
El presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu
Cuando a finales de 2020, recién fracasado el primer intento de fusión con BBVA, Josep Oliu señaló que Banco Sabadell podría continuar en solitario y salir adelante, no fueron pocos los que pensaron que había perdido el norte. Que la pandemia le había afectado demasiado y las intensas y ásperas negociaciones con su competidor habían terminado por confundirle.
Poco más de cuatro años después, Oliu sigue en sus trece: lo mejor para el presente y el futuro de Banco Sabadell es mantener su independencia. Como entonces, BBVA sigue merodeando en su entorno, en una maniobra que se ha tornado definitivamente hostil. Sin embargo, una diferencia sustancial separa ambos momentos. En la actualidad, el Sabadell vale ocho veces más que entonces.
Por sí solo, el dato bastaría para avalar la tesis del veterano banquero. Pero, además, la entidad acaba de registrar los mejores resultados de su historia, con un beneficio superior a los 1.800 millones de euros. Y exhibe, con orgullo, las armas más potentes para defenderse de la OPA hostil: nada menos que 3.300 millones de euros para convencer a los accionistas de que su presidente estaba entonces, y está ahora, en lo cierto.
También cabe atribuir a Oliu el pleno acierto de haber confiado en César González-Bueno la dirección del banco, desde su puesto de consejero delegado. Sin ruido, sin aspavientos, sin llamar la atención. Pero efectivo. Lo que requiere un sector tan particular como el financiero.
Banco Sabadell cerró aquel maldito 2020 con dos millones de beneficio y un retorno próximo a cero. Las estimaciones para 2025 y 2026 apuntan al 14% o, incluso, algo más. Del cero al infinito. Y sí, en solitario. Como dijo Oliu…