Villa Katsura

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Artes

La Bauhaus y la villa imperial de Katsura

La arquitectura de Katsura, la villa imperial construida en Kyoto en el siglo XVI, inspiró las formas abstractas, puras y esenciales de la Bauhaus

6 julio, 2018 00:00

Esta es la historia de una fascinación. De cómo “atrae irresistiblemente” (definición de fascinación) la villa imperial de Katsura en Kyoto, pero sobre todo, de cómo atrajo de tal manera a la Bauhaus (también a De Stijl) que configuró su semántica a partir de esa arquitectura casi perfecta. Katsura es, junto con los templos sintoístas de Ise, los jardines de Kyoto y los templos de Nara, una de las visitas imprescindibles de Japón. Ya sabemos el refinamiento y la sofisticación con que se relaciona a una parte de la cultura del país. Una educación determinada pero, sobre todo, una forma de mirar tan minuciosa y detallada en la que nada se deja al azar y, menos aún, la naturaleza y el paisaje. Así se concibió Katsura entre los siglos XVI-XVII. El palacio se inspira en un fragmento de la novela japonesa más famosa, el Genji Monogatori de Murasaki Shikibu (siglo XI), que describe el reflejo de la luna desde el río Katsura. Pues ese es uno de los objetivos principales de la construcción erigida por orden de los príncipes Toshihito: reproducir las vistas más conocidas y queridas del mar y de la montaña de los japoneses en el jardín de la villa para el placer de los invitados.

En 1954, Walter Gropius viaja por primera vez a Japón y visita Katsura. El entusiasmo por la villa es tal que envía una postal a Le Corbusier en la que dice: “Apreciado Corbu, todo eso por lo que hemos luchado tiene su paralelo en la antigua cultura japonesa”. Así es. Las fachadas despojadas, el blanco de puertas y ventanas correderas, las figuras geométricas de líneas rectas que bordean espacios rectangulares y potencian los colores y, en definitiva, la abstracción a partir de líneas verticales y horizontales son también singularidades en las que se fijó la Bauhaus. Esta escuela se configura a partir de los presupuestos del arquitecto, Le Corbusier, que tiene sus antecedentes en el programa Arbeit für Kunst de Bruno Taut. El arquitecto alemán reside en Japón de 1933 a 1936 y escribe Gedanken über Katsura. Allí narra las impresiones que le causa Katsura, la dibuja y explica las relaciones de la villa con la arquitectura occidental del momento. Katsura es para Taut: “la arquitectura reducida a la pura esencia”.

Walter Gropius

Walter Gropius

Para Gropius y para él será el ejemplo de la arquitectura y, además, la gran muestra de la arquitectura residencial japonesa, tanto por su valor estético como por lo novedoso de sus planteamientos. El movimiento de De Stijl, impulsado por Mondrian y Van Doesburg (profesor también de la Bauhaus) recuerda a la semántica y estética de Katsura. Ambos comparten el apego por la abstracción de líneas verticales y horizontales que encuadran espacios monocromos. Como lo pone en evidencia la visita al pabellón de té, Shokintei, uno de los más importantes de la villa, pintado con patrones de cuadros azules y blancos, al igual que los trabajos de Mondrian. 

Interior del pabellón Shokintei

Interior del pabellón Shokintei/ PATRICIA ALMARCEGUI

Visitar las villas imperiales en Kyoto requiere de un protocolo determinado. Hay que solicitarlo en las oficinas de la Agencia de la Casa Imperial, al menos con un día de antelación, y mostrar el pasaporte. Son visitas reducidas de no más de veinte personas y no se admiten grupos de más de cuatro. Se realizan con un guía en japonés y audioguías para los extranjeros. Un guardia de seguridad encabeza el grupo y otro, lo cierra. Cada vez que se abandona un pabellón, el último guardia comprueba que nadie se haya quedado dentro y que todo permanezca igual que estaba.

Los pabellones de la villa se reparten en 70.000 m2 alrededor de un lago con cinco islas artificiales y un jardín. Katsura mezcla (aseguran las últimas investigaciones) dos estilos: el shoin, empleado para las residencias de los samurai y los abades budistas, y el sukiya, menos formal y más moldeable, utilizado en las casas de té y viviendas a partir del siglo XVII. El placer estético de la contemplación de la naturaleza y de los pabellones de Katsura,  que remite y evoca la esencia del universo, se percibe a lo largo del paseo por el complejo. 

Mondrian

Mondrian

Composición de Mondrian

En la actualidad, se comienza en la puerta de Miyukimon. Las piedras del paseo están labradas en formas desiguales para crear un ritmo discordante al ser pisadas. De manera parecida ocurre con las linternas o lámparas de piedra, que están diseminadas de forma irregular por el complejo, con objeto de crear mayor tensión y sorprender. Los senderos tienen fuentes cuadradas con grava en su interior (para conservarlas mejor) que imitan a graneros de cereal. Las rocas diseminadas en el lago imitan los paisajes rocosos de la costa más cercana. Un pato vuela sobre el lago y roza con sus alas el agua. El sonido encuadra aún mejor la sofisticación y belleza de Katsura. ¿Cómo sería en el siglo XVII cuando estaba lleno de kimonos, barcas y colores?

Desde el pabellón Shokintei, el príncipe contemplaba la vista del lago con sus invitados mientras dirigía la ceremonia del té. El pabellón Shokatei es también una sala del té pero más elevada. Se construye sobre un cúmulo de tierra extraída del lago para alcanzar más altura y poder ver las montañas del fondo. El puente de tierra que continúa el paseo mezcla en sus límites el musgo con la tierra para conseguir el efecto wabi sabi  (belleza de la imperfección). Detrás del pabellón Shoiken, hay un campo de arroz. Se mandó labrar para que el estilo rústico y límpido de la edificación se viera sublimado por la visión verde del campo que aparece cuando se corre la puerta trasera de papel de arroz. Finalmente, se llega al pabellón central y epitome formal de la Bauhaus.

Pino que cierra la visita del palacio de Katsura

El famos pino que cierra la visita del palacio de Katsura / PATRICIA ALMARCEGUI

Antes, los árboles aún recuerdan la disposición que tenían en el siglo XVI cuando fueron plantados para practicar tiro con arco. El pabellón central está formado por varios pabellones alzados sobre pilastras de madera que evocan el movimiento de una grulla. Allí se encuentra el lugar mejor del complejo o Gepparo para contemplar las tres visiones excelsas de Katsura. Cada ventana enmarca una vista diferente: el mar, al que remiten las rocas del lago, las montañas del fondo y la luna, que se ve en el cielo, pues el pabellón carece de techo. El paseo termina en el lugar donde el príncipe recibe a sus invitados. Las rocas se han labrado puntiagudas, pues, cuanto más cerca se está del príncipe, más tensión debe sentirse. Sin embargo, antes de llegar delante de él y contemplar los paisajes de Katsura: un pino interrumpe el camino. Hay que bordearlo para acceder, por fin, a semejante lugar. Pues, a la satisfacción que produce la belleza, se llega pero lentamente y con dificultad.