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El hotelero José María Caballé, desde el hotel Montíboli, en Villajoyosa / SERVIGROUP

Caballé: "No podemos volver a los 80 millones de turistas, los hoteles deben subir precios"

Caballé, presidente de Servigroup, está en contra de los viajes del Imserso y señala que Aena "debe desaparecer" para que los aeropuertos sean gestionados por las comunidades autónomas

13 min

José María Caballé (Anglès, Girona, 1941) es una institución en el mundo del turismo. Empresario hotelero, lidera desde los años 70 el sector turístico en la costa levantina, con 10.000 plazas hoteleras y un total de 18 establecimientos. Llegó a la Comunitat Valenciana en 1969, desde Girona, donde había regentado un hotel en Calella. Como él mismo explica en esta entrevista con Crónica Global, apostó por la costa valenciana animado por el presidente del turoperador Claxons, que le insistía en que el futuro estaba en Benidorm. Y desde allí, Caballé construyó su imperio, Servigroup. Este veterano empresario asegura que siempre ha ido a “contracorriente”, y tiene claro que el modelo turístico en España debe cambiar. Su modelo, de sol y playa, incorporó un sello de calidad que ahora le ha resultado vital, al combinar “buen servicio con precios razonables”, que no es sinónimo de precios tirados o de “todo incluido”.

--Pregunta: ¿En qué situación está Servigroup tras la pandemia?

--Respuesta: Dirijo un grupo horizontal, con una serie de empresas que ya llevan muchos años. Son 18 hoteles de costa y uno fuera de España. La pandemia nos cogió con muchas reservas, en 2020, y ahora estamos recuperando lo perdido, salvo el turismo inglés, que todavía no llega. Los españoles han respondido muy bien durante el verano, con un turismo nacional. El turismo ha ido cambiando. Recuerdo cuando estaba con un tío mío en un hotel de Calella y decidí, animado por el turoperador Claxon, instalarme en Alicante y en Benidorm. En nuestro caso, ahora, podemos decir que hemos aguantado, que vamos recuperando, tras el parón, la ocupación, que nunca ha sido, por voluntad propia, del 100%, con la idea de ofrecer buenos servicios a precios razonables.

--¿Por qué dice que el turismo ha ido cambiando?

--Los turistas van pidiendo servicios distintos y los hoteles se han ido adaptando. Lo que ha pasado en España es que la evolución ha sido más lenta que en otros países, como Italia, donde los hoteles no se han concentrado solo en las costas, donde ha habido un mayor control. Aquí no ha sucedido, se construyeron muchas plazas, por las necesidades de los turoperadores, que llenaban los aviones. Luego llegaron las compañías low cost y el negocio se desbordó, pero con consecuencias, porque han quebrado muchos de esos turoperadores, porque los márgenes no salían a cuenta.

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El empresario hotelero José María Caballé / SERVIGROUP

--¿También la imagen sobre el sector ha cambiado?

--Sí, claro, porque el turismo es un cambio, si se puede decir así, de economía por cultura. En el momento en el que la economía invade la cultura, porque una determinada región acepta ese cambio por dinero, la economía puede resultar interesante, pero aparece la turismofobia. La gente se ve forzada a convivir con turistas que se emborrachan, que están hasta las tantas de la noche, y eso provoca roces y problemas. Hay países que han resuelto mejor esa cuestión, como Francia, que conserva sus costumbres horarias, que cierra restaurantes o discotecas cuando toca. Se debe promover una forma de turismo que no invada el entorno. Y lo que ha ocurrido es que cuando un turismo rico invade a un territorio que no lo es tanto, se aguanta, pero se crea una disfunción cuando se trata de un turismo masivo y barato.

--¿Es un problema de todo el sector?

--Lo que ocurre es que el sector no ha estado unido y cada uno ha hecho la guerra por su cuenta. Yo he podido hacer mi política. Estoy contento, estamos recuperando los números de 2019, y las ocupaciones de mis hoteles suelen estar al 75% o al 80%, pero no al 100%, y con precios adecuados.

--¿España debe hacerse valer más, como un destino turístico con una oferta muy variada y con precios más altos?

--Es que por clima, por filosofía, por la forma de ser, por la oferta, por todo, es un producto muy bueno. Pero esa idea de cerrar todo un paquete, del todo incluido, es una barbaridad. Debe cambiar. Y los ayuntamientos y el conjunto de las administraciones deberían liderar ese cambio. La oferta no puede concentrarse en emborracharse por las noches. Vamos a pasar dos o tres años de reestructuración del sector, con una nueva movilidad, con menos viajes, y con la necesidad de desmasificar el turismo. Hay que adaptar la rentabilidad y el que no pueda seguir deberá ser substituido.

--¿Los fondos europeos pueden servir para ese cambio estructural?

