Agua es vida. El 70% del cuerpo humano está compuesto por agua. El 70% de la superficie terrestre es agua. Sin embargo, el 96,5% del líquido está en los océanos. Es decir, es salado. Mientras crece la población mundial y avanza el cambio climático, mengua el abastecimiento hídrico. Un 14% de la humanidad tendrá problemas en 2025, según la ONU. Un tamiz de grafeno puede acabar con la sed en el planeta.
Un grupo de científicos de la Universidad de Manchester (Reino Unido) puede haber desarrollado uno de los avances más importantes del milenio. Se trata de una membrana capaz de desalinizar el agua del mar. La revista Nature Nanotechnology publicó este lunes, 3 de abril, el resultado de la investigación.
El primer experimento
Indagaciones anteriores en la misma universidad descubrieron que, sumergida en agua, las membranas de grafeno se inflaban, dejando paso a las sales más pequeñas. Ahora, los investigadores han desarrollado un tamiz que evita la hinchazón. El tamaño del poro puede controlarse con precisión y separar líquido y sodio y cloro.
Anteriormente, las membranas de óxido de grafeno han mostrado un gran potencial para la separación de gases y la filtración de agua. El profesor de la Universidad de Manchester Rahul Nair destaca que ahora se ha dado “un paso adelante significativo y abrirá nuevas posibilidades”. “Es el primer experimento claro en este sentido”, añade.
Reducción del uso de energía
Los autores de la investigación conjunta son los doctores Jijo Abraham y Vasu Siddeswara Kalangi. El primero subraya que “las membranas desarrolladas no sólo son útiles para la desalación, sino que el ajuste a escala atómica del tamaño de los poros también abre nuevas oportunidades para fabricar tejidos bajo demanda con capacidad de filtrar los iones de acuerdo a sus tamaños”.
El funcionamiento es sencillo. El agua salada pasa por dos filtros antes de llegar al tamiz de grafeno. Posteriormente, pasa por un último filtro que la hace apta para el consumo humano.
Hoy, el coste de las técnicas de desalinización se reparte entre funcionamiento (19%), capital (37%) y energía (44%). El grafeno podría reducir el uso de esta última un 99%. Se espera, además, la construcción de membranas a escalas más pequeñas, haciendo accesible esta tecnología a países que no cuentan con la infraestructura financiera para desarrollar las instalaciones sin comprometer el rendimiento del agua dulce producida.