podido empezar directamente por la infancia, sin embargo, añade esas dos páginas iniciales. La genialidad de Ferrante reside en que, en la recámara de tu cerebro, te instala la información de que Lila va a desaparecer y con esta información tú lees los centenares de páginas de la saga. Sabes que va a desaparecer, pero no sabes cómo. Esto lo descubres al final. Y mi apuesta fue hacer algo parecido.

¿La reescritura es, incluso, más importante que la escritura?

La escritura de una novela es muy larga, un viaje con muchas etapas. Tanto Stephen King en Mientras escribo, como de Patricia Highsmith, autora que también tuve muy presente, en Suspense, hablan de tres, cuatro e, incluso, cinco reescrituras. Es fascinante ese momento cuando ya has logrado sacar esa primera versión, lo que Carrère llama el Oso, y entonces tienes que ver cómo organizar todo ese magma. Para eso, no pienso en términos comerciales ni en nada parecido. Pienso en el lector, me pienso a mí misma como lectora. Yo me puedo aburrir con los libros si la trama no me brinda sorpresas o si, a falta de sorpresas, no tienen un estilo deslumbrante. Yo no soy John Banville, así que intento aprender de otros autores a organizar la trama. En este caso, Ferrante fue clave. 

¿Cómo se relaciona su mirada como editora, acostumbrada de editar textos de otros, con su propio texto? 

Cuando se escribe solo se tiene que pensar en que la novela avance. Luego empieza la segunda etapa, la de revisión y reescritura. Es muy difícil ver los propios errores, pero no solo en la escritura, sino en todos los planos de la vida. Lo mejor de mi trabajo es ser capaz de ver no tanto los errores como las cosas mejorables en los textos de los otros. Cuando te enfrentas a tu texto tienes que alejarte y tomar distancia. Dice Rosa Montero, y tiene toda la razón, que en la etapa de revisión lo que tienes que hacer es quitar todo lo que sobre. Todo lo que está en el texto tiene que ser funcional y tener sentido. Lo que muchas veces pasa es que te encuentras con una página, con una imagen o con un diálogo que te quedó muy bien, pero tienes que ser capaz de quitarlo si es innecesario. 

María Fasce

María Fasce YOLANDA CARDO

El famoso clavo de Chéjov.

Exacto. Si no sirve, si no encaja, lo tienes que quitar. Eso sí, puedes guardarte esa imagen o ese diálogo para otra novela. Es en estos momentos cuando aparece la editora, que también se fija en las repeticiones o la que intenta que, en este caso, siendo una novela oscura que tiene lugar en un bosque, no caer en la reiteración de utilizar muchas veces la palabra oscuridad o sus derivados y que, hablando de la locura, tampoco tenga muchas referencias explícitas al tema, porque me interesa que esto aparezca en una capa posterior. A todo esto, tengo amigos implacables y yo sigo a rajatabla todo lo que me dicen en el sentido de que, si me señalan un problema o algo que está mal, presto atención y, aunque no haga lo que ellos sugieran, sí lo reescribo.

Su novela no es explícita: alude más que dice.

Era difícil encontrar ese punto intermedio, porque no me gusta la literatura críptica. No hay en absoluto una voluntad de no ser clara, pero sí un deseo de que algunas cosas se vayan entendiendo a medida que avance la lectura o, incluso, en una segunda lectura. Cuando veo Mulholland Drive o Carretera Perdida, y no es que quiera compararme con David Lynch, lo que me gusta es que no está todo claro, que hay que volver a ver la película otra vez para comprenderlo todo. En este sentido, tuve muy presente a Lynch.

¿Se aleja de la novela negra o policial donde al final se comprende todo?

