Ana Freire demuestra que programar es una actividad con impacto social. La doctora en informática y directora del área académica de tecnología de la UPF Barcelona School of Management (UPF-BSM) ha impulsado STOP, un algoritmo para detectar las conductas suicidas en las redes. La investigadora valora positivamente el salto digital impulsado por el Covid-19, pero llama la atención sobre la falta de educación en nuevas tecnologías.
– Pregunta: La pandemia ha desencadenado un salto digital masivo, como se ha visto con el teletrabajo. ¿Cómo valora esta digitalización exprés?
– Respuesta: Quizá tenga un sesgo por mi trabajo en el mundo de la tecnología, pero me ha parecido positiva y muy necesaria. La pandemia nos ha obligado no solo a dar este salto, sino también a acelerarlo. Hemos visto que el teletrabajo es posible y que beneficia a muchas empresas y trabajadores porque ayuda a la conciliación. Incluso ha permitido contratar a talento de otros países o facilitar que se contrate talento español por parte de grandes empresas que no tienen aquí su sede. Pero también hay una cara negativa. En el índice DESI, España está por debajo de la media de la Unión Europa en los indicadores de capital humano. Esto significa que casi la mitad de la población español carece todavía de competencias digitales básicas, estamos creando una brecha digital muy amplia. La solución es la educación, a todos niveles. No solo para las nuevas generaciones, que son las que menos la necesitan, sino sobre todo para la tercera edad.
– El Covid-19 también ha provocado un mayor consumo de información online. ¿Las redes sociales garantizan o complican el acceso a información confiable?
– La web, que incluye las redes sociales, es el mayor repositorio de información de todos los tiempos. Si tenemos las herramientas para saber acceder de modo correcto e inteligente a toda esta información, se convierte en una herramienta muy útil. Hace años, todos los estudiantes de primaria llevábamos los mismos trabajos porque teníamos la misma enciclopedia. Pero es cierto que falta muchísima formación para saber cómo utilizar las redes y conocer sus riesgos.
– La Inteligencia Artificial (IA) se plantea a menudo como una panacea o como una nueva fuente de conflictos. ¿No hay un término medio?
– Mi visión desarrollando algoritmos es que la IA que nos ayuda a nivel social es la misma de la que se habla con los sesgos. El problema no está en la IA en sí, sino en cómo y por qué la desarrollamos. La inteligencia artificial también son los datos, ya que los algoritmos aprenden en base a ejemplos. Si estos ejemplos se los pasamos sesgados, es muy probable que la IA acabe perpetuando estos sesgos. La clave está en revisar y curar los datos sobre los que estos algoritmos aprenden, y que se usen con fines que respeten los derechos fundamentales de los usuarios. Para esto es muy importante la regulación.
– En este sentido, ¿existe algún estándar ético de programación a nivel español o europeo?
– Hay diferentes medidas que se están implementando para preservar este carácter no dañino de la tecnología. Cuando hacemos proyectos de investigación, debemos pasar una revisión ética por un comité universitario que nos dice qué podemos y qué no podemos hacer. Las empresas también están incorporando estos comités. Por otro lado, hay algunas guías de auditoría algorítmica, como la elaborada por la empresa española Eticas Consulting. Pero no hay un estándar normativizado para desarrollar este tipo de sistemas.

La investigadora y académica Ana Freire durante una conferencia / CEDIDA
– El próximo año se creará la Agencia de Supervisión de Inteligencia Artificial en España. ¿Qué le parece esta iniciativa?
– Todo lo que ayude a regular el desarrollo de la tecnología es muy bien recibido. También a nivel europeo se están moviendo muchos hilos y probablemente nos coloquemos a la vanguardia en inteligencia artificial. Ya se ha presentado el primer marco legal de la Comisión Europea sobre esta tecnología. Aunque todavía es una regulación algo difusa, otros países son mucho más permisivos que Europa.
– Un reciente estudio de Iberinform señalaba que la penetración de la IA era mucho mayor en las grandes empresas que en las pequeñas. ¿Esta tecnología no está hecha para un comercio de barrio?
– Para que un sistema de IA funcione necesitamos datos sobre los que aprender o analizar. Si una empresa no tiene una cantidad suficiente de datos es posible que no tenga sentido utilizar algoritmos. Por eso es fundamental que se ayude a las pymes tanto para identificar posibles desarrollos que les ayuden a incrementar su mercado como para educar a directivos de empresas. Siempre acabamos en el uso de la educación. Suelo poner el ejemplo de Estonia, que es el país más digitalizado de Europa y lleva utilizando técnicas avanzadas como blockchain desde hace más de una década. En 2001, todas las escuelas de Estonia ya tenían acceso a Internet. Para que la sociedad absorbiera estos cambios, hicieron un esfuerzo enorme en educación tanto en formadores como en la tercera edad. Me parece una aproximación muy inteligente para hacer frente a esta transformación. En España ha habido realmente una transición digital muy forzada.

La investigadora y profesora de la UPF Ana Freire / CEDIDA
– Sobre la incorporación de las mujeres a las carreras STEM, ¿dónde estamos y qué queda por hacer?
– Hay muchas iniciativas destinadas a que más mujeres estudien carreras STEM y ya se están consiguiendo cosas. En la UPF, lanzamos una ingeniería de ciencia de datos en la que nos propusimos tener un balance de género más equitativo, porque en las ingenierías las alumnas suelen estar por debajo del 20%. Fuimos a centros de secundaria, organizamos actividades como campus de verano... y conseguimos un 50% de matrículas de mujeres. Hace poco acaba de salir la primera promoción y se ha mantenido este porcentaje. Ha sido un caso de éxito. No es que las chicas no quieran estudiar carreras técnicas, sino que es un campo que ha estado asociado al hombre y muchas veces no lo ven como una posibilidad. También hay estereotipos como que estas carreras son muy difíciles o que la ciencia de datos consiste en trabajar todo el día frente al ordenador. Cuando les cuentas que son carreras que pueden aplicarse a finanzas, biología, medicina, política y sostenibilidad, obviamente allí se les despierta el interés.