Una imagen de la serie 'Broadchurch' / NETFLIX

Una imagen de la serie 'Broadchurch' / NETFLIX

Cine & Teatro

¿Pero quién puede matar a un niño?

'Broadchurch' es un thriller tranquilo ambientado en un pueblo británico que en su primera temporada emitió Antena 3 y que pasó injustamente inadvertida

19 septiembre, 2020 00:00

Si uno no encuentra en Netflix ninguna novedad que le interpele, siempre puede bucear en su archivo y toparse con una serie como la británica Broadchurch, que ha pasado injustamente inadvertida (Antena 3 emitió la primera temporada, pero, ante el desinterés de la audiencia, no hizo lo propio con las dos siguientes). Creado por Chris Chibnall --ex showrunner de Doctor Who, esa serie mítica y mundialmente conocida en Inglaterra, de la misma manera que Johnny Hallyday es un cantante mundialmente conocido en Francia--  Broadchurch es un thriller tranquilo, que no moroso, ambientado en el pueblo del condado de Dorset inventado para la ocasión (el enclave real atiende por Clevedon y está cerca de Bristol). A Broadchurch llega un policía caído en desgracia, el inspector Alec Hardy, tras meter la pata hasta el corvejón en un caso que dejó libre al culpable por falta de pruebas consistentes. Una vez allí, es emparejado con la sargento Ellie Miller (Olivia Colman), que le recibe de uñas porque le habían prometido un ascenso que la aparición de Hardy deja para mejor ocasión. Aunque la relación entre ambos se suaviza a lo largo de la serie, los roces son constantes: Miller es, básicamente, una persona buena y empática; Hardy, por el contrario, es un divorciado amargado y de mal carácter, siempre en busca de alguien al que echarle la culpa de lo que sea. Si estos dos personajes se acaban cogiendo algo parecido al cariño es por la insistencia de Miller, empeñada en sacar a la luz al ser humano que se oculta tras la armadura mental de su compañero.

Esta relación, y lo bien que la plasman Colman y Tennant, es, probablemente, lo mejor de una serie más marcada por aquel factor humano del que hablaba Graham Greene que por las obligaciones del género policial. Si a Colman no la conocimos de verdad (y vimos lo buena que era) hasta su participación en The Crown y en el largometraje de Yorgos Lanthimos La favorita, Tennant sigue siendo, lamentablemente para el espectador español, uno de los secretos mejor guardados de la televisión británica.

Un vecino al que todos conocen

El título de esta columna, que es el de una película de Chicho Ibáñez Serrador, apunta al crimen que marca las dos primeras temporadas de la serie y que, de hecho, constituyen una sola (quien empiece por la segunda no sabrá de qué se le está hablando), una intriga de dieciséis capítulos dividida en dos partes que la cadena ITV emitió en 2013 y 2014. El niño asesinado es Danny Latimer, de once años, el mejor amigo de Tim, el hijo de la sargento Miller, cuyo cadáver aparece en la playa del pueblo, junto al impresionante acantilado que la domina. El asesino no será precisamente un desconocido, sino un vecino de la localidad al que todos conocen y del que nadie habría esperado jamás algo así. En el ínterin, los dimes y diretes de Miller y Hardy se mezclan con los de los demás personajes de uno de los thrillers más domésticos, endogámicos y cerrados que uno haya visto jamás, sin que tales características le resten ni un ápice de interés a la trama. Sí, se habla mucho en Broadchurch. Y no, no hay peleas ni tiroteos ni persecuciones en coche. Aquí la intriga arde lentamente y sin alharacas, pero al final de la segunda temporada, uno se siente prácticamente parte de esa ficticia comunidad británica golpeada por una desdicha que pone patas arriba la vida de todos sus habitantes.

Tras un descanso de tres años, Broadchurch regresó en 2017 con una tercera y última temporada que, lamentablemente, carece del atractivo, tanto a nivel narrativo como estrictamente humano, de las dos primeras. Se repite el esquema de éstas --el delito de turno es la misteriosa violación de una mujer de mediana edad que no ha visto el rostro de su agresor--, pero los resultados no son los mismos. Tal vez por eso, nunca se rodó una cuarta temporada. Yo la abandoné a la mitad y recomiendo al rebuscador de archivos que se contente con las dos primeras. Pasará unas veladas estupendas y, además, durante el tiempo que necesite para tragarse los dieciséis episodios, seguro que Netflix ha colgado alguna novedad a la que hay que hincarle el ojo cuanto antes.