El fútbol catalán tiene una nueva realidad. La que se dio cita este lunes en el RCDE Stadium. El denominado ya como nuevo derbi o el otro derbi fue algo más que un partido de fútbol. No solo era la confrontación de dos conjuntos que buscan tres puntos. Estaba en juego ese rinconcito de protagonismo, al que hizo alusión Quique Sánchez Flores en la víspera del duelo de los suyos ante el Girona, que se vislumbra tras la alargada sombra del Barça que todo lo acapara en el ámbito futbolístico en Cataluña.
A sabiendas de ello, Espanyol y Girona ejemplificaron sobre el césped que la que parecía insondable dualidad entre blanquiazules y azulgranas, a excepción de la incursión que hizo el Nàstic de Tarragona en La Liga 2006-2007, en la máxima categoría debe hacer paso a la presencia de una terna con un tercer equipo que pide sitio a marchas forzadas. Los gerundenses han llegado para quedarse. Ese remozado conjunto catalán en Primera amenaza a una entidad blanquiazul no supo reivindicarse ante la atenta mirada de Chen Yansheng, presente en el palco del estadio y que vio de primera mano que en su estancia en Barcelona tendrá mucha faena por delante si quiere soñar con Europa. A día de hoy, una fantasía utópica.
Siguiendo las consignas de Quique Sánchez Flores, cuando aseguró que los gerundenses llegaban a Cornellà “a ocupar un poco más de nuestro espacio y esto nos debe dar un sentimiento de rebeldía para luchar por estar en el puesto que nos toca por historia”, el Girona se plantó en el RCDE Stadium para reivindicarse y postularse como algo más que el tercer equipo catalán. Con su habitual propuesta futbolística basada en la figura de tres centrales, y sin complejos, los de Pablo Machín firmaron su quinto triunfo en el campeonato, el tercero como foráneo, situándose a tan solo un punto de Europa.
Choque de minorías
A pesar de la gran cantidad de alicientes que presentaba el choque, no debieron ser tantos y tan importantes para La Liga que consideró mejor colocar el derbi un lunes por la noche, el RCDE Stadium volvió a mostrar una pobre entrada donde solo 13.846 aficionados decidieron desafiar al frio y a las obligaciones laborales para seguir a los suyos en algo más que un partido. Los pocos atrevidos que se dieron cita acabaron demostrando el hastío con la propuesta de un Espanyol que parece haber agotado todos sus créditos para una afición que cantó al unísono y por primera vez de forma tan clarividente el "Quique, vete ya".
Espanyol y Girona disputaron un encuentro muy igualado / EFE
En una fría noche, el choque de minorías acabó de forma dispar. Un resumen perfecto de lo que está siendo este inicio de campaña para ambas entidades. La que es la meravellosa minoría blanquiazul asistió atónita a una nueva decepción de los suyos mientras que los 350 valientes aficionados gerundenses vieron recompensados los kilómetros realizados con tres puntos que rubrican un arranque de ensueño.
Sin ideas
Lejos de lo que se esperaba, ni un ápice de reivindicación o rebeldía se pudo observar en el conjunto de Quique en un duelo que el técnico tenía anotado en el calendario como capital y que dejó patente el pobre bagaje de un equipo sin fútbol, ideas ni chispa. Viviendo del juego directo o balón parado, los blanquiazules no hicieron más que toparse ante el ordenado entramado defensivo de un Girona que supo en todo momento qué debía hacer para asaltar el RCDE Stadium. Y lo logró.
El Girona logró ponerse por delante con el gol de Timor / EFE
El cabezazo de Timor a la salida de un saque de esquina en el 45' propició el silencio en el estadio que, segundos después, acabó en una sonora bronca hacia un equipo que sigue a la deriva navegando en la mediocridad. La superioridad en el centro del campo de los de Machín ahogó un plano Espanyol con un Darder maniatado y con unas bandas, formadas por Piatti y Jurado, que ejemplificaron la falta de peligrosidad y de gol, los blanquiazules están registrando el tercer peor registro goleador de los últimos 40 años, ante un Girona coral con armas suficientes para sobrevivir con holgura en Primera.
Ni toda la segunda mitad ni los esporádicos intentos en forma de chispazos sirvieron para evitar la nueva realidad, que muestra a un Girona dispuesto a quedarse con ese rinconcito de protagonismo a base de un fútbol que por ahora sigue sin hacer acto de presencia en el RCDE Stadium.