Joan Canadell, presidente de la Cámara de Barcelona  / EUROPA PRESS

Joan Canadell, presidente de la Cámara de Barcelona / EUROPA PRESS

Examen a los protagonistas

Joan Canadell

13 diciembre, 2020 00:00

'Puchi' es mi copiloto

Lo bueno del lazismo (o lo malo, según se mire) es que permite medrar y pillar cacho sin grandes esfuerzos intelectuales: por regla general, basta con la inquebrantable adhesión al régimen, puesta de manifiesto en declaraciones intempestivas, pruebas constantes del odio al vecino e iniciativas ridículas. Al despreciable mosso Donaire le ha bastado con vomitar en Twitter su bilis rosa y hacerle la vida imposible a una compañera del cuerpo para hacerse con una legión de seguidores lamentables que le ríen todas las gracias, y ahora pretende rentabilizar su desagradable agit prop metiéndose en política, no sea que un día de éstos se produzca su injustamente demorado despido de la policía autonómica y se encuentre con una mano delante y otra detrás (bueno, la de atrás no hace falta, pues ya ha enseñado el culito en la red alguna que otra vez).

Joan Canadell, magnate local del petróleo --tiene la friolera de doce gasolineras y una plantilla de tres empleados, pues nueve de ellas son de autoservicio--, tuvo bastante con circular en su coche con una careta de Puigdemont atada al cabezal del asiento del copiloto para dar sus primeros pasos hacia la gloria. Como el buen burgués barcelonés es, además de pusilánime, vago, y se queda tumbado a la bartola cuando le toca ir a votar en asuntos que le competen, Canadell se hizo con la presidencia de la Cámara de Comercio de la Ciudad Condal. Y ahora, siguiendo el ejemplo del mosso tóxico, aunque en otro club, se apunta a la candidatura de Junts x Puchi, que no se le puede discutir a alguien que ha ido por ahí conversando con una careta de cartón del Deseado.

También ha tenido tiempo para alumbrar una ley de cámaras que le han tumbado a la primera y le ha ganado el odio de todas las patronales, incluyendo la Pimec, que siempre ha sido más bien del régimen. De esta manera, como el llefiscós Donaire, también se arregla la vida si lo acaban desalojando del mundo de la empresa (lo raro es que no haya presentado también su candidatura a la presidencia del Barça o al rectorado de la Universidad de Barcelona, aunque es posible que para esto le falten estudios y ya sabemos que la academia es muy injusta con los self made men). Somos conscientes de que las listas electorales se elaboran pensando en a quién hay que echar de comer --solo así se explica que en las de ERC figuren dos ineptos como Vergès y El Homrani--, pero la presencia de Canadell en la de los amigos de Puchi resulta especialmente grotesca, aunque no más que la que ejerce al frente de la Cámara de Comercio de mi querida ciudad. Ah, y ya ha dicho que, si pilla cacho, va a intentar compaginar su compromiso político con el empresarial, pues nuestro magnate tiene tiempo y caletre suficiente para lo que le echen.

Yo le veo más futuro en la política --entendida a la manera catalana, claro está-- que en la actividad empresarial. Dada la tendencia de Junts x Puchi a presentar candidatos que pueden acabar inhabilitados por sus trapisondas políticas o financieras, se trata del partido en el que hay mayores posibilidades de que la lista vaya corriendo y acabe cortando el bacalao lo más parecido que encuentren al Mr. Chance de la película protagonizada por Peter Sellers. Puede que ese concepto esté muy claro en la mente privilegiada del gasolinero. Y con lo que hemos visto últimamente en Cataluña, la posibilidad de que llegue a presidente de la Generalitat no es del todo descartable: después de Quim Torra, todo es posible.