Depende. No siempre es así. Piensa en las novelas de Claudia Piñeiro: en ellas, la policía nunca resuelve los casos; es impensable que en sus novelas, ambientadas en Argentina, sea la policía quien resuelva los crímenes. Me gustaba la idea de que en El final del bosque hubiera sorpresas hasta el final. Yo no soy escritora de novela negra, me parece un género muy difícil y que requiere un talento muy grande. A mí, más allá del crimen inicial, me interesaba contar una historia de amor, como la hay en todas mis novelas. Y me interesaba también hablar de la familia. De hecho, más allá de ese muerto inicial, la primera intriga es saber qué hacen los tres hermanos en esa casa y, luego, qué sucede con esa herencia que no es solo material, sino también emocional, cómo se llevan, qué significaron para ellos los padres.

'Las vidas de Elena'

'Las vidas de Elena' EDHASA

Al leer su novela pensé en esas tres hermanas protagonistas de Gritos y susurros de Bergman.

Me gusta esta referencia porque el cine es clave para mí, como también lo es, especialmente para esta novela, Carol de Patricia Highsmith, que es una autora que me entusiasma. 

También pensé en su anterior trabajo, Las vidas de Elena.

Las obsesiones están ahí. Cuando escribes un nuevo libro solo piensas en la historia, en lo que vas a contar. Sin embargo, si echas la vista atrás te das cuenta de que se repiten los temas, la soledad, Dios, el padre, la familia, el amor… Todo esto va conmigo y me acompaña también en el libro que estoy escribiendo. Retomando lo que decía Flannery O'Connor, cada uno de mis libros se pueden leer como la indagación en torno a una persona determinada en una situación determinada.

Dice que está escribiendo un nuevo libro.

Siempre escribo.

¿Qué significa la escritura para alguien que dedica su vida a la lectura y al trabajo sobre los textos? ¿Es el espacio de libertad donde es más usted misma? 

Nos reflejamos en todo lo que hacemos. Yo soy yo cuando edito, yo soy yo cuando escribo, yo soy yo cuando bailo tango. No me puedo escapar de eso. Tampoco puedo decir que trabajo de editora pero, en realidad, lo que quisiera es escribir todo el tiempo, porque no es verdad. Yo amo mi trabajo. Para mí es el más hermoso del mundo. No podría solo escribir, como tampoco podría solo editar. Ser editora te enseña que cada libro tiene su tiempo de cocción, hay que tener paciencia, ser consciente de que no todos tienen el mismo éxito. El final del bosque me está dejando abrumada y perpleja, porque va por la segunda edición en una semana y está recibiendo reseñas increíbles. Ser editora también te enseña a mirar con distancia tu obra. Aprendes que lo único que importa es intentar escribir el mejor libro posible sin ansiedad. Yo mando mis manuscritos a premios porque es una manera de seguir corrigiéndolos y de exponerme no solo a otros editores, sino también a un jurado.

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María Fasce YOLANDA CARDO

Lo hace en un país donde los premios literarios despiertan suspicacia y desconfianza.

Hay premios y premios. Es probable que haya premios que no sean limpios, pero hay otros que sí lo son. El Premio Gijón lo es. Yo siempre he mandado mis manuscritos a los premios y, de hecho, publiqué mi primer libro gracias a un premio que gané en Buenos Aires. Gracias a ese premio Guillermo Chabelson me propuso representarme como agente, cuando a mí jamás en la vida se me había ocurrido tener un agente. Lo que quiero decir es que los premios son una validación adicional.

Usted se presenta a premios y no se edita a sí misma.

Yo escribo una novela que me publicaría, pero decido no publicarme. Esta es la cuestión. En mi día a día soy editora full time. Escribir una novela, aunque suene cursi, es una especie de enamoramiento. Tú eres un ser funcional que se desplaza por la ciudad y que trabaja, pero  tu cabeza está todo el tiempo pensando en un hombre, en una mujer o en una novela. 

El amor, la locura, el deseo y las relaciones familiares son algunos de los temas de sus libros. ¿Cómo le influyen estos temas que tanto le interesan a la hora de enfrentarse a un manuscrito que quizás pueda llegar a publicar?