--Deben ser una palanca para el cambio, pero, principalmente, un filtro para todo el sector. Y ya lo hemos visto tras el final de la pandemia, con zonas que se han recuperado bien, con mayor calidad, como el Sur, Canarias o la zona de Málaga o Mallorca. El turismo seguirá siendo muy importante, pero debe asumir cambios claros. Cuando ves la experiencia de la Costa Brava, con una calidad de vida enorme, con una forma de hacer, ves la necesidad de bajar ese modelo hacia el sur. Pero deben cambiar cosas.

--¿Cuál de ellas?

--Yo, por ejemplo, estoy en contra del Imserso. Rebaja la calidad del servicio. Se degrada y luego ya no se recompone. Ha sido un error, producto de los dirigentes del momento, que han buscado un vivero de votos. Para las empresas no tiene sentido mantener esos servicios en invierno.

--¿Hay un tipo de turismo que se ha ligado demasiado a los turoperadores, que actúan con políticas ‘chantajistas’?

--Se ha dependido mucho. Contrataban todas las camas que iban a ocupar. Muchos han quebrado, y también lo han hecho comercializadoras españolas. Lo que hacen, los británicos especialmente, es buscar los hoteles y llenar las plazas de avión. Luego llegaron las compañías low cost. Lo que pasa, repito, es que ha habido una falta de control. Se construían hoteles, había una enorme facilidad económica: construya usted. El turoperador buscaba llenar las plazas de avión, venía de Londres a Alicante por 70 o 80 euros. Han trabajado con un circulante que no era el suyo. Y estaba claro que no podía ser un modelo. Pero así han funcionado las cosas.

--¿Puede volver España tras la pandemia a los 80 millones de turistas que se recibían?

--No podemos volver a esas cifras, a los 80 millones. Los hoteles deben subir precios, sobre un 20%, porque todos los servicios como la energía o el agua han subido. Y la gente se autoselecciona. Se pueden tener hoteles con una ocupación del 70% o del 80% con precios interesantes. El que no se renueve se quedará atrás.

--¿Habrá una selección ‘natural’ del mercado?

--Va a ver un filtro para el empresario con hoteles en propiedad. Y para el que tiene hoteles en alquiler. Los que no puedan seguir desaparecerán. Y eso llevará a un turismo de mayor calidad. Lo que hay que hacer es fijarse en Francia, con una oferta turística muy amplia, de costa, pero también de interior. Otro país que ha logrado un cambio es Grecia. Está consiguiendo un modelo más acorde con los nuevos tiempos. Está claro que no podemos prescindir del turismo, pero hay que adaptarlo.

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José María Caballé, en uno de los hoteles de su cadena / SERVIGROUP

--La ampliación del aeropuerto de El Prat se ha suspendido, ante la negativa de la Generalitat y con el argumento de que es necesario proteger el área de la Ricarda. ¿Es una oportunidad perdida que se puede lamentar o es un error pensar que Barcelona puede o debe ser un hub?

--Yo considero que la idea del hub es un error. Barcelona no puede crecer más. La vida de la ciudad se degradaría todavía en mayor medida. Los aeropuertos de Reus y Girona están infravalorados. Creo que ese proyecto de la ampliación sería una barbaridad. Soy piloto, y pienso mucho en el sentido común, en la calidad de vida de esas poblaciones donde se ubica el aeropuerto. La actividad que tiene El Prat es suficiente.

--Usted va a contracorriente.

--Siempre he ido a contracorriente. Pero he sido la máquina del turismo de costa. Tengo, a lo largo de los años, una información muy exhaustiva sobre qué piensa el cliente, y cómo se puede ofrecer la máxima calidad por un precio razonable.

--Insistimos en la idea de los 80 millones de turistas. ¿Hay que olvidarse de eso?

--Depende, es que lo importante es saber cómo se reparte el turismo. ¿Podría recuperar esos 80 millones? Podría, sí, pero más repartidos. España tiene toda la oferta que se podría soñar. Pero debe caminar hacia otras experiencias, hacia la de Italia o Alemania, que tiene más hoteles que España, pero repartidos por toda su geografía. No todo debe ser costa. Y para ello, para un cambio de modelo, Aena debe desaparecer. Cada aeropuerto debería poder contar con su propia gestión, por parte de la comunidad autónoma y en colaboración con otras entidades, como las cámaras de comercio. Hay que adecuar más el tráfico con las necesidades del territorio.

--Dicho de otra manera, ¿España debe estar pendiente de lo que haga Turquía, por ejemplo?

--España debe mirar a los países europeos. El cliente que va a Turquía por una cuestión de precio no debe interesar a Europa. Los costes en Europa son mayores. Tomemos el caso de Grecia, ha subido los precios y se cerrarán los hoteles que sean necesarios. Lo que importa es adaptar el sector a la nueva demanda. Las crisis sirven para seleccionar los productos y los clientes. Y esos cambios se han producido en otros ámbitos, en la agricultura o en la industria. Hay que aprovechar el momento. Y el Gobierno debería, creo, adaptar los fondos europeos que reciba para modificar la estructura y el entorno.