Pelé tuvo dos hijos, y uno de ellos salió futbolista, pero fue portero y nunca fue tan bueno como su padre. Ni en el campo, ni fuera de él, donde se mostró más delincuente que otra cosa. Maradona fuera de los campos de fútbol hizo muy pocas cosas que merecieran la pena de ser recordadas. Tuvo cinco hijos reconocidos de cuatro mujeres diferentes, aunque en Cuba dicen que tiene otros cuatro no reconocidos todavía. Johan Cruyff tuvo a Jordi, pero tampoco fue un futbolista de elite aunque jugara en el Barça y en la selección holandesa. El nombre de su padre le pesó mucho a Jordi. Que se sepa tampoco John Lennon dejó un heredero que alcanzara su nivel. En el cine, que yo recuerde, posiblemente el mejor ejemplo de clon ha sido Michael Douglas, hijo del gran Kirk. Los dos fueron grandes artistas. Que conozcamos Salvador Dalí tampoco dejó un primogénito que fuera tan egocéntrico y genial como él.

Leo Messi tiene tres hijos preciosos: Thiago, Mateo y Ciro. El argentino contó hace poco a Ricard Torquemada, en Catalunya Ràdio, que el mayor es el más preocupado por el fútbol, pero que se sepa ninguno de ellos corretea con el balón, ni dribla como su padre lo hacía a sus edades. Es una verdadera lástima que los genios no engendren fenómenos como ellos, que no se reproduzcan con los mismos genes paternales. En este sentido, Leo Messi también es único. Su padre, Jorge, y su madre, Celia, rompieron el molde cuando lo hicieron. Toda una pena. La vida también es injusta en eso. Cada fenómeno tendría que tener un recambio en casa con las mismas características, que estuviera dotado para mantener en lo más alto el nombre que lleva. Si el mundo tuviera más Beethoven o Picasso o García Márquez o Messi, la música, la pintura, la literatura y el fútbol seguro sacarían una sonrisa permanente a la vida.

Viene todo esto a cuento porque después de volver a ver otra exhibición de Messi, que esta vez encandiló al público del Benito Villamarín hasta el punto que se puso de pie, aplaudió, ovacionó y rindió una pleitesía al mejor jugador del mundo tras marcar un gol sublime, con un toque de balón que no solo pareció sensual sino también sexual. Todo arte. Prodigioso.

El argentino asombró con otra actuación excelsa –marcó tres goles—, que redondeó con unas declaraciones en las que aplaudió a su técnico, Ernesto Valverde, por la estrategia planteada. Todo un tapaboca para aquellos que no creen en Valverde o que creen que Valverde no se lleva bien con el argentino.

Por favor Leo, enseña a tus hijos o alguien de la cantera todo tu arte. Te queremos siempre.