Los intereses de la autora se separan completamente de los intereses de la editora. Dirijo tres catálogos y tengo que ver cómo encaja cada libro en cada catálogo. Como leo como editora no tiene nada que ver con mis lecturas personales. Ahora, por ejemplo, estoy releyendo Fanny and Zoe de Salinger. En mi vida privada leo libros que tienen que ver con los temas que me interesan o las novedades de mis autores preferidos: Carrère, Murakami, Houellebecq, Milena Busquets.  Así soy como lectora en mi vida privada. Por supuesto, soy la misma persona que edito, pero cuando edito pienso de manera distinta, en cómo voy a hacer para convertir ese determinado libro en una noticia, en cómo voy a hacer para que ese libro converse con los otros libros que están ya en el catálogo.

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María Fasce YOLANDA CARDO

Hay diferentes tipologías de libro, pero cuando te llega un libro como La verdad sobre el caso Harry Quebert o La novia gitana lo primero que piensas es que lo tienes que publicar. Luego empieza ese trabajo de ver cómo lo voy a contar a los periodistas, a todo el equipo de Penguin (comunicación, marketing…). Un catálogo es una especie de familia de autores y de temas, y en su construcción intervienen distintos elementos. Ante todo, está la conexión con el libro. Luego el hecho de que resulte interesante y entretenga. Si se trata de un manuscrito escrito por un autor en español no leo solo el texto, a diferencia de lo que sucede con las traducciones. 

¿En qué sentido?

Tras tantos años como editora puedo llegar a vislumbrar en qué se puede convertir ese manuscrito. El editor es, en ese sentido, como los cazatalentos que ponen el ojo, por ejemplo, en personas en las que nadie se fijaría y que ellos convierten en modelos porque saben que recortando el flequillo, peinándolas de determinada manera y maquillándolas puedes convertirlas en figuras de referencia en la moda. Sacas su mejor versión. Esto es lo que yo intento a hacer con los libros: tú no contratas el libro que va a salir así, sino que contratas un libro sobre el que, junto con el autor, realizo de manera totalmente anónima y secreta posible un trabajo para obtener la mejor versión de él. Así leo para la editorial, pensando en el libro que ese manuscrito puede llegar a ser. 

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María Fasce YOLANDA CARDO

Si le dijera que su novela la veo en Lumen, donde hay una fuerte apuesta por las autoras contemporáneas...

Eso lo pueden decir los periodistas, los críticos… Por lo que se refiere a Lumen, fundada por Esther Tusquets, fue un sello que, antes que nadie, en la década de los sesenta, empezó a dar importancia a la literatura que escribían las mujeres. Cuando yo llegué al sello vi cuáles eras sus características y seguí construyendo a partir de ahí. Lo mismo hice con Alfaguara. Es como si un modisto entra a trabajar en Balenciaga: para introducir elementos nuevos tiene que ser consciente del legado. Lo mismo sucede en el mundo de la edición. Para introducir cosas nuevas debes tener presente la herencia, porque es tu mayor valor. Tienes que ser fiel a ella y, al mismo tiempo, reinventar el sello. Este es el desafío. Hay que tener en cuenta que estamos en un momento de absoluto esplendor de escritoras. Si hablamos de Latinoamérica, a diferencia del que tuvo lugar en los sesenta, el nuevo boom está protagonizado por mujeres. Hay que saber leer el tiempo en el que se vive y lo que se está escribiendo.

¿Quiero decir publicar en función del tiempo y del contexto?

Tampoco esto. El hecho de que tenga éxito 50 sombras de Grey no te puede llevar a publicar solo novela erótica. Siempre pienso en Steve Jobs cuando se plantea esta cuestión. Cuando creó el iPhone, la gente no estaba esperando un iPhone. Sin embargo, él se dijo: “Voy a hacer que necesiten un Iphone”. Y así lo hizo.