El actor Harry Dean Stanton en su papel de Travis en 'París, Texas'

El actor Harry Dean Stanton en su papel de Travis en 'París, Texas'

Cine & Teatro

Los grandes ‘hits’ de Harry Dean Stanton

El documental 'Partly fiction' se centra en Harry Dean Stanton, el actor que encarnó a Travis, el personaje inolvidable en 'París, Texas'

17 agosto, 2022 00:42

Nació en un poblacho de la América profunda. Sus padres no se querían y se divorciaron cuando él iba al instituto. Sus hermanos, temerosos de Dios, se quedaron por la zona y formaron familias. Él se pasó la vida persiguiendo a mujeres, pero nunca se casó con ninguna, aunque no descarta la posibilidad de tener algún hijo perdido por ahí. Sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial en un barco que participó en la batalla de Okinawa. Le gustaba mucho la música y cantar canciones tristes, pero se acabó metiendo a actor y se tiró treinta años interpretando papeles secundarios hasta que el alemán Wim Wenders le otorgó su primer rol protagonista en su película París, Texas (1984), por cortesía del guionista Sam Shepard, a quien Wenders había ofrecido el papel. A partir de ahí se convirtió en un actor de culto, rodó cinco largometrajes con David Lynch y se despidió de su carrera y del mundo con la estupenda Lucky (2017). Siempre siguió cantando en bares, sin componer nada, limitándose a revisar clásicos de Roy Orbison y el tema por el que más se le conoce y que él mismo se encargó de introducir en la banda sonora que Ry Cooder compuso para Paris, Texas, la Canción Mixteca que compuso en 1912 el mexicano José López Álavez como instrumental hasta que en 1915 se le añadió la letra. Les hablo de Harry Dean Stanton (West Irvine, Kentucky, 1926 – Los Ángeles, 2017), del que Netflix acaba de colgar, con cierto retraso, el documental que le dedicó en 2013 la suiza Sophie Huber.

El documental en Netflix sobre el actor Harry Dean Stanton

El documental en Netflix sobre el actor Harry Dean Stanton

No solo el Travis de París, Texas era un hombre de pocas palabras. Stanton no habla mucho en Partly fiction (el título está extraído de una canción que le dedicó su amigo Kris Kristofferson), pero sus silencios son tan elocuentes como los del hombre del traje oscuro y la gorra roja que atravesaba el desierto en busca de la mujer y el hijo que había dejado atrás. Cuando no le apetece hablar de algo, lo dice y ya está, aunque acabe largándolo todo más adelante en otro momento de la película, como si lo hubiesen pillado con la guardia baja. La cámara lo sigue, constantemente, pero de una manera nada intrusiva, mientras va a su bar favorito a beber vodka con zumo de arándanos, mientras se arranca por enésima vez con la Canción Mixteca, mientras rememora su amistad con Marlon Brando o Jack Nicholson (con el que llegó a compartir una casa en la época de Easy Rider) o mientras filosofa sobre una existencia que no entiende y que tarde o temprano se acaba y no hay nada más.

Un gran testamento filmado

Sus amigos lo adoran. Sam Shepard le cedió su papel en París, Texas porque creyó que lo haría mejor que él. Wim Wenders lo considera un tipo al que te creías en cada papel, ya fuese secundario o principal. Kris Kristofferson dice que es el mejor compañero de copas que ha tenido en su vida. Debbie Harry, la cantante de Blondie, le dedicó la canción I want that man. Su barman de cabecera desde hace cuarenta años lo considera un amigo del alma. Y Harry se deja querer y quiere a su manera, más bien estoica e indudablemente fatalista. Partly fiction es el retrato de alguien que no sabe muy bien qué pinta en este mundo, pero que a base de improvisar sobre la marcha acabó encontrando un camino que transitar. Estrictamente hablando, no sucede gran cosa en Partly fiction, pero los 75 minutos de metraje pasan en un suspiro y te quedas con ganas de más, pues te da la impresión de haber asistido a las andanzas de un peculiar filósofo contemporáneo que logró sacarle bastante jugo a la vida sin haber llegado nunca a comprenderla.

Puede que a algunos espectadores les parezca que Harry Dean Stanton es un viejo beodo e irresponsable y se desentiendan de su peripecia vital a los diez minutos. No estamos ante un documental para todos los públicos. Es necesario un poco de afecto previo hacia el retratado o, por lo menos, cierta admiración hacia su larga carrera y la película que le dio algo de fama, París, Texas. También ayuda que te guste oírle cantar y, sobre todo, que te enternezca la Canción Mixteca (el disco de la película es ideal para las mañanitas de domingo, aunque transcurra a voz y guitarra pelada y parezca grabado con una zapatilla). Si se dan todas esas circunstancias, Partly fiction es una gozada y un gran testamento filmado. Si no, más vale ver cualquier otra cosa.