La serie 'Fear city. New York vs. the Mafia' se emite en Netflix

La serie 'Fear city. New York vs. the Mafia' se emite en Netflix

Cine & Teatro

Cómo acabar con la mafia

La serie 'Fear city' explica lo que se hizo para poner fin al crimen organizado de cinco temibles familias en la Nueva York de los años 80

22 agosto, 2020 00:00

Didáctica propuesta en Netflix sobre cómo acabar con la mafia en una gran ciudad: Fear city. New York vs. the Mafia (La ciudad del miedo. Nueva York contra la mafia) explica en solo tres capítulos cómo el FBI consiguió desmantelar la mafia en Nueva York a mediados de los años 80, enviando al trullo a los principales representantes de las cinco familias que controlaban hasta entonces la ciudad y cuyos apellidos eran Gambino, Colombo, Bonanno, Lucchese y Genovese.

El esplendor de los clanes tuvo lugar en la década de los 70, coincidiendo con la ruina absoluta de la ciudad, una corrupción galopante en la policía y un descontrol total en lo referente a los delitos en general y el tráfico de drogas en particular. Curiosamente, la cochambrosa Nueva York de los 70 acogió una creatividad rampante en el arte y en la cultura popular: es la época marcada, entre otros, por el Martin Scorsese de Taxi driver y los grupos de rock que actuaban en el CBGB del Bowery, como Blondie, los Talking Heads, Television o los Ramones. La ciudad asquerosa de los 70 alquilaba apartamentos baratos y el talento fluía desde todos los rincones de los Estados Unidos. Hoy día, Nueva York es una ciudad segura y rutilante, nada que ver con el cutrerío y la peligrosidad de antaño pero, a cambio, se ha convertido en un centro de esparcimiento para turistas y millonarios en el que ningún artista primerizo puede instalarse porque no le llega para pagar el alquiler.

Durante esa década prodigiosa, cutre y peligrosa, las cinco familias sicilianas trasplantadas al nuevo mundo hicieron su agosto, convirtiéndose en un problema al que la justicia no sabía cómo hincar el diente. Fear city explica, desde el punto de vista de las fuerzas del orden y algunos mafiosos que acabaron colaborando con el FBI por la cuenta que les traía, lo que se hizo para acabar con esas cinco familias y que habría sido imposible de llevar a cabo si no se llega a inventar el micrófono. A los mafiosos les perdió su costumbre de largar más de la cuenta. Los micros instalados en sus casas y en sus coches y en sus clubs sociales arrojaron un resultado de horas y horas de cháchara con las que, sin darse cuenta, estaban cavando su tumba los jefazos del crimen organizado en Nueva York.

Como nos cuenta la miniserie, hasta entonces se había procedido de manera desorganizada y sin un plan concreto de actuación. Se detenía gente al buen tuntún y no se llegaba a ninguna parte. La novedad de la operación consistía en ir a por los mandamases de las familias y dejar de perder el tiempo deteniendo a soldados, matones y sicarios. No fue hasta entonces, curiosamente, que el FBI descubrió que las cinco familias contaban con la Comisión, un órgano interno de control para evitar escaramuzas entre ellas por cuestiones territoriales, y que para acabar con las cinco pandillas había que acabar con la Comisión.

Aunque Fear city se resiente de un tono un tanto rutinario --el director, Sam Hobkinson, no se ha matado precisamente a la hora de ir al fondo de la cuestión ni a la de analizar con mayor rigor el contexto social y político--, hay que reconocer que cumple sus objetivos didácticos y que, tras tragarte los tres episodios, sabes lo que hay que hacer para acabar con la mafia en una gran ciudad. Como suele suceder en estos casos, los criminales resultan más amenos en sus explicaciones que los servidores de la ley y el orden, pero ya se sabe que el mal siempre ha sido mucho más fotogénico que el bien. Entre los representantes de ese bien destaca el fiscal Rudy Giuliani, que luego llegaría a alcalde de la ciudad y procedería a su limpieza y reconversión en decorado para ricachones internacionales, no se sabe si movido por el afán de justicia, la evidencia de que en Nueva York se estaba perdiendo mucho dinero o una mezcla de ambas cosas.