Una imagen de la serie 'The Sinner' / NETFLIX

Una imagen de la serie 'The Sinner' / NETFLIX

Cine & Teatro

Los últimos días del pecador

La serie 'The Sinner', sobre el atormentado inspector Harry Ambrose, se acaba a pesar de su buena acogida internacional, pero con reservas en el mercado norteamericano

19 febrero, 2022 00:00

Acojo con cierta pena el final de la estupenda serie The sinner, cuya cuarta y última temporada lleva colgada en Netflix desde hace muy poco. Me había acostumbrado a su protagonista, el atormentado inspector Harry Ambrose (Bill Pullman) y a lo bien que se las apañaba para compatibilizar su atribulada psique con la resolución de unos casos complicadísimos cuyo origen solía resultar incomprensible para él y para el espectador. Parece que The sinner funcionaba muy bien a nivel internacional, pero no tanto en el mercado norteamericano, aunque la primera temporada tuvo tan buena acogida que llevó a su creador, Derek Simonds, a darle continuidad a lo que, en principio, solo era una miniserie autoconclusiva basada en una novela de Petra Hammesfar y protagonizada por Jessica Biel, que también ejercía de productora ejecutiva y a la que se responsabilizaba de haber echado el proyecto adelante. En esa primera temporada, Harry Ambrose solo era un personaje secundario, el poli que entra en acción cuando una mujer asesina en una playa a un desconocido sin que nadie entienda por qué.

Esa misma premisa, el crimen inexplicable, se aplicó en la segunda y la tercera temporada de The sinner, cambiando a la chica de la playa, respectivamente, por un adolescente que se carga a sus padres y un tipo que ha sufrido un accidente automovilístico que se ha saldado con la muerte del copiloto. En la cuarta y última, las cosas cambian un poco y todo arranca con la desaparición de una joven melancólica, Percy Muldoon (Alice Kremelberg), cuya familia controla el negocio pesquero en una pequeña isla a la que acude Ambrose junto a la novia artista que se había echado en la temporada anterior y cuya paciencia agota constantemente con sus rarezas. La desaparición se resuelve rápidamente con el hallazgo del cadáver de Percy (que se le aparecerá a Ambrose a lo largo de toda la historia), pero lo que se esconde tras la muerte de la chica es un lodazal moral de dimensiones espectaculares que va a llevar a Ambrose, recién jubilado, de sorpresa desagradable en sorpresa aún más desagradable a lo largo de los ocho capítulos de la producción.

Historia nueva en cada temporada

Como en el clásico británico The wicker man, la isla elegida por Ambrose para relajarse es un escenario de pesadilla, plagado de supersticiones e intereses ocultos, que en nada contribuye a la alegría de sus visitantes. Enfrentado a unos caciques del gremio pesquero y entorpecida su labor por un sheriff con tan buenas intenciones como escasas luces, el pobre Ambrose sufrirá lo indecible para llegar al fondo del asunto mientras su relación sentimental se va deteriorando y sus demonios interiores se le sublevan con inusitada frecuencia (entre ellos, el del masoquismo sexual, y hasta ahí puedo leer para no incurrir en el spoiler).

A diferencia de esas series que se alargan y se alargan en base a una misma trama, The sinner tenía la virtud de abordar una historia nueva en cada temporada. Era, para entendernos, como esas series novelísticas con protagonista fijo cuyas entregas empiezan, continúan y acaban, dejando a su personaje principal preparado para una nueva aventura. The sinner no había dado señales de cansancio ni de repetición. Creo que me habría podido pasar los próximos diez años a base de una historia de Harry Ambrose por curso, pero parece que no va a poder ser. Me pasó lo mismo con Harry Bosch. Paciencia.