A sabiendas que quizá es su última oportunidad, conocedor, quien sabe, de la dificultad del reto que debe hacer frente e intentando apaciguar los ánimos después de una semana convulsa por el amistoso no disputado ante Israel, Leo Messi asumió las riendas --como suele hacer también dentro del campo-- y se convirtió en el anfitrión de lujo de la comida que realizó la selección argentina.
Apurando las últimas horas de su concentración en Barcelona, el combinado argentino decidió conjurarse antes del Mundial en el restaurante barcelonés propiedad del futbolista del Barça y de sus hermanos Marisol, Matías y Rodrigo.
Preparados para el debut
El restaurante Bellavista del Jardín del Norte, en la calle Enrique Granados de Barcelona, fue el lugar escogido para romper con la rutina de entrenamientos en la Ciutat Esportiva Joan Gamper y vivir una jornada distinta.
La cita estuvo marcada por el fuerte dispositivo de seguridad organizado y por el buen ambiente en una selección que volverá a fiar su fortuna al buen hacer del infalible Leo Messi.