La erupción del volcán de La Palma sigue ganando terreno al mar, 52 días después de que diera comienzo el episodio eruptivo. El aporte constante de lava a la colada número dos, situada al sur de la montaña de Todoque, ha hecho discurrir por segunda vez, los ríos de material incandescente hasta las aguas del Atlántico. En concreto, hasta la playa de los Guirres.
Es allí, donde desde la madrugada de este miércoles 10 de noviembre se originaba una nueva fajana junto a la formada a finales de septiembre. Según el Cabildo de La Palma, los restos emanados por el Cumbre Vieja fluyen por las coladas primigenias y hacen crecer a esta nueva lengua de fuego que desemboca en la isla baja.
Un derrumbe
De hecho, un grupo de miembros del servició de Unidad Militar de Emergencias (UME) que recuperaba muestras de lava para analizar su composición, ha presenciado un desprendimiento de rocas ardientes en directo. El derrumbe ha provocado momentos de incertidumbre dado el elevado riesgo al que se enfrentan.
Las coladas de lava avanzan a una temperatura superior a los 700 grados centígrados, mientras los técnicos de la UME miden su temperatura y la emisión de gases que se desprende del contacto de la lava con el mar. Para ello, meten trozos de roca en un cubo de agua del océano.
Valores desfavorables en la calidad del aire
Tal y como recoge Atlántico Hoy, Francisco Prieto, representante del Comité Técnico del Pevolca ha señalado que en las últimas jornadas se han mantenido valores “extremadamente desfavorables”. Por ello, pide a la ciudadanía que utilicen mascarillas con protección mínima FFP2 para realizar cualquier tipo de labor con las cenizas y que se evite la realización de actividades al aire libre.
Por el momento, el espisodio eruptivo deja cerca de 7.000 evacuados. Además, cerca de 1.280 edificaciones han sido dañadas, 1.030 de ellas corresponden a viviendas. No obstante, no hay que lamentar daños personales.