Nuevo batacazo del FC Barcelona. No importa quien se siente en el banquillo, la generación de futbolistas que explotó en el Barça de Guardiola --nuevo campeón de la Premier-- demuestra año tras año que ya no da la talla. No es un tema de talento, aunque va a menos, ni de físico, que también empeora cada año. Es un tema de mentalidad. Y hasta que no se haga una limpieza a fondo, no se resolverá el problema. 

Los desastres se han sucedido desde 2018 con Valverde (Roma y Liverpool), Quique Setién (Bayern) y con el propio Koeman (PSG, Granada y Levante). El partido en el Ciutat de Valencia, como lo fue el del Camp Nou contra el Granada, ha dejado al Barça sin un título que llegó a parecer cantado. Tras conseguir una remontada épica al Atlético del Cholo en el torneo de la regularidad, el equipo se deshizo como un azucarillo cuando llegó la hora de la verdad. Y ahí pueden incidir muchos factores, pero destaca el aspecto mental por encima del resto: la falta de ambición. La presión. 

Por este motivo, será normal que Laporta tome medidas con Koeman ya que lleva unas últimas jornadas tomando decisiones del todo disparatadas (los castigos a Dembelé, Pjanic, Riqui Puig... el poner a Sergi Roberto con calzador y de central... la apuesta incondicional por un Piqué que ya no llega...), pero, sobre todo, es importante tomar medidas con los jugadores. Si algo bueno ha hecho Koeman es descubrir a una hornada de jóvenes futbolistas que son el futuro. Y ellos son los que deben empezar a sostener la responsabilidad, viendo que los pesos pesados fracasan año tras año en el intento de aguantar al equipo. 

La columna vertebral del Barça se ha torcido: Ter Stegen ha bajado el nivel, Piqué no puede con su alma, Busquets es intermitente y está limitado, Messi vive de sus chispazos de genio, que cada vez son menos. Sergi Roberto no sirve para ser titular, Mingueza aporta mucho más que él a pesar de sus limitaciones. Jordi Alba ya solo suma en ataque, pero a nivel defensivo es calamitoso. De Jong es el único que va sobrado, pero nadie le acompaña. Pedri está ahogado y como Koeman tiene castigados a Pjanic y Riqui Puig, apenas puede descansar. Griezmann va alternando la faceta efectiva con la fantasmagórica y Dembelé, que es el único que desequilibra, es del todo impredecible: capaz de lo mejor y lo peor. 

Una buena parte de estos jugadores debe salir del Barça antes de que nos obliguen a asistir al enésimo dejà vu la próxima temporada. Si ellos no tienen las agallas ni el honor como para renunciar a seguir luciendo la camiseta culé, el nuevo presidente tendrá que coger el toro por los cuernos y despedirlos, con honores, aunque con alguno de ellos tenga una relación más que personal. Igual que ha puesto patas arriba el comité de dirección del club con una decena de despidos, Laporta debe pasar la escoba también por el primer equipo. Esperemos que no le tiemble el pulso, como le tembló a Bartomeu