La miniserie 'Suspicion', con cambios de guion que mantienen el interés del espectador / APPLE TV

La miniserie 'Suspicion', con cambios de guion que mantienen el interés del espectador / APPLE TV

Cine & Teatro

Un secuestro indescifrable

La miniserie 'Suspicion' mantiene al espectador inquieto, perdido, con un trabajo de los guionistas impecable para que todo funcione

5 marzo, 2022 00:00

Vibrante y alambicado thriller en Apple TV, plataforma que últimamente se está poniendo las pilas a la hora de ofrecer productos que compitan dignamente con los de otras compañías más instaladas en el subconsciente del espectador. Creada por Rob Williams, la miniserie (ocho episodios) Sospechosos (Suspicion) es la versión británica de Falsa bandera, producción israelí alumbrada por Maria Feldman y Amit Cohen que permanece inédita entre nosotros (que yo sepa; si me ha pasado inadvertida, ahí van mis disculpas). Dirigida por Chris Long y con un reparto desconocido en España (salvo la aparición esporádica de Uma Thurman), Suspicion se centra en un secuestro aparentemente incomprensible, el de Leo Newman, hijo de una emperatriz de los medios de comunicación (la señora Thurman) que está a punto de ser nombrada embajadora estadounidense en el Reino Unido como pago a sus contribuciones económicas a la campaña del presidente de turno. Aunque Leo estudia en la universidad de Oxford, su secuestro tiene lugar en un hotel de Nueva York, ciudad en la que está pasando unos días. Como indicación de que su abducción tiene algo que ver con el destino político de su madre, los cuatro secuestradores ocultan sus rostros bajo máscaras que reproducen los de los miembros principales de la familia real británica.

Aunque la policía de Londres encuentra de inmediato cuatro sospechosos (cuatro británicos que se encontraban en el hotel neoyorquino en que se produjo el secuestro, cada uno por sus propios motivos, no siempre verosímiles), ninguno de ellos da el deseado perfil de criminal: un técnico informático, una profesora de Oxford, una ejecutiva algo turbia que es detenida el día de su boda, un estudiante que va a la misma universidad que Leo, pero asegura no conocerle…Y los secuestradores se portan de una manera muy extraña: nada de exigir dinero a cambio de la liberación del muchacho, ninguna explicación sobre posibles motivos subyacentes a la abducción: solo mensajes dirigidos a la madre de Leo que se cuelan en las pantallas hackeadas de la policía y que no parecen dejar a la reina de la comunicación en muy buen lugar. Uno de esos mensajes se hace viral: “Tell the truth” (Di la verdad).

El trabajo de los guionistas para mantenerte perdido

¿Pero cuál es la verdad de esta historia aparentemente incomprensible? ¿Son de fiar los supuestamente inocentes puestos bajo vigilancia que siguen insistiendo en que no estaban en el hotel de Nueva York secuestrando a nadie, sino consagrados a sus asuntos? ¿Qué pinta ese siniestro terrorista internacional que contacta con todos ellos y se presenta como la única persona en el mundo capaz de echarles esa mano que tanto necesitan? ¿Es trigo limpio la señora Newman o, por el contrario, esconde algún cadáver en el armario que haya podido influir en el secuestro de su hijo?

A tres episodios del final, uno no sabe a qué atenerse ni a qué agarrarse. El personaje que parece un angelito en el capítulo dos puede convertirse en un sujeto bastante turbio en el capítulo cuatro. Ni siquiera sabemos con certeza que el criminal que parece mover los hilos sea exactamente quien aparenta ser. Tras el quinto episodio, sigues tan perdido (o más) que cuando empezaste a ver la serie. Y si te da por devanarte los sesos para intentar ver el agua clara, solo conseguirás un mortificante dolor de cabeza (doy fe), así que lo más aconsejable es disfrutar de la montaña rusa a la que te subiste hace unas semanas (o a los saltos constantes entre Londres y Nueva York y a los súbitos cambios de percepción a los que te someten los personajes) y ver a dónde te conduce tan agitada travesía. Has de ser plenamente consciente, eso sí, de que la información te la racionan los guionistas, que también te la alteran cuando les conviene (a ellos y a la trama), y que solo puedes estar seguro de una cosa en los relativo a Sospechosos: que nadie es lo que parece y que entre todos te mantienen deliciosamente perdido durante todo el tiempo que emplees en seguir sus confusas andanzas.

No sé cómo sería el original israelí, pero este remake británico funciona a las mil maravillas.