Supervivientes dentro y fuera del campo. Así se presentó el Chapecoense en la que fue su gran noche. Visiblemente emocionados y conmovidos, los tres sobrevivientes de la tragedia aérea que acabó con la vida de 71 personas de la entidad recibieron el calor de los 64.705 espectadores en un Trofeo Joan Gamper que pasará a la historia por su emotividad sin importar un ápice el apartado futbolístico.
Con una camiseta conmemorativa con 71 estrellas verdes, en recuerdo a las víctimas, los futbolistas del equipo brasileño saltaron al césped del Camp Nou en medio de una ovación. Con los sentimientos a flor de piel, las lágrimas brotaron en los ojos de unos futbolistas que fueron protagonistas absolutos de una noche mágica ideada a la perfección por el Barça.
Saque de honor de los jugadores del Chapecoense / EFE
El capitán, Alan Ruschel, el único que disputó unos minutos; el central Helio Neto, que se espera que vuelva a jugar en 2018, y el portero Follman, quien perdió una pierna en el fatídico accidente, realizaron un saque de honor que mantuvo a la afición azulgrana con un nudo en el estómago en un más que merecido tributo.
Un futuro por delante
Apoyado en su pierna ortopédica, Follman tocó con suavidad un esférico que fue a parar a Neto, quien a su vez acabó desplazándolo hacia Ruschel. Esos cinco segundos de saque de honor devolvieron la emoción a unos futbolistas que contemplaron su sueño escapar en un desdichado vuelo cuando todo era felicidad.
Ruschel antes del inicio / EFE
Agradeciendo a Dios la oportunidad de volver a pisar un terreno de juego, Ruschel se arrodilló instantes antes del inicio de un partido donde completó 35 minutos. Al descanso, agotado tras el esfuerzo y las emociones, pudo intercambiar su camiseta con Leo Messi.
Con heridas y cicatrices todavía visibles tras lo vivido, más aquellas sentimentales que no se pueden ver, el capitán del Chapecoense ejemplificó la lucha de un club que demostró en el Camp Nou que todavía tiene mucho fútbol que dar por los que están y los que se fueron.