Después de la derrota en Granada, los amantes de las estadísticas descubrieron que hacía 25 años que el Barça no había tenido un comienzo tan malo en el campeonato español. Para un equipo que ha ganado las dos últimas Ligas y la pasada con 17 puntos de ventaja sobre el Real Madrid –claro, algunos dirán, el peor Madrid de la historia-, el dato dispara la alarma en la masa social azulgrana, provoca una mayor impaciencia en todos aquellos que llevan meses pidiendo la cabeza de Ernesto Valverde y convoca al vestuario a efectuar una autocrítica.

Y como en el fútbol lo que cuenta son los resultados –no se olviden de esta verdad los románticos del jogo bonito- obliga a la junta directiva a plantearse qué debe hacer si esta mala racha aumenta en los próximos partidos. De la misma forma que al técnico le toca preguntarse si es capaz de revertir la situación, o este cargo, que devora entrenadores, a él ya lo ha quemado bastante.

En este sentido vale la pena recordar que el Barça hace 16 años que no despide a un entrenador en plena temporada. El último, en 2003, fue Louis Van Gaal, al que sustituyó en enero Radomir Antic. Aquel fue un año convulso que marcó una nueva época en la entidad. Joan Gaspart dejó la presidencia, que en poco más de cuatro meses pasó de Enric Reyna a Joan Trayter, y unas elecciones que dieron la presidencia a Joan Laporta. Muy mal tendrían que ir las cosas para que el Barça volviera a esa época en la que los resultados mandaban y los entrenadores saltaban al primer bache.

Lejos de ponerse a hacer la ola con los más pesimistas del barrio, toca imaginar que a este equipo y a estos jugadores no se les ha olvidado que forman parte de un club ganador, y que hay campos, como el de Granada, donde es obligado ponerse el mono de trabajo y dejar el smoking en casa.

Toca también recordar que ninguna Liga se gana en diciembre ni se pierde en septiembre. Y, al mismo tiempo, hay que abrigar la esperanza que en Granada este Barça de juego insulso, defensa de cristal y ataque sin pólvora, tocó fondo. Que queda mucho calendario por delante, pero que ya ha agotado su tanda de errores y regalitos a los recién ascendidos.