El ex diputado Iñigo Errejón

El ex diputado Iñigo Errejón

Ideas

Año nuevo, vidas nuevas: Íñigo Errejón y la literatura redentora

El ex diputado tiene ahora una nueva oportunidad, una vida distinta, como le sucedió a muchos escritores, que en un determinado instante pudieron iniciar un nuevo camino

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A Íñigo Errejón, ex político de ultraizquierda, y hombre, a decir de quienes lo conocen y hasta ayer lo admiraban, sumamente inteligente (aunque durante su breve periodo de fama yo sólo le oí recitar ampulosas necedades, repetir el catecismo de una ideología estrepitosamente fracasada allí donde ha querido ser traducida a la praxis), le supongo emocionalmente devastado, encontrando dificultades incluso por levantarse de la cama, mudo el teléfono que antes timbraba de continuo, y me lo imagino detestado por todas las personas que hasta hace poco escuchaban en su voz su propia voz y veían en él a su jefe venerado y con un gran futuro por delante…

Envidio su caída de caballo. Le considero digno de envidia precisamente porque, a consecuencia de su desinhibida pulsión sexual, de su promiscuidad sin freno y sin contemplaciones sentimentales o simpáticas (según han denunciado anónimamente  algunas de sus amantes y él ha reconocido de forma implícita con su renuncia y desaparición) es un muerto civil, como un leproso del camino que ve a lo lejos las ciudades, las fantasmagorías y ordinarieces de la vida pública.

Y ahora, siendo todavía relativamente joven, muerto para esa vida, tiene una magnífica oportunidad, una oportunidad de oro para empezar a vivir otra totalmente nueva, liberada –si esa inteligencia que le atribuyen es eficiente y reactiva— de los esquemas ideológicos que le encadenaban y le mantenían engañado (y engañando a los suyos, cuyo espacio político ha destruido por el escándalo, pero de los que por cierto no me voy a ocupar aquí).

Bajo las tesis de Laclau

Engaño que le había sido provechoso, proyectándole desde la medianía de la función de “penene” universitario a la primera fila de la gestión gubernamental y a la cama de innúmeras mujeres, pero, en lo personal, y en la inteligencia de lo que es uno, lo que son los demás y lo que es la sociedad y la realidad en general, catastrófico, y caótico.

El ex diputado de Sumar, Íñigo Errejón

El ex diputado de Sumar, Íñigo Errejón EUROPA PRESS

Como demuestra el más somero análisis de su extraña exculpatio por escrito, en la que, a falta de palabras directas, de las que su vocabulario carecía, achacó sus desviaciones de erotómano y sus contradicciones entre su proclamada virtud pública y su “vicio” privado al neoliberalismo, al heteropatriarcado, y a otros términos a la moda para definir al viejo demonio, términos cuya polisilabilidad ya denuncia su naturaleza de constructo artificioso.

Con la ortopedia de ese vocabulario enfadoso y de los conceptos y teorías de Ernesto Laclau no sólo se destruyen las sociedades suramericanas sino que también le han hecho al mismo Errejón imposible la comprensión del “yo” y del tú. Es un instrumental intelectual con el que puede intentarse la conquista del poder, pero desde luego que con él no hay manera de saber quién es uno y quiénes son los demás, y qué le pasa a uno, y a los otros.

La literatura, siempre la literatura

Ahora bien, lo repito por si no me he explicado bien: como esa vía para circular por el mundo y para nombrarlo ha quedado irreversiblemente cegada para él, para el Errejón despedazado por las Ménades y por la prensa y las redes sociales, y como ahora ya aquella forma de vida y de pensamiento ha quedado para él invalidada, tan impracticable como una atmósfera lunar, ahora, si sabe sobreponerse a la lapidación, si sabe levantarse de la caída, puede, y de hecho no le queda más remedio, que buscar explicaciones en otro tipo de sabiduría, de discurso y de prosa. Y pienso en la literatura, que se abre ante él como un inmenso, fastuoso continente virgen. ¡Eso es lo envidiable!

Pues cuando busque, encontrará la literatura. Ha de leer novelas. Ahí está la clave para entender al otro y por consiguiente a uno mismo. Estoy seguro de que lo hará, aunque no sea más que porque no le queda otro remedio, una vez el campo semántico en el que con gran desenvoltura se movía y se desempañaba no sólo ya ha revelado su sahariana esterilidad, sino que, además, le ha expulsado.

Este, miércoles, y en los días sucesivos de esta semana, seguiré desarrollando aquí esta errejoniana tesis redentora, poniendo como ejemplos a una serie de grandes escritores que, como el desdichado ultraizquierdista, se encontraron de manos a boca con el privilegio fabuloso, reservado a muy pocos, de una segunda oportunidad.