El Barça necesita un delantero y se agotan el tiempo y las alternativas que ofrece el mercado. El club vuelve a quedar en evidencia por su mala gestión y Jorge Mendes se ha reído (otra vez) de Barça, Valencia y Manchester United. Este sí que es un genio.

¿Y ahora qué? Pues puestos a hacer mal las cosas, hagámoslas mal del todo. Que venga ya Neymar y que sea él la alternativa a Luis Suárez. Olvidado el culebrón del verano pasado y sus lesiones, el brasileño está mostrando su mejor versión en París. Ha fabricado 66 goles y 35 asistencias en 75 partidos con el PSG. Celebra, de media, 0,88 goles por partido y da 0,46 asistencias en cada duelo. En el Parque de los Príncipes ya marca y asiste con más frecuencia y en mayor cantidad que en el Camp Nou. Que venga ahora. Que venga ya. Que Bartomeu no se espere al mercado de verano. La famosa bomba que tenía que llegar debería ser Ney.

No se puede discutir su calidad sobre el césped. El Neymar futbolista enamora. El vestuario lo quiere. Si viniera, no tengo dudas de que volveríamos a ver la versión del Barça más triunfal. Volvería el Barça más temible con la alegría y la osadia de Neymar.

¿Alguien ha dicho 'valors'?

En los primeros meses del curso explotó un jugador al primer equipo azulgrana con un nivel técnico y táctico muy válido para triunfar en el Camp Nou. Su carácter y valía quedaron demostrados, por ejemplo, en el partido contra el Betis en la segunda jornada de Liga pero ahora, ¿qué ha pasado realmente con Carles Pérez?

Al de Granollers, a sus 21 años, se le vio dándolo todo como si llevara años en la dinámica del primer equipo del Barça. Muchos lo bautizaron como el nuevo Pedrito y en él vieron un crack de futuro, otros lo vieron como a un cromo más de la Masía que no triunfaría nunca en Can Barça. Pues bien, quizás ni tanto ni tan poco, pero que a estas alturas del curso Carles Pérez tenga que hacer las maletas me parece una jugada indigna de un club como el Barça.

¿Valores? ¿Cuidar la Masía? Mejor que eso le dejen a otros y que por el momento, el problema se lo coma Setién. Aparentemente se trata una decisión técnica, pero en realidad es lo que todos nos olemos: una operación sin escrúpulos para empezar a llenar la arcas del club.

El adiós más triste

Familiares, amigos, conocidos, compañeros, rivales y aficionados. Todos lloramos la marcha de Kobe Bryant y la de la pequeña Gianna. Una tragedia que nunca nos hubiera gustado contar. Devastador. Devastados. No nos lo queremos creer, no merecía un final como éste.

Bryant tuvo la responsabilidad de llenar el vacío que dejó Michael Jordan y lo hizo con creces. 5 anillos de la NBA. 2 oros olímpicos. 1 MVP de la temporada regular. 2 MVP's de las finales. 18 veces All-Star. 81 puntos en un partido contra los Raptors e incluso en el 2018 ganó un Oscar. Nos robó muchas horas de sueño pero valió la pena. Nos hizo sentir los Lakers como si fueran nuestros. Nos hizo disfrutar de los anillos que ganó con Pau Gasol como si fuéramos parte de aquel equipo.
Pero su grandeza fue mucho más allá de la pista y se forjó en la manera de ganar, en la de perder, en la de liderar a sus compañeros y sobre todo de todo lo que hacía y cómo lo hacía fuera la pista. Nunca se escondía, en ningún momento. Siempre ejemplar.

En el recuerdo personal también me quedará el momento en que lo pude saludar en un un Barça-Lakers en 2010 en el Palau Sant Jordi, un momento brutal con el que se me ponga la piel de gallina. Los héroes vienen y van pero las leyendas son para siempre. Siempre Kobe. Eterno Bryant. Ojalá en el cielo haya canastas. Descansa en paz. Te echaremos de menos.