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Singapore Airlines (SIA) ha vuelto a aplicar su política de rotación de altos directivos. Kevin Lee ocupará el puesto de director general de la aerolínea en la península en sustitución de Joan Lim. El cambio supone que la operadora de la ciudad-Estado asiática ha nombrado a tres consejeros delegados en España y Portugal en seis años (desde 2018).
Eso sí, la compañía aérea anunció hace unos meses que el próximo verano aumentará la capacidad entre Barcelona y el micropaís de dos a cinco vuelos semanales, aunque uno de ellos contará con parada técnica en Milán (Italia).
De hecho, esa parada operativa en la ciudad de la Lombardía se introdujo en 2016, y supuso un varapalo de SIA a la capital catalana, ya que conllevaba que la ruta aérea pasara a tener una escala, por bien que muy corta.
Estas decisiones han laminado la credibilidad de Singapore, que es una de las mejores aerolíneas del mundo. Pese a esta extraordinaria reputación y a que la enseña abrió la primera ruta transcontinental desde el Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat en 2011, los cambios de operativa y de dirección general han supuesto una china en su zapato.
Las empresas pueden tomar las decisiones que les plazcan y les parezcan convenientes para su buen funcionamiento, sólo faltaría. Pero la sociedad y el tejido económico también pueden ser exigentes con las firmas para que éstas demuestren cierto arraigo al territorio. Máxime en industrias con tantas externalidades como la aérea.