Samsung calcula que el coste directo del fracaso del teléfono Galaxy Note 7, uno de sus productos estrella, será de 4.900 millones de euros. Esta cifra no contempla los daños colaterales, como pérdida de confianza de los consumidores para la adquisición de otros productos de la convulsionada compañía tecnológica.
La empresa más importante de Corea del Sur previó que cerraría el tercer trimestre con beneficios de 6.900 millones de dólares (6.267 millones de euros). Eso era antes del escándalo y con previsiones exitosas del lanzamiento del teléfono explosivo, el Galaxy Note 7, el 19 de agosto.
Desde entonces todo ha ido mal. Diversas explosiones de la batería, la retirada de productos del mercado, la pérdida de confianza de los usuarios y, finalmente, el cese definitivo de la fabricación y comercialización del teléfono han sacudido las acciones del gigante de la tecnología en la Bolsa de Seúl.
La crisis provocó la revisión inmediata de los beneficios de julio a septiembre, hasta los 4.600 millones de dólares (4.200 millones de euros, 2.000 menos). Pero un nuevo análisis fija el perjuicio para la compañía en 4.900 millones de euros y apenas 1.400 de superávit.
Un dato alarmante para Samsung es que, de todas las ventas que realizó en 2015, el 44,6% eran dispositivos móviles, como el Galaxy Note 7.