Sin Leo Messi sobre el césped, el título de Liga no parece una cosa tan de niños. Con el argentino sobre el tapete, el campeonato liguero ha ido adquiriendo un color azulgrana difícil de borrar. En los días plomizos, Ter Stegen en la retaguardia y el 'diez' sembrando el terror en el área rival. Una fórmula tan sencilla como eficaz. A la espera de retos mayores, como la Champions League o la final copera del próximo mes de abril, Ernesto Valverde anda empeñado, y con razón, en darle todos los mimos posibles --en forma de pequeños descansos-- al mejor futbolista del mundo. El 'Txingurri' prescindió de inicio del jugador más desequilibrante del planeta y eso, en el Sánchez Pizjuán, suele salir caro aunque al de Rosario unos minutos le valgan para evitar males mayores (2-2).
Sin Busquets y con Paulinho, probando nuevas fórmulas como el encuentro en banda izquierda de Coutinho y Andrés Iniesta o cederle todo el carril derecho a Dembelé, el Barça intentó que la siempre enrevesada visita a Sevilla no acabara convirtiéndose en un desliz. Y eso estuvo cerca de ocurrir. Los 11 puntos de margen, que podrían ser nueve si el Atlético logra derrotar este domingo al Deportivo, a falta de ocho jornadas todavía dejan margen para la bonanza y la serenidad.
Luis Suárez se lamenta tras el primer gol del Sevilla / EFE
Una serenidad que en el Sánchez Pizjuán, por momentos, se convirtió en placidez ante un rival que volvió a crecerse en las grandes noches. Con cierta pasividad, un despiste defensivo lo aprovechó el 'Mudo' Vázquez (1-0, 35') para alimentar los gritos de una parroquia sevillista que disfrutó de los suyos, que ampliaron la renta en el segundo acto por mediación de Muriel (2-0, 49'), antes de recibir al también temible Bayern de Múnich. Un desengaño en un cruel final antes de recibir a los alemanes. Eso es nada.
Messi salva la imbatibilidad
Con Luis Suárez --quien puso los cimientos del empate con un acrobático remate que recortó distancias (2-1, 88')-- y Jordi Alba buscando sin encontrar soluciones en la búsqueda de su socio habitual, el Barça echó de menos a Leo Messi. Sin sorpresas. Los minutos pasaron y ningún azulgrana se atrevió a enfundarse el traje del argentino, quizá eso pueda considerarse una osadía, para liderar una remontada que se produjo con la entrada del 'diez', el encargado de evitar la primera derrota en Liga después de 30 jornadas y siete meses de competición. Para encontrar la última desdicha liguera hay que remontarse a un lejano 8 de abril de 2017 en La Rosaleda de Málaga. En esta ocasión, los azulgranas salvaron los muebles en tierras andaluzas.
Dembelé disputa un balón con Sergio Escudero / EFE
Con la asidua misión de rescatar a los suyos del abismo, Messi saltó al verde en el 57' en busca de una gesta que se produjo con un épico final. La distancia de dos tantos en el electrónico, el buen hacer del Sevilla, las pequeñas molestias que no le permitieron jugar con Argentina o una simple constatación de que es humano hicieron pensar que la primera derrota azulgrana podía producirse en la ciudad andaluza pero, una vez más, el 'diez' sorprendió a todos con un gol en el 89' ampliando su catálogo para advertir al Barça que en el fútbol sin Messi existe un margen para la derrota.