Creación de Genet en el Raval

Creación de Genet en el Raval CRÓNICA GLOBAL

Historia

La ruta por la Barcelona más canalla: cabarets, fiestas y mercados frecuentados por Jean Genet

La presencia del autor por la ciudad guía uno de los nuevos ciclos de la Filmoteca de Cataluña

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Barcelona no es sólo una ciudad turística, donde ir a comer, beber e ir de fiesta. Tampoco es para tomar el sol. Ese es uno de los planes posibles. Otra opción es recorrer los pasajes que, desde hace más de un siglo, atrajo a grandes figuras y referentes culturales.

No fueron simplemente Picasso o Hemingway, fueron muchos más. Uno de estos personajes que quedó fascinado por la ciudad a principios del siglo XX fue el escritor, dramaturgo y poeta francés Jean Genet, a quién la Filmoteca de Catalunya dedica un clico.

Un joven y polémico Jean Genet

El autor de Las criadas es una figura que no siempre ha sido bien vista. De hecho, su vida e incluso sus obras se situaron durante años en los márgenes de la literatura, tal vez, porque él decidió vivir la vida de otra manera o adentrarse en el mundo de los bajos fondos y la vida canalla. 

Hijo de una prostituta que lo abandonó al nacer, Genet vivió una infancia y adolescencia marcadas por la marginalidad, los reformatorios y los pequeños delitos. En su juventud, su espíritu errante lo llevó a recorrer Europa, y en 1933, recaló en Barcelona, donde su experiencia en el Raval le sirvió de inspiración.

La Barcelona de Genet

Tanto es así que, años más tarde, cuando estuvo en la cárcel, recordó su paso por la ciudad en su obra Diario de un ladrón (1949). Obra que, junto a libro de Genet en el Raval, de Goytisolo, pueden servir para trazar esta ruta por la ciudad y por un barrio repleto de cabarets, mercados, prostíbulos y mucha fiesta. Ayer y hoy.

En su relato, Genet describe una ciudad convulsa, donde los barrios del Distrito V —conocido como el Barrio Chino— se convertían en refugio de prostitutas, ladrones, travestis y maleantes. “Entre estas dos arterias, muy anchas, una muchedumbre de calles estrechas, oscuras y sucias forman el Barrio Chino”, escribe Genet sobre el área entre las Ramblas y el Paralelo. 

Portada del libro de 'Genet en el Raval'

Portada del libro de 'Genet en el Raval' GALAXIA GUTENBERG

Para muchos, el barrio, aunque haya cambiado hasta de nombre para llamarse Raval, no ha cambiado tanto. Aquí, entre cabarets y pensiones, vivió durante meses, absorbiendo el ambiente sórdido que más tarde plasmaría en sus libros.

Las Ramblas 

Las Ramblas, que conectan el centro de la ciudad con el puerto, fueron el epicentro de la actividad de Genet en Barcelona. En estas calles transitaban todo tipo de personajes: artistas, ladrones y prostitutas. 

Según el escritor, las noches en las Ramblas se animaban con figuras estrafalarias, entre ellas travestis y “mariconas” acompañados de monos amaestrados que distraían a sus víctimas mientras les robaban la cartera. El francés, que vivió la pobreza y la miseria en su máxima expresión, recuerda cómo pedía limosna por los mercados con otros jóvenes, buscando algo para comer.

El puerto y sus urinales

El puerto de Barcelona fue otro de los escenarios clave en la vida de Genet en la ciudad. En sus exposició ‘Interseccions entorn Jean Genet’, menciona cómo solía prostituirse con marineros a cambio de unas pocas pesetas. Uno de los episodios más destacados de Diario de un ladrón ocurre aquí, cuando roba la esclavina de un carabinero tras satisfacer sus deseos en una garita cercana.

Cerca de allí también estaban unos urinarios públicos que también frecuentaba mucho. Él, los carabineros y los travestis, a quien llamaban Carolinas. Claro que, en más de una ocasión, acababan agredidas, cuando no morían. Algo que recuerda en Genet, cuando cita una manifestación de estos travestis, “acudieron al lugar a depositar un ramo de rosas rojas atado con un velo de seda” por la muerte de una de ellas. Una manifestación que el dramaturgo vio de lejos, aunque “sabía que mi sitio era entre ellas”, relata.

