Imagen de archivo de 'Los Roper'

Imagen de archivo de 'Los Roper' Thames Television

Examen a los protagonistas

Brian Murphy

Publicada

Adiós al señor Roper

Hay actores que, pese a no disfrutar de una carrera especialmente lucida, se nos quedan grabados por un personaje en concreto. Es el caso del recién fallecido intérprete británico Brian Murphy (1932 – 2025), unánimemente recordado por haber dado vida, o algo parecido, a George Roper en la sitcom George and Mildred (en España, Los Roper), que se emitió en el Reino Unido entre 1976 y 1979 y en nuestro país entre 1979 y 1981.

De hecho, Los Roper fue una secuela de una serie anterior, Man about the house (Un hombre en casa), en la que George y su sufrida esposa, Mildred, eran los caseros de un peculiar trío de jovenzuelos compuesto por dos chicas y un chico.

Secuela necesaria, ya que a los que veíamos Un hombre en casa nos parecía que nunca había la suficiente presencia de George y Mildred en la serie, que sin ellos habría sido mucho menos interesante.

George y Mildred tenían algo de versión perversa de los personajes de los tebeos Bruguera. Se soportaban mutuamente con dificultad y vivían su vida en común como una especie de cadena perpetua que había que sobrellevar de la mejor manera posible.

Sus creadores, Johnnie Mortimer y Brian Cooke, guionistas habituales de la televisión británica, se lucieron al crear a esa pareja que no se soportaba, pero iba tirando, cada uno de ellos a su manera. George era un genuino calzonazos que se pasaba la vida en el sillón o en el pub de la esquina (cuando no le daba por fabricar cerveza en su cobertizo para ahorrarse cinco peniques por pinta en la taberna).

Aparentemente jubilado (si es que alguna vez había llegado a trabajar en algo), George iba dejando pasar los días con un estoicismo canalla que lo hacía ideal para meter la pata constantemente y caerle mal a todo el mundo.

Para el infortunio de su mujer, Mildred (Yootha Joyce, 1927 – 1980), que aspiraba a una vida social de campanillas (o a una vida social a secas) que era imposible de alcanzar con su marido.

Mientras Mildred intentaba llevarse bien con su estirado vecino, Jeffrey Fourmile (padre de un niño repelente y miope llamado Tristram y votante de los tories), George no perdía ninguna oportunidad de quedar como un cochero con él, pues lo consideraba un esnob escorado en exceso a la derecha (como si él fuese un working class hero, que diría John Lennon).

Aparte de no dar golpe, la principal misión de George en esta vida consistía en mortificar a Mildred y arruinarle cualquier oportunidad de diversión. Ella se vengaba sutilmente, haciéndole la puñeta siempre que podía.

Hay pocos productos audiovisuales que, como Los Roper, hayan basado tan eficazmente su humor en un sentimiento tan feo como el odio. La serie tuvo una breve secuela en un largometraje que no funcionó, tal vez porque no estaba escrito por el insuperable dúo Mortimer & Cooke.

Yootha Joyce murió antes de que se estrenara a causa de su alcoholismo galopante, que, curiosamente, había pasado inadvertido a todo el equipo de George and Mildred. Hubo un proyecto de fabricar una nueva serie con el viudo Roper, pero la cosa no fructificó: los Roper se necesitaban mutuamente para que su siniestro humor alcanzara el objetivo deseado.

Nos quedan, pues, 38 episodios de Los Roper que yo no me he atrevido a revisar por miedo a que no me hicieran tanta gracia como en su momento. Pero recuerdo con sumo placer las carcajadas de antaño.