La diputada de la CUP Dolors Sabater / EUROPA PRESS

La diputada de la CUP Dolors Sabater / EUROPA PRESS

Examen a los protagonistas

Dolors Sabater

21 marzo, 2021 00:00

La anticapitalista capitalista

Uno de los mejores momentos de la política para el ciudadano de a pie es cuando los diputados del parlamento que sea se ven obligados a declarar sus bienes. Más que nada, porque se lleva uno ciertas sorpresas ante el patrimonio de sus señorías. La principal consiste en que los más ricos no siempre son los representantes de la derechona, a los que suponemos siempre poseedores de una enorme fortuna conseguida, claro está, de manera algo turbia. Fijémonos en el parlamento catalán. Resulta que las dos diputadas que más pasta y propiedades tienen son del PSC: Assumpta Escarp (un millón y medio de euros) y Helena Bayo (dos millones, trescientos mil euros). Después está Dolors Sabater, de la CUP, copropietaria de ocho fincas valoradas en un millón, doscientos mil euros.

Como es seguro que ya hay algún lector a punto de pronunciar, ni que sea mentalmente, el acreditado mantra “¿Qué pasa? ¿Que los de izquierdas no podemos vivir bien?”, me apresuraré a responder que igual sí, pero que queda un poco chungo, sobre todo en la representante de una formación seudo anticapitalista como la CUP (aunque en la CUP también tienen a la lumbrera de Mar Ampurdanès, una pija que predica la lucha de clases desde el chalé con piscina de papá y mamá). Lo de Dolors Sabater (Badalona, 1960) recuerda al casoplón de Pablo Iglesias porque tanto las mansiones como los patrimonios abultados eran hasta ahora una prerrogativa casi exclusiva de la derecha. La señora Sabater es la feliz usufructuaria de ocho propiedades inmobiliarias. Para disimular esa concesión al capitalismo salvaje, asegura que siete son heredadas y que la octava es la casa en que vive, de la que posee el 50%, pero, a efectos prácticos, ahí hay un millón, doscientos mil euros de vellón que no casan muy bien con alguien que se supone que es anticapitalista. ¿Tanto le costaría poner esas siete propiedades heredadas en manos de los desheredados de la tierra? Que piense la señora Sabater que en Cataluña hay mucho okupa por colocar y mucho inmigrante muerto de hambre que no puede costearse el alquiler de una vivienda. Lo suyo sería adoptar una actitud franciscana y deshacerse de tan pesada herencia familiar que, además, la hace quedar en una posición ligeramente comprometida en su entorno político.

Sí, ya sabemos que los de la CUP son, mayormente, anticapitalistas de boquilla. Y que abundan los buenos burgueses y los hijos de papá. Pero cuando has sido alcaldesa de Badalona en representación, se supone, de los parias de la tierra, y te has presentado a unas elecciones regionales (para ella, nacionales) como paladín de la independencia, de la justicia social y de la redistribución de la riqueza, ocho propiedades y un patrimonio de más de un millón de euros te dejan como pillada en un renuncio. Que una anticapitalista como Sabater declare propiedades por ese valor mientras Ignacio Garriga, el de Vox, diga que solo tiene tres mil euros en el banco es, francamente, el mundo al revés. Esa lista de ricachones la debería encabezar el PP con todo tipo de propiedades y monises conseguidos a base de explotar a la clase obrera, no tres señoras que dicen ser de izquierdas, pero no se desprenden de un solo euro ni cuando se cruzan en el metro con un rumano que toca el acordeón.

Uno siempre le exige más a la izquierda porque de la derecha nunca ha esperado nada (o, mejor dicho, siempre ha esperado cualquier cosa), y no sé si es bueno para el progreso social que las tres diputadas más adineradas del parlamentillo catalán sean dos sociatas y una cupaire. Creo, sinceramente, que deberían hacérselo mirar. Sobre todo, la señora Sabater, que ya nos ha engañado demasiado tiempo con esa melenita canosa y esa ropa de monja rebotada que se gasta, como si no le llegara para el tinte ni para los horrendos bolsos de Michael Kors que luce tan ufana la desacomplejada Geganta del Pí. El anticapitalismo, estimada Dolors, para el que se lo trabaja.