Cabaret La Criolla

Otro de los lugares que aparecen en Diario de un ladrón es el cabaret La Criolla, ubicado en el Carrer del Cid, fue uno de los lugares más emblemáticos frecuentados por Genet. Este antiguo local, que había sido una fábrica textil, se convirtió en un epicentro de la vida nocturna barcelonesa en los años 30. 

Allí, Genet decidió prostituirse por devoción a su proxeneta, Stilitano. "Veníamos a menudo con él a La Criolla... Cuando le llevé las pesetas que había ganado con unos cuantos hombres en los urinarios, Stilitano decidió que trabajaría allí", escribe Genet. Ya por allí no hay tantos, pero uno puede disfrutar de fiestas en el Moog o de un trago de absenta en el Marsella.

Madame Petit y el Arc del Teatre

Otro lugar mencionado en la obra de Genet es el prostíbulo de Madame Petit, situado en el Arc del Teatre. Este mueblé, que vivió su apogeo en los años 20 y 30, inspiró al autor para recrear el burdel de su novela Querelle de Brest. 

En su momento, fue uno de los locales más lujosos de la ciudad, pero desapareció en 1956. Allí, el mismo Genet se puso una falda en pleno día de Carnaval, pero con pantalones “para hacer menos brutal la ruptura con vuestro mundo”, matiza en su libro. De este local no queda nada. A pocos metros de allí, aún puede respirarse algo de su espíritu en locales como El Cangrejo, con drags y música petarda, y el Pastís, donde la absenta sigue siendo la bebida estrella.

El Paral·lel

Tampoco obvio pasearse por El Paral·lel. Con sus teatros, cabarets y locales de entretenimiento, era otro de los puntos de reunión de Genet y sus compañeros. Este boulevard, que desde el siglo XIX atraía a la vida nocturna, fue testigo de episodios como el asesinato de un gitano durante una partida de cartas, el primer homicidio que presenció Genet. 

Además, el escritor recuerda cómo en los bares del Paralelo se reunían delincuentes habituales franceses para planear sus actividades. La calle “era entonces lugar de cita de todos los delincuentes habituales franceses: chulos, ladrones, estafadores, evadidos de los presidios o de las cárceles francesas. La lengua oficial era el argot, algo cantarín, con acento de Marsella […] No se jugaba a la ronda, sino a la 'passe anglaise' y al póquer”, señala en su libro.

Portada del libro de Jean Genet 'Diario de un ladrón'

Portada del libro de Jean Genet 'Diario de un ladrón'

El Paral·lel a día de hoy tiene parte de esa esencia, pero más civilizada. Bares y restaurantes de todo tipo abren hasta bien entrada la madrugada gracias a la presencia de teatros como el Condal o el Victoria y de discotecas como Apolo, Plataforma y demás.

El mercado de La Boquería

Y aunque no salga citado en su libro, no puede faltar una vuelta por la Boqueria. Por entonces ya era uno de los mercados más famosos de Barcelona, como ahora. 

Claro que entonces no había tanto turista, sino que se encontraban los series de la noche. Así se comenta en Diario de un ladrón: "Nos acostábamos a veces seis en un jergón sin sábanas y, al amanecer, íbamos a pordiosear por los mercados", escribe. 

La herencia de Genet en Barcelona

Esta Barcelona de Genet ha cambiado mucho. El mismo poeta, cuando regresó a Barcelona en los años 70, afirmó que se encontró una ciudad muy distinta de la que había conocido. En sus palabras, el Raval había perdido la efervescencia y el encanto marginal que tanto lo había inspirado. Vio a la ciudad aburguesada.

Pese a todo y gracias a Lluís Permanyer, Barcelona sigue recordando a Genet. Hoy, una plaza cerca de las Drassanes lleva su nombre, un pequeño homenaje al escritor que convirtió los rincones más oscuros de Barcelona en literatura inmortal. 

Imagen del ciclo de la Filmoteca de Catalunya 'Genet en el Raval'

Imagen del ciclo de la Filmoteca de Catalunya 'Genet en el Raval' FILMOTECA DE CATALUNYA

Por cierto, quien quiera conocer más sobre esta relación de Genet y su relación con la ciudad, la Filmoteca de Catalunya arranca este miércoles su ciclo "Genet en el Raval" y en el Museu Apel·les Fenosa del Vendrell se puede ver hasta el 23 de febrero la exposición "Interseccions entorn Jean Genet".