Para Victòria Alsina, consejera de Acción Exterior, Cataluña se ha convertido en "palanca y motor de la cooperación triangular entre Europa, el Mediterráneo y África". Más allá de su optimismo, la politóloga no va desencaminada en su defensa de "un modelo más justo y equitativo, más verde y digital" basado en la "solidaridad, la investigación y la innovación". Sin embargo, no debería olvidar que la Generalitat ha sido identificada como la Administración más insolidaria de España en cuanto a cooperación internacional.
Si de verdad quiere impulsarla, debería trabajar para que el Govern cumpla su propio compromiso de destinar el 0,7% del PIB al desarrollo internacional, como ya se hace en otras latitudes (Suecia, Noruega, Luxemburgo, Dinamarca, Alemania, Reino Unido) e incluso instituciones locales de nuestro país a instancias de la ONU. Cooperación y solidaridad son propósitos loables, pero que deben blindarse por ley para garantizar cambios reales; de lo contrario, caemos en el riesgo de convertirlas en palabrería vacía.