Cine & Teatro

El caso Mainat (la miniserie)

24 octubre, 2020 00:40

Mañana domingo se escribe un nuevo capítulo de la saga de los Mainat, que tanto entretenimiento está proporcionando al populacho (yo incluido) en esta época de coronavirus, tristeza y tedio vital. A la pareja (malavenida) del año le toca declarar ante el juez, y depende de lo que digan, Angela Dobrowolski, esposa del cantante metido a emponzoñador social, puede ir directa al trullo. Poca cosa sé de su abogado, Jorge Albertini, aparte de que tiene fama de mediático y de codearse con celebrities de medio pelo necesitadas de ayuda legal. Mainat, por su parte, cuenta con una leguleya de abrigo, Olga Tubau, que siempre puede recurrir al truco ya utilizado con el major Trapero y que tan buenos resultados le dio: echarse a llorar para que los jueces vean lo que sufre por el destino de su representado. Este recurso --más feminoide que femenino y de una profesionalidad dudosa-- es el mismo que utilizan ciertas actrices cuando, tras haber convertido en irrespirable el ambiente de un rodaje, gimotean cuando el director les pega un chorreo delante de todo el equipo (creo que las feministas deberían decir algo sobre esta solución milagrosa: en caso de duda, llora). Le recomiendo a la señora Tubau que se lleve una cebolla al juzgado y se lo frote por los ojos antes de entrar en harina: si funciona el sistema Trapero, una buena llorera y a la presunta asesina le cae la perpetua.

Pase lo que pase mañana, si de algo podemos estar seguros es de que Telecinco va a seguir explotando el caso hasta la náusea. Es del dominio público que Mainat acabó muy malamente con Paolo Vasile, mandamás del canal, y que éste se la tiene jurada; de ahí que haya dado instrucciones a todos sus cotillas para que muerdan y no suelten. La audiencia, confinada y aburrida, se lo agradece y se engancha al televisor cada vez que aparece alguno de los personajes relacionados con el caso, trátese de protagonistas o de secundarios. De momento, la que ya está en el talego es Alina, la amiga tártara de Ángela y ex amante de su amante, el prostituto venezolano: la pillaron hace un tiempo robando unas cremas --en la mejor tradición Cifuentes--, la multaron, se olvidó de pagar y ahora la han enchironado. Nada se sabe de mi secundaria favorita, la madre del amante, cuya función en los supuestos entretenimientos sexuales de la familia Mainat no me queda clara. Puedo imaginar al trinco como mirón de los fogosos esparcimientos carnales de la parienta con el novio de pago, pero me pregunto qué hacía la madre de éste mientras tanto: ¿tejerle una bufanda en el sofá, al ladito de Mainat?

Soy consciente de que en esta historia se intenta dilucidar un posible intento de asesinato, pero también lo soy de la involuntaria comicidad que genera todo el sainete. Y no soy el único. En Facebook, un gracioso carente de empatía con el trinco se marcó el hashtag Todos somos Angela Dobrowolsky. Y es que Mainat, aunque cuente con más de 100.000 followers en las redes, también es objeto del odio y el desprecio de un elevado número de sus conciudadanos. Su mujer dice que es un tipo cruel y desagradable, lo cual, a tenor de su lamentable, aunque lucrativa, carrera profesional, resulta bastante verosímil. ¿Que ella es una aprovechada y una indeseable? Probablemente, pero un hombre de 70 años convencido de que una mujer de 30 está loca por él --en vez de sospechar que está loca en general-- es un hombre que está llamando al mal tiempo (no me extenderé sobre la manía de Mainat de retrasar su envejecimiento, que resulta un pelín patética, pero desde un Vasile point of view es innegable que constituye otro elemento narrativo de primera magnitud).

No me extrañaría que, cuando la realidad ya no de más de sí y esta sórdida historia alcance algún tipo de conclusión, a Vasile se le ocurra la brillante idea de volver a contarla desde la ficción, en forma de miniserie. Es más, puede que los guionistas ya hayan empezado a trabajar en el asunto, introduciendo sobre la marcha los nuevos elementos que se van sumando a diario a la trama. En el ínterin, ¿a qué esperan Jorge Javier y demás ases del chismorreo nacional para invitar a sus programas a la madre del escort venezolano? La posible escena de sexo en la alfombra, sofá compartido con Mainat y bufanda para el chaval suena muy prometedora, ¿no les parece?