
El escritor argentino César Aira, Premio Formentor 2021 /@JAIMEFOTO
'En El Pensamiento' de César Aira
La literatura del escritor argentino es un continente fascinante, con un gran atrevimiento en el uso de algunos vocablos o giros, que muestran paciencia a la hora de escribir
César Aira o la lectura como procacidad
Me propongo aquí decir algo de lo que hay que decir sobre la literatura de César Aira, con ánimo de persuadir a los lectores que descubran ese continente fascinante. La primera cortesía de Aira es que sus novelas son cortas. Esto yo, que encuentro en mí mismo resistencia para embarcarme en novelas largas, pues calculo que tengo poco tiempo por delante –siendo ese “poco” relativo e impredecible--, se lo agradezco personalmente.
Me hace ahorrar mucho tiempo, aunque periódicamente saca otro libro, y entonces vuelvo a caer en él, siempre con placer y la curiosidad de saber que ahí aguarda alguna sorpresa, pues la segunda cortesía de Aira y sus novelas es que a menudo son arrebatadoras, imaginativas. La tercera… quizá su buen gusto, el hecho singular de que nunca sea ordinario.
Ha publicado cerca de cien libros así. Yo habré leído una docena. A menudo me paro ante una frase, me admiro de su atrevimiento en el uso que hace de algunos vocablos, o giros, que unas veces parecen, por lo raro, apresurados, como de primer borrador, otras veces, por el contrario, de su precisión en la descripción de un aparato o de un fenómeno atmosférico o de un paisaje que demuestra su gran paciencia y desmiente su supuesta celeridad en la escritura, o bien es que es tan directa y automática la relación entre su cerebro y el léxico del idioma que resuelve lo más arduo sin esfuerzo aparente.

El escritor argentino César Aira, Premio Formentor 2021
Como ejemplo de la primera familia de frases, las digamos despeinadas o aproximadas, o redactadas a tientas, valgan éstas de En El Pensamiento, que precisamente aluden o explican los motivos de su naturaleza: “Pudo haber también un desaliento previo, un temor de no poder transmitir el detalle significativo, el que se pierde en la curva de la memoria. Pero a la expresión siempre la está vigilando el desaliento, es preferible seguir adelante sin atenderlo.”
Como ejemplo del otro tipo de frases, el de las descripciones precisas, la de una vagoneta que circula por la vía férrea: “…una vagoneta que venía zumbando por las vías con un hombre encima. Este medio de transporte de tracción manual por vía férrea consistía en una simple superficie rectangular de madera reforzada con listones de hierro, y una manivela con un mecanismo de balancín, que, accionado por un hombre, transmitía el impulso a los engranajes de las cuatro ruedas que iban por las vías”.
A lo peor al lector no le parece este fragmento digno de elogio, a lo mejor soy yo que por un motivo u otro lo encuentro admirable, no me parece nada fácil de escribir. Y quizá finalmente parte de la gracia de Aira esté en la alternancia y contigüidad de un tipo de frase y el otro, y de las vagonetas tan precisamente descritas y los fenómenos fantasmales.
Historia de su infancia en el campo
En El Pensamiento se publicó hace unos meses en España (Random House) como la última, o una de las últimas novelas que ha escrito Aira, referiéndose ese Pensamiento no a la vida mental sino a una aldea, así llamada, donde supuestamente pasó el autor argentino los primeros años de su vida, después de nacer en una ciudad argentina cercana.
Digo que se publicó hace unos meses, pero la comento ahora, pues estos libros gozan de permanente actualidad o intemporalidad o incluso inmortalidad, por relativa que sea siempre ésta. Esa permanencia o intemporalidad responde, creo, a la naturaleza poética de su imaginación: los poemas no están en el tiempo. Como en tantos otros relatos suyos, aquí empieza Aira contando una historia según los recursos clásicos de la novela realista, en este caso la historia de su infancia en el campo, con su modesta madre y su padre, un gran emprendedor y negociante que saca adelante grandes negocios agrícolas y comerciales, y con un joven instructor que ha sido contratado para educar al niño y prepararle para su próximo ingreso en una escuela de la capital de la provincia.

El mundo literario de César Aira / DANIEL ROSELL
Sin solución de continuidad, pero con naturalidad expresiva, irrumpe en el relato un fenómeno de carácter fantástico, en concreto la aparición de un ángel que a primera hora de la mañana se dedica, suspendido en la altura del techo de las habitaciones del hogar familiar, a ir rellenando los tinteros de la casa, que resulta que son muchos, y sin derramar nunca ni una sola gota de tinta.
La transición a ese otro digamos campo narrativo siendo inesperada no es brusca, supongo que gracias a la calidad de las frases, que nunca son previsibles ni tópicas, sino a veces raras, por lo que dicen y por lo que obvian, de manera que ya veníamos de una atmósfera de extrañeza.
Alcanza el niño a atisbar un ala del ángel, antes de que éste desaparezca del relato por donde ha venido, y sin transición vuelve el relato a la senda del realismo, más o menos costumbrista y rural.
Pero ese realismo ya ha quedado impregnado de un matiz mágico, y la atención del lector avanza por las frases como excitada a la espera de la siguiente sorpresa, o del siguiente enigma, que efectivamente llegará, al final del libro, con una rotunda presencia de tótem, y que no voy a explicar por no destripar el suspense, diré sólo que supera al ángel de los tinteros en contundencia y plasticidad.
Es una idea o una ocurrencia de artista, de la familia de las que a veces comento aquí en la serie de artículos sobre arte contemporáneo bajo el título “¿Esto qué es?”.