Como me gusta disfrutar de partidos como el que anoche disputaron el Atlético de Madrid y el Barça. Como me encanta ver a Leo Messi señalar con pasión el escudo de la camiseta y celebrar el gol que definió el partido como si acabase de ganar un título. Como me alegra que este Barça castigue con tantos tapabocas a todos aquellos que lo maltratan diciendo que es un equipo sin alma, que es un equipo que ha tocado fondo, que es un equipo que está todavía pensando en Anfield Road. Como me da risa que este Barça después de ser dado por muerto acabe picando ojos a sus detractores.

El Barça dio en el Wanda un paso más para seguir creyendo en él, para mantener la confianza en todos los jugadores y en su entrenador. Pero, sobre todo, este Barça dio anoche ante el Atlético de Madrid una prueba más de ser merecedor de todo el respeto del mundo. No solo por ser el campeón, sino porque es un líder que pelea como un aspirante en cada partido. Y también porque es el equipo que más veces ha ganado el título de Liga en los últimos años y tiene en sus filas al mejor futbolista del mundo.

El Barça anoche ganó en un campo difícil, necesitó de un trabajo arduo, y ante un adversario complicado exigió lo mejor de Ter Stegen y lo máximo de Leo Messi, pero todo el equipo se vació en busca de una victoria que lo mantiene en el liderato de la Liga a la espera del gran clásico del próximo 18 de diciembre contra el Real Madrid.

El triunfo en el Wanda debe tranquilizar a todos aquellos que viven con el tranxilium en la mano, a los que viven amargados, a los que sufren porque ya no se gana como se ganaba antes sin reparar en que ya nada es como fue. El Barça sigue sumando pese a todas las dificultades que presentan sus rivales y eso es lo positivo y lo verdaderamente valorable. Pero, especialmente, señores, este Barça merece un gran respeto.