El FC Barcelona se ha movido muy bien para fichar a Adrien Rabiot, posiblemente el centrocampista del PSG que mejor encajaría en el ecosistema azulgrana. Rotas las negociaciones con su club para prorrogar el contrato, el internacional francés podrá decidir su futuro, sin obstáculo alguno, a partir del 1 de enero de 2019.

El Barça y Rabiot ya han pactado (o mejor, habían pactado) las condiciones de su contratación. El futbolista, de 23 años, tendrá una de las fichas más elevadas y cobrará una prima de fichaje de 10 millones de euros.

Pretendido por otros grandes clubes europeos, como el Bayern y el Manchester City, Adrien se ha decantado por la oferta barcelonista. Al menos, hasta hoy.

La junta directiva que preside Bartomeu y la estructura deportiva están encantados con birlarle un futbolista al PSG, un club que sistemáticamente se ha negado a negociar cualquier venta al Barça y que fichó a Neymar tras abonar los 222 millones de euros de su cláusula de rescisión. La salida del brasileño, curiosamente, no ha desestabilizado al Barcelona, que replicó con los fichajes de Dembelé y Coutinho. Ambos, por un precio muy superior al del mercado.

Rabiot es un futbolista con mucha clase. Es un centrocampista de largo recorrido y pierna suave, pero también es una persona con mucho carácter, que se borró del Mundial de Rusia al no tener garantizada la titularidad con la selección francesa. Y en el Barça hay un excedente de centrocampistas que amenaza la estabilidad del vestuario, y mucho más si también llega De Jong, el más deseado.

Con Sergio Busquets, Rakitic, Arthur y Arturo Vidal, entre otros, Rabiot no lo tendrá fácil en el Barça para ser una pieza básica. Su fichaje, por razones deportivas y económicas, comportará la salida de un futbolista top y todos los indicios apuntan a Rakitic. El croata tiene 30 años, cierto, pero tiene más registros que Rabiot.

De Jong también está en la órbita azulgrana. El holandés es mucho más polivalente que Rabiot y ya ha rechazado ofertas económicas superiores. El francés, en cambio, ha optado por tensar la cuerda. El futbolista no, sino su madre, Veronique Rabiot, a quien le gusta más el color del dinero que el azul y grana de las camisetas del Barça y del PSG.

La pelota, ahora, está en el tejado del Barça. El club deberá decidir si se planta con su última oferta o cede a las presiones de Rabiot. Su fichaje, vendido como una gran operación, puede tener daños colaterales. Lo barato, ya se sabe, muchas veces sale caro.