A pesar de que la eutanasia está legalizada en numerosos países, todavía cuesta aceptarla si se trata de niños pequeños. Esta es la historia de Dillon Wilford, un niño de 10 años que le ha pedido a su madre que le dejen morir para no sufrir más.
El pequeño padece el Síndrome de Dolor Regional Complejo, una dolorosa y rara enfermedad que padecen muy pocas personas en el mundo y que le produce intensos dolores y le impide caminar. Debido a los intensos picos de dolor, el pequeño prefiere perder la vida a sufrirlos.
Difícil curación
Sin embargo, se ha iniciado una campaña de recogida de fondos --35.000 euros, para ser exactos-- para que el niño encuentre una curación y no se tenga que recurrir a la eutanasia. A pesar de que no existe una cura exacta para esta enfermedad, sí existen tratamientos para aliviar el dolor.
Al parecer, "una migaja cayendo en su pierna" supone un dolor enorme para Dillon, que sufre de dolores "agonizantes" en determinadas partes del cuerpo. Eso le impide hacer vida normal, como ir al colegio o ver a sus amigos; además, necesita una silla de ruedas para desplazarse.