El fútbol no siempre permite que jugadores con talento logren sus objetivos. Por más que luchen por ellos. Prometedor desde sus inicios, Jairo Morillas ya sabe lo que es la otra cara de este deporte. La más amarga. La ingrata. La que parece que siempre te persigue. De golear en el filial del RCD Espanyol con una prometedora carrera por delante a no encontrar su lugar en el primer equipo. Todo por culpa de unas lesiones que, al fin, parecen darle una tregua.
Nacido en Gilena en 1993, Jairo difícilmente imagino que el fútbol iba a ser tan cruel. Anotando 17 goles con el filial perico en la temporada 2014-15, su debut con el primer equipo no se hizo esperar a pesar de su juventud. Su primer gol, tampoco. Un cabezazo del andaluz, quien formó parte de las categorías inferiores de la selección española, en Copa del Rey ante el Alavés fue la rúbrica de un momento soñado que todavía permanece en su memoria. Después de su paso por el Girona y el Numancia en sendas cesiones, el pasado 3 de abril el ariete rompió a llorar en el Ramón Sánchez Pizjuán --en un Sevilla Atlético-Numancia de Segunda División donde también vio puerta-- cuando tuvo que abandonar el terreno de juego a raíz de una rotura del tendón de Aquiles.
Entre dolores, molestias y problemas musculares, los meses fueron pasando sin que Jairo --formado en la cantera del Sevilla FC-- lograra encontrarse. Con el alta médica, el delantero apareció este jueves en rueda de prensa para mostrar la otra cara del fútbol. La desagradecida. Acompañado de su compañero Mario Hermoso y los fisios del club Javi Carrión y Adrià López, el andaluz mostró su anhelo de poder disputar algún minuto antes de que finalice la temporada. "Daría todo por jugar. Si al menos el míster se acordara de mi en una convocatoria y me diera algunos minutos se lo agradecería. He pasado momentos muy malos. Estaré luchando y ojalá pueda volver a jugar", apuntó.
Jairo Morillas durante su última rueda de prensa / RCDE
Sin dorsal en el inicio de temporada, el Espanyol cumplió con su palabra de cederle un número en el mercado invernal si su estado físico y la disponibilidad de la plantilla lo permitían. Con ficha hasta junio, el ariete quiere volver a sentirse futbolista. "Gracias todo el cuerpo médico, compañeros y la gente que me ha acompañado estoy aquí. Tengo que agradecer al club por darme la ficha y la posibilidad de luchar con mis compañeros. Ojalá no vuelva a recaer. Espero tener una oportunidad", aseguró.
Futuro incierto
A la espera de poder reencontrar sensaciones en este tramo final de campeonato, donde el Espanyol deberá lidiar con la desidia que surge a raíz del hecho de no poder competir por las plazas europeas, Jairo Morillas afronta unos últimos compromisos donde estará en juego su futuro. Con contrato hasta junio, su continuidad, a día de hoy, parece inviable aunque el jugador no quiere pensar en otra cosa que no sea su recuperación. "Acabo contrato en junio. No miro más allá que coger una dinámica de entrenamiento y ritmo. Ojalá pueda volver a debutar y jugar en los nueve partidos que quedan. No puedo estar pensando en eso. Vendrá aquí o en otro lado".
En una temporada donde las alegrías escasean, y en un 'rush' final de partidos sin aliciente alguno en el ámbito clasificatorio, volver a ver sobre el césped del RCDE Stadium a Jairo Morillas supone un estímulo para todos aquellos que alguna vez han experimentado la otra cara del fútbol. La más ingrata.