Ronald Koeman, por necesidades del guión y no por convencimiento de Joan Laporta, será el entrenador del Barça de la temporada 2021-22. La delicada situación económica de la entidad ha frustrado un relevo deseado por el presidente, que debe gestionar una crisis monumental sin tener un plan de actuación muy definido. Laporta se agarra a Koeman porque no le queda más remedio, pero ya tiene a Jordi Cruyff como asesor para casos de emergencia.

Las funciones de Jordi no están claras, como otras tantas cosas en la nueva e improvisada estructura del Barça. Será un buen consejero para el presidente, que se ha rodeado de personas que no encajan con sus ideas (Mateu Alemany) y un remedio fácil si Koeman no progresa adecuadamente con una plantilla que conoce su posición de debilidad respecto al máximo dirigente.

El Laporta de 2021 no es es Laporta de 2003. Entonces, tenía un proyecto revolucionario y muy bien trabajado. Ahora improvisa. Hace 18 años, Frank Rijkaard no era ni la primera ni la segunda opción para el banquillo, pero siempre confió en Txiki Begiristain y, sobre todo, en Johan Cruyff. Ahora no le gusta lo que ve y escucha, pero sorprende que menospreciara a Koeman para acabar ratificando su continuidad. Una ratificación, eso sí, con la boca pequeña, sin entusiasmo.

El barcelonismo anda perdido. Confundido. No entiende al Laporta actual, que comenzó con mucha chispa pero parece apagarse, tal vez atormentado por la situación real de un club que purga los excesos de Bartomeu. Los fichajes, de momento, no ilusionan. Son los previstos en el guion. Todos a coste cero, menos Emerson, con quien ya estaba todo pactado. 

Laporta promete cambios, pero algunos gestos le delatan. Por ejemplo, el fichaje del Kun Agüero, de 33 años. Si no es una imposición de Messi, como mínimo es una sugerencia del astro argentino, a quien no se puede incomodar en el Barça. Difícilmente llegará un futbolista de primer nivel, pero el gran problema radica en la operación salida. 

El Barça tiene muchos saldos que paga a precio de oro. Futbolistas como Coutinho y Pjianic que rinden poco y cobran mucho. Tampoco Griezmann, Piqué, Sergio Busquets y Sergi Roberto, por ejemplo, justifican las fichas astronómicas que tienen. Y también sobran futbolistas de segundo nivel (por ser generosos) como Neto, Umtiti, Braithwaite y Júnior.

Laporta sabe que el Barça está en la UCI, a la espera de poder reconducir las cuantiosas deudas de la entidad. En fútbol y en todas las secciones habrá recortes. Y tantas dudas y pesimismo parecen haberse instalado incluso en el equipo de baloncesto, que una vez más se estrelló en una final europea y, difícilmente, podrá retener a todas sus estrellas. Así es el Barça actual, un Barça inmerso en uno de los momentos más delicados porque no supo gestionar el mejor momento de su historia.