Ter Stegen, capitán del Barça, en un entrenamiento

Ter Stegen, capitán del Barça, en un entrenamiento FCB

Juanito Blaugrana, un Culé en La Castellana

El portero de Núñez

Publicada
Actualizada

Noticias relacionadas

Parece que fue ayer cuando lo vimos sacar un par de manoplazos mágicos a pasear en aquella semifinal de Champions contra el Bayern de Múnich que fue antesala del segundo Triplete conquistado en este siglo por el glorioso Fútbol Club Barcelona. Pero han pasado más de diez años de esa doble parada, elegida por la UEFA la mejor de aquella temporada, y Marc-André Ter Stegen ha recorrido un largo viaje como portero titular del Barça. Tan largo que quizá esté cerca su final.

Su primer curso de azulgrana, pese a lesionarse justo antes de la jornada inaugural de Liga, terminó de forma literalmente inmejorable. Parecía lógico esperar un futuro grandioso, pero como escribió Benedetti, "las promesas son horribles ataduras". Dos lustros después, la carrera de Ter Stegen en el Barcelona está jalonada por 19 títulos, unas cuantas actuaciones memorables, demasiadas noches de insólita torpeza y un puñado de problemas físicos que han ido alejando paulatinamente al guardameta alemán de su prime. A los 33 años, MATS es el primer capitán del Barça, sí, pero también el último remanente de un equipo anquilosado, que fue perdiendo su identidad entre reconstrucciones fallidas y egos ingobernables. 

Resulta que el Barcelona, ahora sí, ha entrado en una nueva era. Y coincide que lo ha hecho sin su  perpetuo portero, ausente durante media campaña. No deja de ser un efecto mariposa, quizá para algunos justicia poética, que Marc, desabrido con el exceso de competencia desde sus primeras temporadas junto a Claudio Bravo, llegara al otoño de su carrera conviviendo en la portería azulgrana con Iñaki Peña. Un canterano que ni siquiera amenazaba sus titularidades en la Copa a partir de octavos de final. Quizá si hubiera tenido a un suplente de más categoría que le aguantara los palos del sombrajo mientras se recuperaba no se hubiera encontrado a su regreso con Szczesny como favorito de Flick.

Sea como fuere, los futbolistas miran por lo suyo, y bien está. Pero al Barça le ha llegado el momento de hacer lo propio. Quizá Joan García, portero brillante, joven, catalán, barato y única joya en la decrépita corona del Espanyol, no quiera líos por cambiarse al mejor equipo de la ciudad. Pero la cuestión es que la llegada de un nuevo meta al Camp Nou se complementa muy bien con la posible continuidad de Tek, suplente sin ínfulas y apto como titular en caso de que la apuesta salga rana (o como se dice en turco, Rüstü). Y también casa rematadamente mal con la de Ter Stegen, cuyo objetivo es recuperar el trono con su sola presencia y un lánguido revés de la mano. Ese es precisamente su principal problema: que haga lo que haga el alemán ya huele a aristócrata rancio, a DVD regrabable, a portero de Núñez. Lo que ha hecho, de momento, es asegurar que se queda para ser el número 1 en la portería del Barça. Pero es posible que a Marc le dure esa seguridad en su ascendente lo que duran dos peces de hielo en un whiskey on the rocks. Vamos, hasta que Flick y Laporta le llamen un día y le digan lo que no quiere escuchar: que tampoco va a ser el Neuer del Barcelona.

P. D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana