Un momento de la serie 'Euphoria', de HBO

Un momento de la serie 'Euphoria', de HBO

Cine & Teatro

Sobredosis de angustia adolescente

La serie 'Euphoria', de HBO, muestra el infierno de unos adolescentes que mezclan tristeza, drogas, sexo confuso y redes sociales

13 julio, 2019 00:00

Nadie duda de que la adolescencia es una etapa especialmente inquietante de la vida, pero en la nueva serie de HBO Euphoria se nos presenta, directamente, como una pesadilla. No aparece aquí ni por asomo ningún personaje que atraviese esa etapa con cierta tranquilidad, no digamos ya con alegría: todos son disfuncionales no, lo siguiente, y alguno de ellos parece sufrir serios problemas mentales.

Aunque uno no forme parte del target natural de esta serie, la inmersión resulta fascinante y te lleva a refocilarte en el dolor ajeno. Subtexto extraído por quien esto firma: “Mi adolescencia no fue gran cosa, pero lo de estos pobres chicos es un espanto”. Concretamente, un cóctel de tristeza, drogas, sexo confuso, redes sociales y diferentes aproximaciones a la alienación y a la enajenación mental: ¡todo un parque temático de la angustia adolescente!

La protagonista de Euphoria se llama Rue Bennet y está interpretada, con una eficacia sorprendente en una estrellita Disney, por la cantante y actriz Zendaya. Rue nació dos días después del atentado contra las Torres Gemelas y muy pronto dio señales de no acabar de estar del todo en sus cabales. Diagnosticada como bipolar, siente una tristeza oceánica ante la existencia, que combate a base de drogas de todo tipo. En el primer episodio, nada más salir del rehab, visita a su camello habitual. Su mejor amiga es la transexual Jules Vaughn, interpretada por la también trans Hunter Schafer, de la que parece estar enamorándose o algo parecido.

Rue perdió de vista a su padre hace años. En el caso de Jules, la que salió pitando fue su madre. Ambas están más solas que la una y su vida transcurre en un estado de melancolía permanente: van al instituto, toman drogas, acuden a fiestas en las que se aburren a morir y soportan como pueden a sus compañeros de clase, entre los que destacan el supuesto semental Tyler (al que su novia le encuentra en el móvil un montón de fotos de penes) y la rolliza Kat (que se convierte casi por azar en una especie de dominatrix para masoquistas online). En uno de sus absurdos encuentros sexuales, Jules acaba sodomizada por el padre de Tyler, presunto pilar de la comunidad que cada año gana el premio al mejor chili en la feria del pueblo. No contenta con eso, intercambia mensajes de móvil con un tipo que le parece el colmo de la sensibilidad hasta que se ven y resulta que es el tal Tyler, quien ha salido a su padre y tampoco se aclara mucho con su sexualidad. Todo esto, y más, en los cuatro primeros episodios.

Creada por Sam Levinson a partir de una serie israelí de 2012, Euphoria, que acaba de ser renovada para una segunda temporada, es, en apariencia, una tragicomedia, pero a mí se me antoja, en el fondo, una historia de terror cotidiano. Olvídense de las sagas Scream o Sé lo que hicisteis el último verano, en las que los adolescentes son las víctimas más o menos inocentes de seres infernales. Aquí el infierno es la adolescencia y son los teenagers quienes sienten y nos trasladan un terror absoluto ante un mundo que no saben cómo controlar. Puede que una parte del público adulto se descuelgue de Euphoria tras un par de capítulos, harto de tanta angustia y tanto vicio, pero otros nos quedaremos hasta el final: es como volver a un país que no te gustó mucho cuando lo visitaste de joven y que ahora ha empeorado hasta convertirse en un lugar inhabitable.